“Tenéis la fortuna de que vuestro pueblo sea depositario de la reliquia más venerable de la antigüedad hispana. Otras tendrán más valor artístico, serán más admiradas y codiciadas universalmente, pero no hay otra que tenga la importancia de esta lengua”.
Ramón Menéndez Pidal, Director de la Real Academia de la Lengua Española (1925-1939)
a) El antiquísimo origen del euskera.
La mayor parte de los lingüistas están de acuerdo en afirmar que el euskera es la lengua viva más antigua de Europa Occidental. Su antigüedad se remonta como mínimo a tiempos neolíticos, aunque algunas evidencias lingüísticas demuestran que su origen puede estar mucho más atrás.
Así por ejemplo, la raíz “haitz” (piedra) está presente en el nombre de varias herramientas que desde tiempo inmemorial la humanidad ha conocido fabricadas en metal, pero que los vascos aun siguen denominando como si fueran útiles paleolíticos: Aizkora (hacha), aizto (cuchillo), aitzurra (azada) o zulakaitz (punzón).
Otro vocablo antiquísimo es la raíz “ur”, que hoy traducimos como agua, pero que en su origen (y como apunta el lingüista Imanol Mújica) pudo significar materia viva. Así, con la raiz “ur” se forman “lur” (tierra), “elur” (nieve), “zur” (madera), “haur” (niño), “hezur” (hueso), “euri” (lluvia)…
También es muy antigua la raíz onomatopéyica “iz” que significa energía o luz, de la cual derivan, “izar” (estrella) izan (verbo: ser), “izadi” (naturaleza), izaki (criatura viviente), izpiritu (espiritu), izaera (carácter, modo de ser), izorra (embarazada), izotz (hielo: literalmente energía fría).
Éstas, y otras muchas evidencias, han llevado a afirmar a numerosos lingüistas e historiadores que la lengua vasca puede considerarse heredera directa de la lengua que hablaban las gentes que habitaron hace 15.000 años las cuevas de Altamira, Ekain o Lascaux durante la última glaciación. Así, entre muchos otros autores, destacamos:
El profesor Luis Pericot en el discurso pronunciado en la clausura del XII Pleno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1952:
La mayor parte de los lingüistas están de acuerdo en afirmar que el euskera es la lengua viva más antigua de Europa Occidental. Su antigüedad se remonta como mínimo a tiempos neolíticos, aunque algunas evidencias lingüísticas demuestran que su origen puede estar mucho más atrás.
Así por ejemplo, la raíz “haitz” (piedra) está presente en el nombre de varias herramientas que desde tiempo inmemorial la humanidad ha conocido fabricadas en metal, pero que los vascos aun siguen denominando como si fueran útiles paleolíticos: Aizkora (hacha), aizto (cuchillo), aitzurra (azada) o zulakaitz (punzón).
Otro vocablo antiquísimo es la raíz “ur”, que hoy traducimos como agua, pero que en su origen (y como apunta el lingüista Imanol Mújica) pudo significar materia viva. Así, con la raiz “ur” se forman “lur” (tierra), “elur” (nieve), “zur” (madera), “haur” (niño), “hezur” (hueso), “euri” (lluvia)…
También es muy antigua la raíz onomatopéyica “iz” que significa energía o luz, de la cual derivan, “izar” (estrella) izan (verbo: ser), “izadi” (naturaleza), izaki (criatura viviente), izpiritu (espiritu), izaera (carácter, modo de ser), izorra (embarazada), izotz (hielo: literalmente energía fría).
Éstas, y otras muchas evidencias, han llevado a afirmar a numerosos lingüistas e historiadores que la lengua vasca puede considerarse heredera directa de la lengua que hablaban las gentes que habitaron hace 15.000 años las cuevas de Altamira, Ekain o Lascaux durante la última glaciación. Así, entre muchos otros autores, destacamos:
El profesor Luis Pericot en el discurso pronunciado en la clausura del XII Pleno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1952:
“¿Quién sabe qué es la lengua vasca? Nada puede en los países europeos devolver a un hombre del siglo XX la sensación de transponerse a 5 ó 10.000 años antes. A nosotros nos basta para ello con escuchar a unos campesinos vascos en alguna de sus fiestas populares improvisando en su vieja lengua y cerrar los ojos. ¡Estamos oyendo a unos pastores neolíticos o acaso a quienes pintaron Altamira!”
El escritor Louis Charpentier afirmaba en su clarividente libro “El misterio vasco” que:
“Resultaría difícil afirmar que el euskera actual era hablado ya hace más de 10.000 años, en los tiempos magdalenienses, pero es indudable que, desde aquellos tiempos hasta nuestros días, en la lengua vasca se han conservado vocablos empleados por los magdalenienses de la región pirenaica.”
