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7 abr 2015

Sionismo vs Socialismo en Palestina (1): Tesis sobre la Revolución en el Oriente Árabe



Tesis sobre la revolución en el Oriente Árabe

Por Jabra Nicola

Traducido por Chucho Nery

14 de septiembre de 1972

Este fue un documento de discusión.  Fue escrito no mucho después de la secesión de Matzpen (Organización Socialista Israelí – OSI) de un grupo trotskista llamado OSI - “Marxista” y más tarde “Liga Comunista Revolucionaria” (LCR) y publicó un diario llamado “Matzpen-Marxista”.

Jabra Nicola -para entonces viviendo en Londres- se opuso a la división, pero se vio forzado por la mayoría del liderazgo del Secretariado Unificado de la IV Internacional en Europa, y por los líderes sectarios de la facción trotskista en la OSI.  Sin embargo, como leal trotskista, Jabra no tuvo más opción que alinearse con esta última.  La posición política sobre la Revolución Árabe, el sionismo y el derecho de la nación hebrea a la autodeterminación expresada en las Tesis en aquel tiempo fue similar tanto a la de la vieja OSI como a la del grupo trotskista.

También se vio reflejada en un artículo conjunto de Jabra (otra vez usando su nombre de guerra “A Said”) y Moshé Machover al año siguiente (“La Revolución Árabe y los problemas nacionales en el oriente árabe”).

Sin embargo, luego de la muerte de Jabra en 1974, la LCR adoptó una línea diferente, mucho menos crítica del nacionalismo palestino.
A.

1. La revolución en el Oriente Árabe no puede ser una revolución “democrática” nacional o burguesa sino proletaria socialista.  Sólo es posible como revolución permanente.  Sin la conquista del poder por la clase trabajadora apoyada por el campesinado empobrecido y la institución de medidas socialistas no pueden lograrse ni las tareas democráticas nacionales ni una rápida industrialización para cubrir las apremiantes necesidades económicas de las masas.

2.  La experiencia de los regímenes bonapartistas “progresistas” refrenda este hecho (límites a la industrialización, fracaso en el logro de una unificación nacional, incapacidad para encabezar una lucha efectiva contra el imperialismo y el sionismo).  Sin embargo, los reales cambios socio-económicos producidos bajo estos regímenes -especialmente el grado de industrialización, la reforma agraria y la expansión de la educación- aun cuando no han sido totalmente suficientes para cubrir las necesidades de las masas, han fortalecido grandemente las fuerzas potencialmente revolucionarias (elevando la cantidad y el peso del proletariado).

3.  La necesidad de una revolución permanente es una consecuencia de:

* el fracaso de una burguesía nacional urbana en desarrollarse en una sociedad árabe pre-imperialista;
* la completa absorción de las clases dominantes tradicionales dentro del sistema capitalista mundial en la época del imperialismo;

* la incapacidad de esos sectores de la pequeña-burguesía que, por medio del control del poder estatal, han intentado consolidarse como burguesía nacional, para liberarse del aplastante poder del imperialismo, y al mismo tiempo conservar el firme control de la movilización masiva contra el imperialismo.

4.  Por lo tanto, la lucha contra el imperialismo -inseparable de todas las luchas democráticas- sólo puede ser una lucha contra todas las clases dominantes y regímenes existentes en la región.  Esas clases son socios menores del imperialismo; a través de ellas el imperialismo domina la región y sus regímenes son la forma política de este dominio imperialista.  La lucha anti-imperialista y democrática es posible sólo como lucha de clases de los trabajadores apoyados por los campesinos empobrecidos contra los terratenientes, el clero caporal, y la nueva burguesía en el mundo árabe, como también contra la burocracia sionista y los capitalistas en Israel.

B.

1.  La revolución permanente en el Oriente Árabe puede llevarse a la victoria sólo a nivel regional.  Como consecuencia de la desigualdad en su desarrollo es probable que en toda la región las situaciones revolucionarias o pre-revolucionarias surjan en épocas diferentes en lugares diferentes; pero cuando sea y donde sea que tal situación surja la lucha en ese lugar determinado debe ser parte integral de la revolución árabe como un todo, dirigida por una estrategia revolucionaria de todo el oriente árabe apoyada directamente por la lucha de masas en toda la región, dirigida de tal forma que pueda combinarlas en una sola lucha por las necesidades de las masas en la región como un todo, que tienda a hacer surgir la cuestión del poder en todo el oriente árabe.  Sólo de esta forma las luchas más avanzadas en todo momento dado hallarán la máxima protección posible contra la intervención de los ejércitos de los estados árabes, el estado sionista y posiblemente la intervención imperialista.  Sólo de esta forma la toma del poder en un país del área será capaz de propagarse y evitar su aplastamiento por las fuerzas reaccionarias.

