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1 jul 2014

¿LA SEXTA EXTINCIÓN? por Alfredo Jalife

Como materia viviente, la humanidad está ligada inseparablemente a los procesos

materiales y energéticos de una cierta capa geológica de la Tierra, conectada a la

biosfera. El ser humano no puede permanecer independiente físicamente de la

biosfera ni siquiera un minuto.

Vladimir Vernadski

Estructura Química de la Biosfera de la Tierra


En la historia geológica del planeta ocurrieron cinco extinciones antes siquiera de que
hubieran aparecido los seres humanos quienes estarían fomentando la sexta extinción a
juicio de los conocedores.


Pocas veces nos detenemos a meditar lo que sería de la biosfera sin los animales y las plantas. Sin embargo, nunca como ahora en la historia biológica del planeta, los animales y las
plantas peligran de una muerte súbita propiciada por la presión depredadora de casi 6,000
millones de seres humanos que han roto el equilibrio inter-especie e intra-especie.


Los humanos están fracturando la armonía cósmica, ecológica e infrahumana que presiona
la biosfera al punto de, que no pocos científicos avanzan, ya estaríamos viviendo una sexta
extinción que obliga a repasar las previas cinco extinciones, antes de que aparecieran
tardíamente los humanos hace 4.5 Millones de años, sin perder de vista que la llamada "civilización" como tal, lleva a penas 6,000 diminutos años.


Esta perspectiva longitudinal es fundamental para apreciar los vaivenes de los animales,
que son anteriores a los humanos mismos, en el largo peregrinar del túnel cronológico del
planeta que tiene una vida geológica de 4,600 Millones de años, lo que resalta la infinita
dificultad de haber implantado la vida. El "Big Bang" biológico detonó la vida animal de
microorganismos, las algas marinas, hace 600 Millones de años en el período CÁMBRICO. Ya habían pasado 4,000 Millones de años sin vida en el planeta.


La primera explosión de una amplia vida animal en la era CÁMBRICA se escenificó hace
540 Millones de años. Los registros fósiles han mostrado cinco pulsos devastadores de extinción. La sexta extinción parece haber empezado ya y se estaría desplegando a nuestro alrededor. A diferencia de las anteriores cinco extinciones, la actual extinción masiva es provocada
por la actividad humana que de acuerdo a los científicos puede ser la más severa de todas.


El primer espasmo de extinción sucedió hace 435 Millones de años, en el período
ORDOVICIO (SILÚRICO), cuando desaparecieron los "trilobites" y otras formas de vida
marina invertebrada.


La segunda extinción fue hace 345 Millones de años en el período DEVÓNICO que afectó a invertebrados marinos, corales y peces primitivos ("placodermos").


La tercera extinción fue hace 250 Millones de años en el período PÉRMICO, cuando grupos enteros de animales, entre ellos reptiles parecidos a los mamíferos, se esfumaron. La
extinción PÉRMICA es desconcertante y se calcula que hasta el 95 por ciento de todas las
especies vivas fue aniquilado. Ninguna explicación ha sido demostrada y entre su etiología
se señalan las erupciones volcánicas en Siberia. Lo único comprobable es que los cambios
climáticos fueron brutales.


En la cuarta extinción hace 195 Millones de años en el TRIASICO, aconteció el borramiento de los primeros dinosaurios.


La quinta extinción fue hace 165 Millones de años en el período CRETÁCICO que es la
más famosa y reciente de las cinco extinciones, cuando desaparecieron los dinosaurios. La
extinción dinosáurica ha causado una cálida controversia y existe una escuela de pensamiento que aduce que los dinosaurios evolucionaron hacia pájaros. Muchos científicos
aseveran que la extinción fue producto de los cambios atmosféricos después del impacto
de un asteroide en Xichulub (Yucatán).


De acuerdo a la escuela evolucionista, la extinción representa un proceso continuo que
causa una desaparición permanente de especies, aún en los mejores tiempos. Los biólogos
creen que este proceso constituye un instrumento que abre continuamente nichos para las
nuevas especies, lo que alimenta la dinámica de la selección natural y el desarrollo de la
biodiversidad que se ha incrementado, a pesar de todo, desde la primera explosión de vida
animal, en el período CÁMBRICO.


En la actualidad geológica la tasa de extinción ha empezado a incrementarse dramáticamente hasta quizá más de cien veces. Hoy el Homo Sapiens es el triunfador indiscutible de
la actual fase bio/geológica del planeta: de su voluntad ecológica y nuclear depende la vida
del resto de las especies vivientes de la creación. La influencia del Homo Sapiens es determinante sobre el destino de la biosfera, y es el momento de detenerse a preguntarse: ¿Para
qué sirven los animales y las plantas en el planeta?


