Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
En marzo de este año, el Presidente obama renovó el decreto
ejecutivo en el que señala a Venezuela como “una amenaza inusual y
extraordinaria” para la seguridad norteamericana.
Inmediatamente reaccionaron las altas autoridades de la nación, el Presidente Maduro dijo:
"Ya basta de arrogancia, de dobles raseros, de prepotencia,
de intrigas, a la Venezuela de Bolívar tenemos que hacerla respetar”,
afirmó Maduro, al anunciar que decidió regresar a Caracas a Maximilien
Arvelaiz, encargado de Negocios en Estados Unidos.
“Yo creo que Obama tiene una obsesión fatal y peligrosa con
Venezuela (…). Obama de manera innoble y obsesiva me ataca ahora
mismo”.
Las Fuerza Armada se pronunció, rechaza y llama a enfrentar la hostilidad:
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana, en estricto
cumplimiento a lo consagrado en el artículo 328 de nuestra Carta Magna,
que nos asigna la sagrada misión de “… garantizar la independencia y
soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio
geográfico…”, de nuevo eleva su voz por y ante el pueblo de Venezuela y
el mundo entero, para manifestar su profunda indignación y rechazo
absoluto a la infeliz y absurda decisión del presidente de los Estados
Unidos de América,
(…)nuestros compatriotas, a quienes les reiteramos,
independientemente de sus tendencias políticas, la necesidad imperante
de mantenernos unidos monolíticamente, pueblo y Fuerza Armada Nacional
Bolivariana, en perfecta sinergia, para enfrentar la hostilidad de la
antipatria y preservar los altos intereses de la nación
Tres meses después, y sin que la situación mejore, al
contrario se agudiza aun más, el país que se preparaba para una invasión
asiste perplejo al nuevo maridaje con el agresor, el Presidente Maduro
declara:
"Yo le propongo al secretario John Kerry vamos a designar
embajadores. Yo estoy listo para designar embajador en Washington
nuevamente y regularizar las relaciones”
Horas antes y durante la asamblea de la OEA, Kerry
expresó su apoyo a la realización del referendo revocatorio al
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y a la aplicación de la Carta
Democrática Interamericana a este país.
Cómo explicar esta conducta fluctuante del gobierno de
Venezuela que cambia de zafarrancho de combate a mano extendida como
quien muda de camisa. Para explicar su incoherencia el gobierno apelará,
como siempre lo ha hecho, al bálsamo que todo lo cura, dirá que es en
beneficio de la paz, argumento flojo que desarma la lucha de los
pueblos. Sabemos que no hay paz en el capitalismo, no hay paz para los
desposeídos bajo un imperio, esta gran verdad justifica la guerra de
independencia, la insurrección del 4 de febrero, la rebelión de los
esclavos. La paz, ya lo dijo Chávez, es la paz con equidad, con
justicia, y eso sólo se consigue en el Socialismo, de allí que la
verdadera lucha por la paz es la lucha por el Socialismo, el resto es
excusa fraudulenta. Todavía debemos intentar explicar la conducta
inconsistente, oscilante del gobierno. Veamos.
La política internacional nos ha ganado una mala fama en el
mundo: recogemos firmas que no entregamos, nos preparamos para una
invasión, los gobiernos se solidarizan y después abrazamos al agresor
dejando a nuestros acompañantes solos en su posición, no hay nadie a
quién apoyar, las declaraciones quedaron sin sustento, el lobo malo no
se come a caperucita, al contrario, se proponen intercambiar
embajadores. Esa incongruencia, esa poca confiabilidad en las
intrepideces del Gobierno, surge de la incongruencia ideológica, se
manifiesta en lo nacional y en lo internacional. En lo nacional la
padecemos con los ataques al capitalismo y simultáneamente tener a los
capitalistas de jefes de la economía, al darles a los capitalistas
extranjeros un jugoso y gran trozo del territorio nacional para que lo
exploten en el arco minero. Es así, un gobierno capitalista avergonzado,
con culpa ante su padre de serlo, tiene que ser un gobierno pusilánime,
incapaz de mantener un alerta antiimperialista por más de tres meses.
Lo correcto es exigir antes de sentarse que deroguen el
decreto. De no ser así, esperemos la próxima movilización que será
sucedida por una nueva sumisión.