2.  Esta unidad estratégica de la revolución se corresponde con la tarea nacional más general de la revolución: la unificación nacional árabe.

C.

Pero la lucha por tareas nacionales, incluyendo la unificación nacional árabe, no puede esgrimirse bajo la bandera del nacionalismo.  Hoy en día el nacionalismo es la ideología de las clases dominantes árabes y un medio por el cual esas clases manipulan a las masas trabajadoras debilitando su conciencia de clase, mistificando la fuente de su opresión y desviando su indignación del enemigo real.  Debe hacerse una distinción entre la importancia histórica objetiva de la lucha de masas y las distintas corrientes ideológicas y teóricas que compiten por la lealtad de la sociedad y el pueblo oprimido involucrado en la lucha de las masas árabes contra el imperialismo y el sionismo por la unificación nacional y el final de la dominación económica extranjera etc., es progresista y debe apoyarse; pero el nacionalismo como ideología ya no puede jugar ningún papel progresista en el oriente árabe: es reaccionario.  Todas las tareas nacionales en el oriente árabe pueden lograrse sólo a través de una lucha de clases consciente, en óptima unidad con las clases explotadas de las naciones opresoras, mientras la ideología nacionalista ciega a las masas ante la realidad de las luchas de clases y ante los aliados potenciales dentro de la nación opresora.

D.

La solución al problema de las minorías étnicas y nacionales en el Oriente Árabe será una tarea central de la victoriosa revolución árabe, y es esencial una política correcta sobre este asunto no sólo para ganarse a las capas explotadas de esas minorías para una participación activa en la revolución, sino también para educar a las masas árabes en el internacionalismo; ayudarlos a deshacerse de los prejuicios raciales y nacionales y de la influencia de sus clases dominantes que fortalecen su control sobre ellos a través del adoctrinamiento nacionalista.  La Revolución Árabe debe reconocer y defender los derechos de todas las nacionalidades no-árabes en el oriente árabe, es decir, reconocer su derecho a la autodeterminación.

Los kurdos y los sur-sudaneses son minorías nacionales oprimidas por los regímenes nacionalistas árabes en Irak y el Sudán.  Por lo tanto, los árabes revolucionarios deben apoyar incondicionalmente la lucha de esas minorías por sus derechos nacionales y su derecho a separarse, si expresan su deseo de hacerlo, en cualquier momento.

E.

La cuestión de los judíos israelíes difiere de la de los kurdos y los sur-sudaneses.  Los judíos que viven en el estado sionista de Israel hoy en día no son oprimidos por ningún gobierno árabe.  Su existencia dentro de las fronteras de este estado es producto de una operación colonialista patriotera, realizada por medio de la opresión y expulsión de los palestinos de su país.  Sin embargo, debe reconocerse que esos judíos que viven en Israel ahora se han vuelto una nación, que se distingue de la comunidad judía en todo el mundo y del entorno árabe que los rodea.  Pero la expresión nacional de este país ha sido reaccionaria y contra-revolucionaria.  Ha usurpado la tierra palestina, se ha identificado con el sionismo y ha jugado el papel de gendarme imperialista contra la revolución árabe.  Hablar de la garantía del derecho a la autodeterminación para semejante país bajo estas circunstancias parece ridículo.  Una nación opresora no necesita tal derecho.  Ni los revolucionarios israelíes ni los árabes pueden ahora levantar la consigna por la autodeterminación de los judíos de Israel.  Los revolucionarios israelíes deben luchar ahora por la autodeterminación de los árabes palestinos bajo la ocupación de Israel, por la restauración de los derechos nacionales de los palestinos y por el regreso a su país.  Sin embargo, el programa de la Revolución Árabe debe incluir una cláusula sobre el derecho a la autodeterminación de los judíos de Israel luego de la victoria de la revolución.

Los judíos de Israel son actualmente una nación opresora porque constituyen el estado sionista de Israel, que es un puesto de avanzada del imperialismo en la región, y que juega un papel opresor y contra-revolucionario contra la Revolución Árabe.  Pero la victoriosa revolución árabe significa la derrota del sionismo y el derrocamiento de toda la estructura del estado sionista, la liquidación del dominio e influencia imperialistas en el oriente árabe, y la restauración de los derechos de los árabes palestinos.  En esas circunstancias los judíos de Israel ya no constituirán una nación opresora sino una pequeña minoría nacional en el oriente árabe.  Entonces se hará posible hablar de igualdad entre las naciones y de los derechos de cada nación a la autodeterminación.  El derecho a la autodeterminación no será garantizado a Israel sino a la minoría nacional judía israelí en el territorio en el cual, luego del regreso de los árabes palestinos a su país, estos últimos constituirán la aplastante mayoría.