La pregunta ha cesado de ser "Para qué han servido" los animales y las plantas desde la
matriz biológica de las algas. La pregunta no consiste en sacar a relucir todos los usos y
abusos de los animales y las plantas para los que han sido destinados desde que los
primeros hominoides dominaron al fuego prometeico. Desde la utilización casera, pasando
por el transporte, hasta el empleo bélico/lúdico para guerrear o cazar, los animales de todos
los tamaños no solamente han precedido al género humano, sino que, además, siempre lo
han acompañado desde su génesis. Cuando los Dioses de todos los tiempos metafóricos de
la civilización deciden castigar la soberbia y la imprudencia humana, los animales domesticados lo han acompañado en su desgracia o en su salvación.


Hoy las ratas sirven en los experimentos de laboratorio en la lucha contra el cáncer que
puede encontrar su mirífica aplicación curativa en una de sus formas por medio de las hormonas "endostatina "y "angiostatina". Con el simple hecho de "vivir" natural y desreguladamente, los seres humanos están presionando a la biosfera. Los animales microscópicos
y macroscópicos se encuentran en retirada, cuando no a la defensiva extintiva. La mancha
humana y urbana está literalmente cubriendo el "habitar verde en el siglo del petróleo que
expande por cielo, mar y tierra sus productos combustibles contaminantes y tóxicos. El
impacto se magnifica aún más con la capacidad tecnológica de recomponer el paisaje terrenal, cada vez más de color grisáceo, y de alterar la composición de los océanos.


¿Para qué sirven los animales y las plantas en el planeta? Cada día los animales sirven
menos para el transporte y cada vez más para la compañía de seres humanos derrilectos
quienes ya no soportan a sus congéneres cada vez más absortos por el silicio. Nadie sabe
con certeza cuantas especies sobreviven en el planeta. Se han descrito 1.4 Millones con lujo
taxonómico, pero los biólogos asientan que el número debe ser multiplicado por un mínimo de diez veces. Es curioso que en la fase presente el reino animal y el reino vegetal se
encuentren en declinación, mientras la humanidad ha crecido a velocidad exponencial. ¿Es
saludable para la creación el desacoplamiento de sus especies vivientes?


El incremento de los rayos ultra-violeta y el adelgazamiento de la capa de ozono lesionan a los
embriones de la "rana de las cascadas" que se ha vuelto el detector biológico involuntario de la
depredación ambiental. La biodiversidad de todas las especies vivientes de la creación se encuentra seriamente amenazada La biodiversidad expresa la maravillosa variedad caleidoscópica de
una multiplicidad de ecosistemas que serían a su vez las unidades funcionales de la naturaleza.

En un ecosistema se entrelazan inextricablemente las comunidades de plantas, animales y
microbios que participan en la fábrica vital del planeta. La monoespecie humana en su avance
soberbiamente insolente cuan depredadoramente inexorable está desplazando a las otras
especies, está presionando a los otros ecosistemas interrelacionados con el suyo para su propia
supervivencia global, y está poniendo en riesgo a la biodiversidad de las especies plurales.


Los biólogos han enfatizado que la biosfera, extirpada de la existencia humana, no sufriría
un gran deterioro, pero el aserto contrario es biológicamente insustentable: la monoespecie
humana desaparecería fulminantemente sin los insectos y los microbios. De forma tal que
los humanos desquiciados en el consumismo biológico estarían suicidándose de manera
crónica y estarían cavando su tumba a pasos acelerados. Lo peor radica en que, en diversos ecosistemas, las especies cruciales que consolidan la cohesión biosférica son poco
numerosas y su eliminación inconsciente puede llevar al sistema biosférico entero al colapso por la extinción de multiespecies dependientes todas entre sí que constituyen una unidad
virtual indivisible, dentro de la cual se encuentran inmersos los humanos.


Las llamadas especies "endémicas", es decir, las especies individuales que se encuentran
aisladas en pequeñas áreas (v.g. la ladera de una montaña, un río o una isla) son las que corren el mayor peligro de aniquilamiento en la sexta extinción en curso. Hasta la profundidad de los océanos donde nació el "Big Bang" biológico de las algas, un cierto número de
especies marinas finitas no se ha salvado de la codicia infinita de los rapaces consumistas
desregulados. La tan pul ¡citada contaminación ambiental no representa la primera amenaza
global como popularmente se concede sin mayor reflexión. La real y jerárquica amenaza
global consiste en la pérdida de la biodiversidad: la desaparición plural de diversas plantas
y animales con sus respectivos habitats.