El antropólogo y miembro de la Real Academia de la Lengua Española Julio Caro Barojaafirmaba que:
“El origen de este pueblo es el de su lengua, que muchos suponen que podría remontarse al hombre de Cromañón.”
Para el profesor de la Universidad de Standford Luigi luca Cavalli-Sforza:
“La lengua vasca desciende de las lenguas habladas en la primera ocupación de Francia suroccidental y España noroccidental por los hombres de Cro-Magnon . Los grandes artistas de las cuevas de la región hablaban una lengua de la que desciende el moderno euskera.”
Felix Zubiaga, investigador y escritor afirma:
“Para los lingüistas el euskera es una lengua de origen desconocido, cuando en realidad, el euskera es testigo natural del nacimiento del lenguaje articulado y, por lo tanto, aclara su origen a través de sus monosílabos originales, fuentes primarias del lenguaje.”
Y por su parte el escritor y lingüista Josu Naberan cree que:
“Es probable que el euskera sea uno de los focos de origen del lenguaje articulado”
Independientemente de la mayor o menor antigüedad del euskera, el hecho trascendental es que dicha lengua constituye el último nexo lingüístico con las culturas de la Vieja Europa y, a través de ella, se pueden desenmarañar muchos de los enigmas sobre nuestro pasado. Comencemos.
b) El refugio climático cantábrico-aquitano (… origen geográfico del euskera)
El euskera es hablado hoy en día por unas 800.000 personas que habitan, en su mayor parte, en el Norte de España y el Sur de Francia. Estas gentes se denominan así mismos como euskaldunak (“los que hablan euskera”), por lo que su identidad queda definida en última instancia por el idioma y no por un espacio geográfico determinado.
Los euskaldunak, al estar repartidos entre los territorios de dos estados-nación diferentes, son actualmente bilingües, ya que conviven con gentes que hablan otros dos idiomas: el español y el francés. Estas tres comunidades idiomáticas son las que en su mayor parte componen al pueblo que hoy conocemos como vasco (Basoko = “del bosque”).
Sin embargo, el idioma euskera se haya aún claramente reflejado en los nombres de pueblos, montes, valles y ríos de una zona bastante más amplia que la del territorio vasco actual. Esta zona comprende gran parte de los macizos y zonas adyacentes de las cordilleras Cantábrica y Pirenaica, así como la parte del Sudoeste de Francia que hoy conocemos como Aquitania. Estos lugares, a tenor de las evidencias toponímicas, compondrían la primitiva morada de los euskaldunak.
Se da la extraordinaria circunstancia de que es precisamente en esta zona geográfica, hogar primigenio de la lengua viva más vieja de Europa, dónde se encuentran gran parte de los yacimientos paleolíticos más relevantes de nuestro continente, así como la concentración de arte rupestre más importante del mundo en cantidad e importancia (lo que los historiadores llaman arte franco-cantábrico).
b) El refugio climático cantábrico-aquitano (… origen geográfico del euskera)
El euskera es hablado hoy en día por unas 800.000 personas que habitan, en su mayor parte, en el Norte de España y el Sur de Francia. Estas gentes se denominan así mismos como euskaldunak (“los que hablan euskera”), por lo que su identidad queda definida en última instancia por el idioma y no por un espacio geográfico determinado.
Los euskaldunak, al estar repartidos entre los territorios de dos estados-nación diferentes, son actualmente bilingües, ya que conviven con gentes que hablan otros dos idiomas: el español y el francés. Estas tres comunidades idiomáticas son las que en su mayor parte componen al pueblo que hoy conocemos como vasco (Basoko = “del bosque”).
Sin embargo, el idioma euskera se haya aún claramente reflejado en los nombres de pueblos, montes, valles y ríos de una zona bastante más amplia que la del territorio vasco actual. Esta zona comprende gran parte de los macizos y zonas adyacentes de las cordilleras Cantábrica y Pirenaica, así como la parte del Sudoeste de Francia que hoy conocemos como Aquitania. Estos lugares, a tenor de las evidencias toponímicas, compondrían la primitiva morada de los euskaldunak.
Se da la extraordinaria circunstancia de que es precisamente en esta zona geográfica, hogar primigenio de la lengua viva más vieja de Europa, dónde se encuentran gran parte de los yacimientos paleolíticos más relevantes de nuestro continente, así como la concentración de arte rupestre más importante del mundo en cantidad e importancia (lo que los historiadores llaman arte franco-cantábrico).
Todos estos yacimientos permiten suponer, y sobre esto parece que los investigadores no tienen duda alguna, que gran parte de los europeos de la época del Paleolítico Superior buscaron refugio durante la última glaciación en las miles de cuevas del Cantábrico, del Pirineo y de Aquitania.
