Como materia
viviente, la humanidad está ligada inseparablemente a los procesos
materiales y
energéticos de una cierta capa geológica de la Tierra, conectada a
la
biosfera. El ser
humano no puede permanecer independiente físicamente de la
biosfera ni siquiera
un minuto.
Vladimir Vernadski
Estructura Química
de la Biosfera de la Tierra
En la historia
geológica del planeta ocurrieron cinco extinciones antes siquiera de
que
hubieran aparecido los
seres humanos quienes estarían fomentando la sexta extinción a
juicio de los
conocedores.
Pocas veces nos
detenemos a meditar lo que sería de la biosfera sin los animales y
las plantas. Sin embargo, nunca como ahora en la historia biológica
del planeta, los animales y las
plantas peligran de una
muerte súbita propiciada por la presión depredadora de casi 6,000
millones de seres
humanos que han roto el equilibrio inter-especie e intra-especie.
Los humanos están
fracturando la armonía cósmica, ecológica e infrahumana que
presiona
la biosfera al punto
de, que no pocos científicos avanzan, ya estaríamos viviendo una
sexta
extinción que obliga a
repasar las previas cinco extinciones, antes de que aparecieran
tardíamente los
humanos hace 4.5 Millones de años, sin perder de vista que la
llamada "civilización" como tal, lleva a penas 6,000
diminutos años.
Esta perspectiva
longitudinal es fundamental para apreciar los vaivenes de los
animales,
que son anteriores a
los humanos mismos, en el largo peregrinar del túnel cronológico
del
planeta que tiene una
vida geológica de 4,600 Millones de años, lo que resalta la
infinita
dificultad de haber
implantado la vida. El "Big Bang" biológico detonó la
vida animal de
microorganismos, las
algas marinas, hace 600 Millones de años en el período CÁMBRICO.
Ya habían pasado 4,000 Millones de años sin vida en el planeta.
La primera explosión
de una amplia vida animal en la era CÁMBRICA se escenificó hace
540 Millones de años.
Los registros fósiles han mostrado cinco pulsos devastadores de
extinción. La sexta extinción parece haber empezado ya y se estaría
desplegando a nuestro alrededor. A diferencia de las anteriores cinco
extinciones, la actual extinción masiva es provocada
por la actividad humana
que de acuerdo a los científicos puede ser la más severa de todas.
El primer espasmo de
extinción sucedió hace 435 Millones de años, en el período
ORDOVICIO (SILÚRICO),
cuando desaparecieron los "trilobites" y otras formas de
vida
marina invertebrada.
La segunda extinción
fue hace 345 Millones de años en el período DEVÓNICO que afectó a
invertebrados marinos, corales y peces primitivos ("placodermos").
La tercera extinción
fue hace 250 Millones de años en el período PÉRMICO, cuando grupos
enteros de animales, entre ellos reptiles parecidos a los mamíferos,
se esfumaron. La
extinción PÉRMICA es
desconcertante y se calcula que hasta el 95 por ciento de todas las
especies vivas fue
aniquilado. Ninguna explicación ha sido demostrada y entre su
etiología
se señalan las
erupciones volcánicas en Siberia. Lo único comprobable es que los
cambios
climáticos fueron
brutales.
En la cuarta extinción
hace 195 Millones de años en el TRIASICO, aconteció el borramiento
de los primeros dinosaurios.
La quinta extinción
fue hace 165 Millones de años en el período CRETÁCICO que es la
más famosa y reciente
de las cinco extinciones, cuando desaparecieron los dinosaurios. La
extinción dinosáurica
ha causado una cálida controversia y existe una escuela de
pensamiento que aduce que los dinosaurios evolucionaron hacia
pájaros. Muchos científicos
aseveran que la
extinción fue producto de los cambios atmosféricos después del
impacto
de un asteroide en
Xichulub (Yucatán).
De acuerdo a la escuela
evolucionista, la extinción representa un proceso continuo que
causa una desaparición
permanente de especies, aún en los mejores tiempos. Los biólogos
creen que este proceso
constituye un instrumento que abre continuamente nichos para las
nuevas especies, lo que
alimenta la dinámica de la selección natural y el desarrollo de la
biodiversidad que se ha
incrementado, a pesar de todo, desde la primera explosión de vida
animal, en el período
CÁMBRICO.
En la actualidad
geológica la tasa de extinción ha empezado a incrementarse
dramáticamente hasta quizá más de cien veces. Hoy el Homo Sapiens
es el triunfador indiscutible de
la actual fase
bio/geológica del planeta: de su voluntad ecológica y nuclear
depende la vida
del resto de las
especies vivientes de la creación. La influencia del Homo Sapiens es
determinante sobre el destino de la biosfera, y es el momento de
detenerse a preguntarse: ¿Para
qué sirven los
animales y las plantas en el planeta?