El problema planteado a la Revolución Árabe es el del futuro estatus de la minoría nacional judía israelí.  Tiene que ver con el respeto a los derechos democráticos nacionales fundamentales de esa minoría; pero al mismo tiempo tiene que ver con evitar la creación de un estado separado capaz de servir de nuevo como base para un exclusivismo judío que pueda ser usado por el imperialismo.  Es cierto que luego de la derrota del imperialismo en el área como resultado de una revolución victoriosa es improbable que surja tal situación, pero no obstante debe tomarse en consideración.  Sin embargo, el derecho a la autodeterminación no necesariamente implica separación.  Sólo significa que la decisión de separarse o integrarse debe dejarse a la minoría nacional respectiva y no imponerse por la mayoría.  Los judíos israelíes no pueden constituirse ni económica ni políticamente en un estado verdaderamente independiente y neutral.  Tienen que estar, económica y políticamente, estrechamente vinculados al Estado Árabe Socialista o al imperialismo contra ese estado.  Por lo tanto, mientras la revolución árabe como un todo debe garantizar a los judíos israelíes el derecho a separarse, los revolucionarios judíos israelíes deben luchar por su integración dentro del Estado Árabe Socialista.

La tarea de los revolucionarios israelíes y la de los revolucionarios árabes, hoy en día, es demostrar que el futuro democrático de los judíos israelíes es contradictorio con el mantenimiento del sionismo, y que la única forma de asegurar su futuro, inclusive físicamente, es que el pueblo trabajador judío se una a la revolución árabe como parte integral de la misma.

Dentro de este marco la inclusión del derecho a la autodeterminación de los judíos israelíes en el programa de la revolución árabe puede ayudar a promover el desarrollo de una conciencia internacionalista entre las masas trabajadoras israelíes.  Negar este derecho puede traer con ello el riesgo de empujar a las masas israelíes más y más a los brazos del sionismo.

El desarrollo de las luchas revolucionarias de las masas trabajadoras israelíes no ocurrirá orgánicamente.  Dependerá principalmente del desarrollo político y organizativo de las fuerzas revolucionarias en el Medio Oriente, y por otro lado, de la capacidad de la vanguardia revolucionaria en Israel para acompañar la importancia y el papel político de la lucha.

F.

La revolución árabe es una lucha política con el fin de lograr la toma del poder por la clase trabajadora en todo el oriente árabe.  Ello requiere un grado de organización de las masas y un nivel de conciencia política de las masas en constante crecimiento, tácticas variadas seleccionadas y combinadas según las situaciones concretas: manifestaciones de calle, huelgas, actividades electorales, lucha armada, etc.  Todo esto debe ser dictado por dos consideraciones estratégicas: ¿una acción en particular tiende hacia la elevación del nivel de conciencia de las masas?  ¿Debilita objetivamente la capacidad de las clases dominantes y el imperialismo para gobernar?

Esto requiere la formación de un partido revolucionario que luche ideológicamente contra la ideología reaccionaria, contraponiendo políticamente su programa socialista revolucionario a toda corriente nacionalista, organizativamente capaz de seleccionar y combinar tácticas y que sea capaz progresivamente de liderar a las masas hacia la acción.

Debido a que el Oriente Árabe es una unidad y a que su dinámica revolucionaria es indivisible, el objetivo de los revolucionarios en la región es formar ese partido como instrumento organizativo de la revolución en toda el área.  Por lo tanto, debe ser un solo partido revolucionario, sobre la base de una sola estrategia global para la lucha revolucionaria en los diferentes países de la región.  Esta es la tarea que los marxistas revolucionarios del oriente árabe deben plantearse.

Es a través de la construcción del partido revolucionario de toda la región y de la orientación auténticamente revolucionaria de las luchas de las masas árabes y judías -y las masas de otras nacionalidades no-árabes- que será posible tener éxito en la lucha por un oriente árabe socialista contra el imperialismo, el sionismo y las clases dominantes árabes.

El surgimiento y la derrota de la resistencia palestina

Los palestinos son el pueblo árabe que ha sufrido la colonización sionista de Palestina.  Su reacción ante esta monstruosa injusticia surgió como un fenómeno palestino distinto pero no aislado; estaba intervinculado a la reacción árabe general ante la penetración del imperialismo en el oriente árabe.

