Mientras el zar geoenergético global Vlady Putin descolgaba el acuerdo gasero histórico con el mandarín Xi Jinping, la Administración de Información de Energía de EU (EIA, por sus siglas en ingles) filtraba la debacle del gas/petróleo shale en su principal yacimiento en Monterey (California), que supuestamente constituía las dos terceras partes de todo el “petróleo shale” de las fuentes técnicamente recuperables de EU.
La dramática revisión de la EIA ahora calcula tales reservas californianas en solamente 4 por ciento de las estimaciones originales: ¡96 por ciento menos (así, con dos dígitos)!
El demoledor hallazgo de la EIA pospone a las calendas griegas la muy cantada “independencia energética de EU” ensalzada por los turiferarios bursátiles como la “nueva Arabia Saudita del siglo XXI”.
Le llueve sobre mojado a Barack Obama cuando pierde la batalla energética global frente a Rusia en Eurasia, Ucrania/Crimea y ahora en el propio EU, con la excepción notable del “México neoliberal itamita”, donde como nuevo Hernán Cortés se apodera del Golfo de México –cuyo nombre desean cambiar a “Golfo de EU”– gracias al entreguista “espíritu de Toluca”. Como reza el apotegma penal, a confesión de partes relevo de pruebas.
Chris Martenson, de Peak Prosperity, expone que “el milagro (¡supersic!) del petróleo shale desaparece: la formación Monterey fue degradada en 96 por ciento” .
Ni el sesgado Bloomberg, bursatilizado a ultranza, puede ocultar el desastre anunciado por la EIA.
En forma increíble, el shale de Monterey es degradado de 13 mil 700 millones de barriles (mdb) –proyecciones de 2012– a unos magros 600 mdb de petróleo recuperable.
Siempre advertimos sobre las cuentas alegres del boom potencial del gas shale y Martenson se mofa de las matemáticas simplonas, cuyas cifras miríficas ahora hay que ajustar a la baja: “los ingresos por impuestos pasarán de 24 mil 600 millones de dólares a solamente 984 millones de dólares y los casi 3 millones de empleos se reducirán sustancialmente a solamente 112 mil empleos”.
Ahora resulta que la “geología subterránea es compleja (sic)”, sin contar que el petróleo extraído del shale viene con “tremenda demanda de agua y daños ambientales, en infraestructura y en contaminación”, según Martenson, a quien se le pasa por alto la producción de sismos, la exacerbación del calentamiento global por metano, la toxicidad de los escasos mantos freáticos y la inyección de sustancias químicas cancerígenas.
Lo mejor del sarcasmo de Martenson se centra en la razón por la cual la EIA mostró cifras abultadamente ridículas: se basó en las estimaciones de una infalible empresa privada (¡supersic!).
No tengo tiempo para hacer leña del bosque caído del neoliberalismo financierista que apadrinó aviesamente y sin juicio crítico la especulación de la burbuja del gas shale.
Según Martenson, el desastre de los activos del shale Monterey es “un tremendo golpe específicamente a Occidental Petroleum, más ampliamente a los sueños (sic) de energía y el empleo de California, y a nivel nacional a los sueños de la energía de EU”.
En fechas recientes ya no se entendía cómo Rice Energy gastaba cuatro dólares para ganar solamente uno en la extracción del gas shale.
Ante la debacle del gas/petróleo shale del mayor yacimiento en EU, ¿qué advendrá del noreste mexicano, en especial de la cuenca de Burgos, prolongación de Eagle Ford (Texas)? ¿El controvertido gas shale mexicano es otro “mito genial” (Pedro Aspe dixit) del “México neoliberal itamita”?
Como último clavo en el féretro de la “revolución energética de EU”, Nafeez Ahmed, del rotativo británico The Guardian, fustiga que “la devaluación de las dos terceras partes del petróleo shale de EU explota el mito del fracking: las estimaciones superinfladas de reservas de la industria se están desenmarañando con el sueño estadunidense de independencia petrolera”.
Ahmed considera que “la devaluación del yacimiento Monterey constituye un severo golpe mortal a las ínfulas de la industria petrolera sobre una nueva era dorada de independencia energética de
EU mediante el fracking no convencional de petróleo y gas”.
Ahmed menciona al connotado analista Jeremy Leggett, quien, “citando las estimaciones exageradas de la industria petrolera”, comentó que “si la realidad de las reservas y la producción son significativamente menores a los pronósticos de la industria, podríamos estar en riesgo de un choque petrolero (¡supersic!) ya en los próximos cinco años” ¡Uf!
Hasta Ap cita una investigación de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno (GAO, por sus siglas en inglés) de que la oficina del Departamento del Ministerio del Interior del Manejo Territorial “omitió inspeccionar adecuadamente miles (¡supersic!) de yacimientos de petróleo y gas que son potencialmente un alto riesgo para el daño acuífero y ambiental”.
Quedan en indeleble ridículo en EU su principal think tank, Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) y su publicación propagandista Foreign Affairs, así como el desinformativo Wilson Center –con su asociado neoliberal ITAM, su repetidora carente de sindéresis con su bisagra, el pirata británico Duncan Wood–, quienes apadrinaron el espejismo del gas shale.
El ridículo en México es inenarrable de parte del consuetudinariamente mendaz IMCO (“Nos cambiaron el mapa: México ante la revolución energética del siglo XXI”) –que dirige el dueño del equipo Toluca de futbol, Valentín Diez Morodo, quien eludió pagar al fisco 7 mil millones de dólares y cuyo empleado, el pugnaz cuan locuaz publicista Juan Pardinas Carpizo, exigió el aplastamiento militar para aprobar la “reforma energética Peña/Videgaray/Aspe”–, al unísono de la distópica CNH donde Edgar René Rangel Germán alucina, para beneficio de sus amos en Stanford, que el fracking no (¡supersic!) produce sismos.
Que conste que desde hace casi un año advertí: “El mítico gas shale de Norteamérica (EU/México/Canadá): ¿burbuja a punto de estallar?”.
AlfredoJalife.com
Twitter: @AlfredoJalife
Facebook: AlfredoJalife
Vk: id254048037