La pregunta ha cesado
de ser "Para qué han servido" los animales y las plantas
desde la
matriz biológica de
las algas. La pregunta no consiste en sacar a relucir todos los usos
y
abusos de los animales
y las plantas para los que han sido destinados desde que los
primeros hominoides
dominaron al fuego prometeico. Desde la utilización casera, pasando
por el transporte,
hasta el empleo bélico/lúdico para guerrear o cazar, los animales
de todos
los tamaños no
solamente han precedido al género humano, sino que, además, siempre
lo
han acompañado desde
su génesis. Cuando los Dioses de todos los tiempos metafóricos de
la civilización
deciden castigar la soberbia y la imprudencia humana, los animales
domesticados lo han acompañado en su desgracia o en su salvación.
Hoy las ratas sirven en
los experimentos de laboratorio en la lucha contra el cáncer que
puede encontrar su
mirífica aplicación curativa en una de sus formas por medio de las
hormonas "endostatina "y "angiostatina". Con el
simple hecho de "vivir" natural y desreguladamente, los
seres humanos están presionando a la biosfera. Los animales
microscópicos
y macroscópicos se
encuentran en retirada, cuando no a la defensiva extintiva. La mancha
humana y urbana está
literalmente cubriendo el "habitar verde en el siglo del
petróleo que
expande por cielo, mar
y tierra sus productos combustibles contaminantes y tóxicos. El
impacto se magnifica
aún más con la capacidad tecnológica de recomponer el paisaje
terrenal, cada vez más de color grisáceo, y de alterar la
composición de los océanos.
¿Para qué sirven los
animales y las plantas en el planeta? Cada día los animales sirven
menos para el
transporte y cada vez más para la compañía de seres humanos
derrilectos
quienes ya no soportan
a sus congéneres cada vez más absortos por el silicio. Nadie sabe
con certeza cuantas
especies sobreviven en el planeta. Se han descrito 1.4 Millones con
lujo
taxonómico, pero los
biólogos asientan que el número debe ser multiplicado por un mínimo
de diez veces. Es curioso que en la fase presente el reino animal y
el reino vegetal se
encuentren en
declinación, mientras la humanidad ha crecido a velocidad
exponencial. ¿Es
saludable para la
creación el desacoplamiento de sus especies vivientes?
El incremento de los
rayos ultra-violeta y el adelgazamiento de la capa de ozono lesionan
a los
embriones de la "rana
de las cascadas" que se ha vuelto el detector biológico
involuntario de la
depredación ambiental.
La biodiversidad de todas las especies vivientes de la creación se
encuentra seriamente amenazada La biodiversidad expresa la
maravillosa variedad caleidoscópica de
una multiplicidad de
ecosistemas que serían a su vez las unidades funcionales de la
naturaleza.
En un ecosistema se
entrelazan inextricablemente las comunidades de plantas, animales y
microbios que
participan en la fábrica vital del planeta. La monoespecie humana en
su avance
soberbiamente insolente
cuan depredadoramente inexorable está desplazando a las otras
especies, está
presionando a los otros ecosistemas interrelacionados con el suyo
para su propia
supervivencia global, y
está poniendo en riesgo a la biodiversidad de las especies plurales.
Los biólogos han
enfatizado que la biosfera, extirpada de la existencia humana, no
sufriría
un gran deterioro, pero
el aserto contrario es biológicamente insustentable: la monoespecie
humana desaparecería
fulminantemente sin los insectos y los microbios. De forma tal que
los humanos
desquiciados en el consumismo biológico estarían suicidándose de
manera
crónica y estarían
cavando su tumba a pasos acelerados. Lo peor radica en que, en
diversos ecosistemas, las especies cruciales que consolidan la
cohesión biosférica son poco
numerosas y su
eliminación inconsciente puede llevar al sistema biosférico entero
al colapso por la extinción de multiespecies dependientes todas
entre sí que constituyen una unidad
virtual indivisible,
dentro de la cual se encuentran inmersos los humanos.
Las llamadas especies
"endémicas", es decir, las especies individuales que se
encuentran
aisladas en pequeñas
áreas (v.g. la ladera de una montaña, un río o una isla) son las
que corren el mayor peligro de aniquilamiento en la sexta extinción
en curso. Hasta la profundidad de los océanos donde nació el "Big
Bang" biológico de las algas, un cierto número de
especies marinas
finitas no se ha salvado de la codicia infinita de los rapaces
consumistas
desregulados. La tan
pul ¡citada contaminación ambiental no representa la primera
amenaza
global como
popularmente se concede sin mayor reflexión. La real y jerárquica
amenaza
global consiste en la
pérdida de la biodiversidad: la desaparición plural de diversas
plantas
y animales con sus
respectivos habitats.