Nunca existió un estado-nación palestino independiente en el mundo árabe, ni siquiera una unidad administrativa separada dentro del Imperio Otomano.  Palestina como unidad separada dentro de su frontera conocida es una creación del imperialismo británico y francés luego de la I Guerra Mundial.  La lucha de los palestinos contra el sionismo y el imperialismo durante el Mandato fue parte integral de la lucha de todo el Oriente Árabe por la independencia y la unificación nacional.  Allí nunca se desarrolló una identidad nacional palestina.

En 1948 fue creado el estado colonial sionista de Israel por medio de la expulsión de los palestinos de sus hogares.  Fueron dispersados en los estados árabes vecinos donde sus condiciones sociales fueron resumidas a su confinamiento en campos de refugiados.  Aunque los regímenes de los estados árabes proclamaron su oposición al estado de Israel en la práctica no hicieron nada por recuperar el derecho de los palestinos a su tierra natal.  Debido a la debilidad política y el empobrecimiento económico de los refugiados palestinos los regímenes de los estados árabes intentaron evitar tomarlos en consideración, tratándolos en cambio como una carga vergonzosa y onerosa.

Cuando Nasser llegó al poder su intento de sustituir los aparatos estatales en lugar de lanzar a las masas contra Israel mantuvo inmovilizados a los palestinos, así como también a los egipcios y demás masas árabes.

Por más de veinte años las masas palestinas miraron impotentes los intentos por su propia “liberación” sin participar de ninguna forma en ellos.

La derrota de los ejércitos árabes en junio de 1967 fue un golpe terrible que conmocionó a las masas árabes.  El liderazgo nasserista, al cual las masas árabes, incluyendo los palestinos,  clavaron sus esperanzas en su lucha contra el imperialismo y el Israel sionista, fue expuesto por la debacle y probó ser incapaz de encabezar la lucha contra el imperialismo o para recuperar los derechos de los palestinos a su tierra natal.  Como resultado esos regímenes fueron sacudidos y sintieron el peligro de ser derrocados por las masas que comenzaron a levantarse ante su bancarrota.   Así, cuando comenzó a desarrollarse un movimiento palestino “independiente” de lucha contra Israel, fue favorecido y apoyado por todos los regímenes árabes, con el fin de: a) deshacerse de la “responsabilidad” por los palestinos, dejando que ellos resolvieran sus problemas solos; b) apartar de ellos mismos la ira de las masas y dejar que concentraran su atención y esfuerzos en la “liberación de Palestina”; y c) verlos como peones o como carta de triunfo en las negociaciones internacionales con el imperialismo estadounidense, Israel y la URSS para lograr un compromiso y un acuerdo “pacífico” al conflicto árabe-israelí.

El liderazgo palestino, debido a su origen de clase e ideología nacionalista pequeño-burguesa, no fue reacio, consciente o inconscientemente, a jugar su papel, y por medio de su propia política, estrategia y tácticas llevó la lucha a la derrota.  Fracasó en reconocer en la teoría y en la práctica el enfoque regional (de todo el Oriente Árabe) de la revolución.  Separó la lucha por la “liberación de Palestina” de la lucha contra todos los regímenes árabes.  Este liderazgo no representó ningún deslinde básico con el nacionalismo árabe; políticamente los programas, principios, estrategias y tácticas dominantes representaron la culminación y el callejón sin salida de toda la corriente representada por el nasserismo y el ba'athismo.

Esta insuficiencia programática no fue para nada “accidental”; es un reflejo de la burguesía y alta pequeña-burguesía que en todo el mundo árabe juegan un importante papel económico y político pero aun siguen subordinadas a los grupos dominantes ya establecidos en los países árabes.  La consigna de un “estado palestino democrático y secular” es el reflejo ideológico de su contradictoria posición social objetiva.  Pero de esas capas surgieron la mayoría del liderazgo y muchos de los fondos de la resistencia.

El carácter contradictorio de la resistencia determinó el cambio de actitud de los regímenes árabes hacia ella:

* Debido al grado de movilización de masas y la simpatía y apoyo que tuvo al comienzo entre las masas árabes ellos la temieron.

* Debido a su política nacionalista, lucha “no clasista” y “no-intervencionismo”, pudieron usarla para desviar a las masas árabes de la lucha contra esos regímenes.

* Debido a esas mismas políticas, que a largo plazo enemistaron a las masas árabes y aislaron a los palestinos inclusive de sus hermanos jordanos, esos regímenes se sintieron seguros de poder aplastarla tan pronto como la política internacional o la seguridad interna hiciera deseable ese curso de acción, y eso fue justo lo que ocurrió.  Hussein masacró a los palestinos cuando el Plan Rogers estaba en agenda, mientras Irak, Egipto, Siria y los demás estados árabes se mantuvieron estáticos y las masas árabes ya estaban enemistadas y neutralizadas.