El planeta vive un singular estrés ecológico que delata TRES CONFLICTOS derivados de
la interacción de la sociedad y el planeta: 1- CONFLICTO ECONÓMICO: depleción de
recursos finitos de la biosfera que alcanzará la inestabilidad en la segunda mitad del siglo
XXI; 2- CONFLICTO GEOLÓGICO: la aceleración de la demografía y la contaminación
perturban la climatología planetaria, contribuyen a la fractura de las capas tectónicas de la
Tierra y arrojan irreverentemente sus desechos tóxicos al cielo, suelo y océanos; y 3- CONFLICTO BIOLÓGICO: las especies se extinguen en forma exponencial y la mancha urbana
que se desparrama como tinta provoca una intensa presión sicológica entre sus ocupantes.


Según los biólogos, en la actualidad la vulnerabilidad de los ecosistemas ha derivado en el
declive de las especies y en la fragmentación del habitat. La estructura de una comunidad compuesta por animales y plantas probablemente se encamine al colapso. Los humanos invaden los
paisajes y al degradar las áreas vitales probablemente desencadenan enfermedades resistentes
a los antibióticos convencionales o reabren la Caja de Pandora de pestes, antaño vencidas.

La retórica "civilización" ha trastocado con asfalto y cemento el 60 por ciento de la masa
forestal de los bosques que han acentuado la combustión de carbono a bióxido de carbono
con las consecuentes alteraciones climatológicas. Los procesos de acomodamiento y reajuste de la biosfera, el espacio donde se desenvuelve la vida, están funcionando peligrosamente a su plena capacidad y, a menos que sea detenida la demencia depredadora, la sexta
extinción llevaría indirectamente al género humano a su perdición suicida involuntaria.


Los humanos han incurrido en el pecado mortal de pretender desprenderse de su entorno e
independizarse de la naturaleza circundante, ayudados por su genio inventivo— que va
desde los viajes espaciales extra-terrestres, pasando por la robotización, hasta la producción de materiales sintéticos reciclables— en medio de un nuevo mundo de ingeniería
genética, clonación y transplantes de órganos a la medida, que son susceptibles de cambiar
los conceptos de vida y de muerte.


La tentación científica es monumental y el agravio a la biosfera puede ser proporcional a
la codicia en búsqueda de la eternidad, en medio de la desolación planetaria cuando se
hayan roto irreversiblemente nuestros eslabones invisibles con la biodiversidad de las otras
especies vivientes de la creación que hicieron posible la prodigiosa travesía humanista
capaz también de crear, innovar y preservar.


CONCLUSIÓN:

El concepto revolucionario de la "biosfera" acuñado por el genial geoquímico ucraniano
Vladimir Vérnadski (muchos antes que James Lovelock emitiera la popular "Gaia", la diosa
griega que representa a la Tierra), se antoja insuficiente y deficiente para el nuevo desafío
global propalado por la sexta extinción en curso. Para la supervivencia del siglo XXI y del
Tercer Milenio se requiere ir más allá de la "biosfera" y alcanzar un nivel trascendental de
conciencia universal evocada por la "NOÓSFERA"(de "nous ", mente). La "noósfera" subsume la esfera donde se condensa la mente universal de toda la humanidad vista como un
solo individuo, indiviso e indivisible. Edouard Le Roy, un bergsoniano francés acuñó el término de "noósfera" que fue retomado por el inconmensurable jesuíta y paleontólogo
Teilhard de Chardin, así como por el geoquímico Vladimir Vérnadski. Mientras que para
Teilhard de Chardin representa una capa de pensamiento que arropa a la biosfera donde
converge espiritualmente la conciencia universal, para Vladimir Vérnadski, constituye una
cobertura material alrededor del planeta que se modifica bajo la influencia humana:"la
humanidad como un todo se ha vuelto una poderosa fuerza geológica; el desafío para los
humanos, su pensamiento y su trabajo, es la reestructuración de la biosfera en los intereses
del género humano libre-pensante como un todo".


La fragilidad de los ecosistemas que propenden inexorablemente hacia la sexta extinción,
¿no sería el reflejo certero de la fragmentación mental del género humano? ¿No pasa ineludiblemente el rescate biosférico por la reconciliación de los humanos consigo mismos
como con las demás especies de la biodiversidad: los animales y la plantas, incluidas también todas las razas humanas de la creación?

(Revista Origina, sept.98)


En: Alfredo Jaliffe; “El Lado Oscuro de la Globalización”, Cadmo y Europa, México, 2000, pp. 439-443).

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