El planeta vive un
singular estrés ecológico que delata TRES CONFLICTOS derivados de
la interacción de la
sociedad y el planeta: 1- CONFLICTO ECONÓMICO: depleción de
recursos finitos de la
biosfera que alcanzará la inestabilidad en la segunda mitad del
siglo
XXI; 2- CONFLICTO
GEOLÓGICO: la aceleración de la demografía y la contaminación
perturban la
climatología planetaria, contribuyen a la fractura de las capas
tectónicas de la
Tierra y arrojan
irreverentemente sus desechos tóxicos al cielo, suelo y océanos; y
3- CONFLICTO BIOLÓGICO: las especies se extinguen en forma
exponencial y la mancha urbana
que se desparrama como
tinta provoca una intensa presión sicológica entre sus ocupantes.
Según los biólogos,
en la actualidad la vulnerabilidad de los ecosistemas ha derivado en
el
declive de las especies
y en la fragmentación del habitat. La estructura de una comunidad
compuesta por animales y plantas probablemente se encamine al
colapso. Los humanos invaden los
paisajes y al degradar
las áreas vitales probablemente desencadenan enfermedades
resistentes
a los antibióticos
convencionales o reabren la Caja de Pandora de pestes, antaño
vencidas.
La retórica
"civilización" ha trastocado con asfalto y cemento el 60
por ciento de la masa
forestal de los bosques
que han acentuado la combustión de carbono a bióxido de carbono
con las consecuentes
alteraciones climatológicas. Los procesos de acomodamiento y
reajuste de la biosfera, el espacio donde se desenvuelve la vida,
están funcionando peligrosamente a su plena capacidad y, a menos que
sea detenida la demencia depredadora, la sexta
extinción llevaría
indirectamente al género humano a su perdición suicida
involuntaria.
Los humanos han
incurrido en el pecado mortal de pretender desprenderse de su entorno
e
independizarse de la
naturaleza circundante, ayudados por su genio inventivo— que va
desde los viajes
espaciales extra-terrestres, pasando por la robotización, hasta la
producción de materiales sintéticos reciclables— en medio de un
nuevo mundo de ingeniería
genética, clonación y
transplantes de órganos a la medida, que son susceptibles de cambiar
los conceptos de vida y
de muerte.
La tentación
científica es monumental y el agravio a la biosfera puede ser
proporcional a
la codicia en búsqueda
de la eternidad, en medio de la desolación planetaria cuando se
hayan roto
irreversiblemente nuestros eslabones invisibles con la biodiversidad
de las otras
especies vivientes de
la creación que hicieron posible la prodigiosa travesía humanista
capaz también de
crear, innovar y preservar.
CONCLUSIÓN:
El concepto
revolucionario de la "biosfera" acuñado por el genial
geoquímico ucraniano
Vladimir Vérnadski
(muchos antes que James Lovelock emitiera la popular "Gaia",
la diosa
griega que representa a
la Tierra), se antoja insuficiente y deficiente para el nuevo desafío
global propalado por la
sexta extinción en curso. Para la supervivencia del siglo XXI y del
Tercer Milenio se
requiere ir más allá de la "biosfera" y alcanzar un nivel
trascendental de
conciencia universal
evocada por la "NOÓSFERA"(de "nous ", mente). La
"noósfera" subsume la esfera donde se condensa la mente
universal de toda la humanidad vista como un
solo individuo,
indiviso e indivisible. Edouard Le Roy, un bergsoniano francés acuñó
el término de "noósfera" que fue retomado por el
inconmensurable jesuíta y paleontólogo
Teilhard de Chardin,
así como por el geoquímico Vladimir Vérnadski. Mientras que para
Teilhard de Chardin
representa una capa de pensamiento que arropa a la biosfera donde
converge
espiritualmente la conciencia universal, para Vladimir Vérnadski,
constituye una
cobertura material
alrededor del planeta que se modifica bajo la influencia humana:"la
humanidad como un todo
se ha vuelto una poderosa fuerza geológica; el desafío para los
humanos, su pensamiento
y su trabajo, es la reestructuración de la biosfera en los intereses
del género humano
libre-pensante como un todo".
La fragilidad de los
ecosistemas que propenden inexorablemente hacia la sexta extinción,
¿no sería el reflejo
certero de la fragmentación mental del género humano? ¿No pasa
ineludiblemente el rescate biosférico por la reconciliación de los
humanos consigo mismos
como con las demás
especies de la biodiversidad: los animales y la plantas, incluidas
también todas las razas humanas de la creación?
(Revista Origina,
sept.98)
En: Alfredo
Jaliffe; “El Lado Oscuro de la Globalización”, Cadmo y Europa,
México, 2000, pp. 439-443).
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