Las razones para la derrota palestina pueden resumirse de esta forma:

1.  El fracaso del liderazgo en reconocer en la teoría y en la práctica el enfoque regional (todo el Oriente Árabe) de la revolución; la separación de la lucha por la “liberación de Palestina” de la lucha contra todos los regímenes árabes por una revolución socialista proletaria en el Oriente Árabe como un todo, que por sí sola derrote al imperialismo y al Israel sionista.

2.  Su adopción de las teorías de la “revolución por etapas” y de las “contradicciones primarias y secundarias”, subordinando la lucha de clases por “cierto período” por una “unidad nacional” y así considerar a los regímenes y clases dominantes árabes como aliados en la lucha contra el imperialismo e Israel, y no como enemigos de clase contra quienes debe lucharse y derrocarse.

3.  Su aceptación de la teoría “foquista”, poniendo un énfasis casi exclusivo en el aspecto militar de la lucha, y rehusándose a reconocer la necesidad de una organización de vanguardia árabe, subordinando las operaciones militares a la estrategia y el liderazgo político.  Así, no hicieron esfuerzo alguno por politizar a las masas en los distintos países árabes y movilizarlas para la lucha revolucionaria, no sólo por la “liberación de Palestina”, sino por la de todo el Oriente Árabe del dominio imperialista y de los gobernantes y regímenes árabes, por medio de los cuales ejerce ese dominio.  Su énfasis en la separación de la lucha palestina de la lucha local en los países árabes llevó a la adopción de tal política con respecto a las masas árabes que inclusive desmoralizó y enemistó a las masas jordanas y las libanesas entre las cuales actuaba y tenía su base.

Israel

El desarrollo de un movimiento revolucionario de masas en Israel depende del surgimiento de una revolución árabe, tanto políticamente y como fuerza material, que esté dentro del crecimiento de un movimiento árabe de ascendente credibilidad que realmente sea capaz de imponer su voluntad, basado en un programa que sea absolutamente intransigente hacia todas las instituciones sionistas y que reconozca los derechos nacionales de los judíos israelíes.  Este último punto sólo será relevante en Israel cuando un movimiento socialista revolucionario en los países árabes comience a ganar influencia en las masas de manera que los revolucionarios de Israel puedan apuntar hacia él como un programa genuino sobre el cual luchen las masas árabes.

No es posible lucha alguna en Israel que no sea explícitamente anti-sionista.  Aunque bajo el impacto de la intensificación de la crisis económica capitalista mundial la explotación de los trabajadores israelíes aumentará y la brecha económica y social entre los ashkenazíes y los sefarditas tienda a elevarse, la lucha meramente económica o políticamente limitada no puede llevar espontáneamente a la formación de la conciencia revolucionaria entre los trabajadores israelíes.  Tales luchas pueden lograrlo sólo si están presentes como elementos de la lucha anti-sionista.  Es imposible luchar contra el capitalismo en Israel sin luchar contra el sionismo, ya que el sionismo es la forma específica del dominio capitalista en Israel.

La OSI (Marxista), a través de un proceso de clarificación política, se ha basado en la clara perspectiva política de construir un partido leninista en toda la región; la orientación de la actividad revolucionaria en Israel sobre la revolución árabe; y la construcción del partido revolucionario de la región como una sección de la IV Internacional.

La OSI ha desarrollado un programa de exigencias democráticas, que en la situación israelí asume un carácter transitorio.  El programa de des-sionización incluye:

* La inmediata eliminación de todas las leyes, políticas y prácticas que confieran privilegios a los judíos, particularmente la ley de retorno;

* La inmediata apertura de las fronteras a todos los palestinos desplazados que deseen regresar, y una compensación por sus pérdidas a los que no lo deseen.

* Completa separación de la religión y el estado.

* La construcción de un sindicato verdaderamente independiente en oposición al pseudo-sindicato sionista, el Histadrut, basado en comités de base en los lugares de trabajo en todo el país.

Estas exigencias generales, si se llevan a cabo completamente, rompería el dominio del sionismo en Israel.  Ellas contienen un significado básicamente democrático: pueden relacionarse a cada lucha social progresista como la de demostrar que la marcha frontal de esas luchas depende de la intensificación del ataque a la clase dominante sionista.  Ellas no pueden materializarse cabalmente sin el derrocamiento del estado sionista y la toma del poder por el proletariado.