Pero esta zona no fue sólo elegida por nuestros antepasados por la gran cantidad de refugios rocosos. En aquella época (en la que el casquete glaciar llegaba hasta Normandía), las costas del cantábrico y de Aquitania poseían junto a las regiones del Cáucaso, uno de los climas más benignos de todo el continente, lo que permite hablar de un auténtico “refugio climático”.
Pero esta zona no fue sólo elegida por nuestros antepasados por la gran cantidad de refugios rocosos. En aquella época (en la que el casquete glaciar llegaba hasta Normandía), las costas del cantábrico y de Aquitania poseían junto a las regiones del Cáucaso, uno de los climas más benignos de todo el continente, lo que permite hablar de un auténtico “refugio climático”.
“En Creta se han encontrado numerosos ídolos femeninos del III y II milenio a.c., en su mayoría hechos de arcilla cocida y algunos de ellos contienen signos inscritos. Más de mil años después de la pérdida de la escritura sacra de la Vieja Europa, revive en Creta la costumbre de grabar inscripciones en ídolos femeninos. No puede haber ninguna duda de que las inscripciones de las figuras cretenses tenían la misma función que las de las figuras de Vinca: entraban en el contexto de rituales religiosos, especialmente del culto de los antepasados. Los signos que aparecen en las figuras cretenses inscritas pertenecen al sistema que se conoce como escritura lineal A […] El estudioso que se toma la molestia de investigar de forma comparativa el elenco de signos de la escritura de la Vieja Europa y el de la escritura lineal cretense se ve de hecho recompensado; y es que el resultado es una larga lista de signos similares o idénticos. Más de sesenta símbolos individuales se encuentran tanto en la Vieja Europa como en Creta. Esto significa que cerca de un tercio del inventario de signos antiguo-europeos reviven en la escritura cretense lineal A.” Harald haarman
Harman manifiesta su escepticismo en cuanto a la posibilidad de traducir estos signos a un lenguaje inteligible y así comprender su significado. Sin embargo, unos años después de la publicación de su trabajo, los profesores de la Universidad Complutense de Madrid Jorge Alonso y Antonio Arnaiz publicaron un libro (Minoicos, cretenses y vascos) en el que aseguraban que la lengua cretense (lineal A) podía ser descifrada a través del euskera.
Las traducciones que realizaron Alonso y Arnaiz, se desarrollaron a partir de los valores fonéticos que tradicionalmente se atribuyen a los signos cretenses, pero interpretándoles a partir del euskera. El resultado de aplicar este método fue comprobar que las frases que aparecían en todas aquellas estelas funerarias y objetos votivos describían perfectamente las creencias sobre la muerte que tenían las culturas de la Vieja Europa.
Algunas palabras se repetían hasta la saciedad en las transcripciones cretenses pero también en otras pertenecientes a las culturas íbera (España) y etrusca (Italia) que, según los investigadores, pertenecían a la misma familia idiomática y podían servir de modelo comparativo. Hablaban de una Diosa llamada Ama (madre en vasco), de una puerta (Ate) como sinónimo de sepultura, de las llamas (kar) y de la osuridad (bals). Es decir, al igual que la Diosa Mari de los vascos (y las diosas neolíticas europeas), la Diosa mediterránea regía el mundo subterráneo (de la oscuridad y el fuego), morada de los espíritus (útero de la Diosa) y a dónde acuden los fallecidos a través de la puerta que representa la sepultura. La obtención de estos significados en las traducciones, que encajaban como un guante con las creencias arcaicas europeas, demostraba así lo correcto del camino abierto. Así nos lo cuentan Arnaiz y Alonso:
“El término Atano, la emblemática alusión a la puerta del más allá subterráneo, aparece repetida una y otra vez en las inscripciones ibéricas y etruscas. Por otro lado, la reflexión sobre algunas tradiciones cretenses conservadas anticipaba ya una comunidad cultural (iberos-etruscos-cretenses), que esperábamos se confirmase con las pruebas lingüísticas. […] Cuando comenzaron a surgir de los textos del lineal A alusiones a la madre, la señora, el infierno, los valles del más allá, el río de fuego, podían compararse sin lugar a duda las distintas fonéticas y tomar decisiones sobre los fonemas y signos silábicos utilizados en las transliteraciones.
[…] La sensación que en principio se recibe de las frases funerarias cretenses es la misma que las procedentes de iberos y etruscos: una espiritualidad sencilla, […] llena de confianza en las diosas de ultratumba. Los individuos que se enfrentan con el más allá expresan su fe en los poderes del infierno, que carecía de las connotaciones negativas de nuestra religión cristiana. El infierno cretense no es comparable al que se describe en la religión cristiana, aunque sin duda deben poseer algunos elementos comunes, pero en la vieja PUERTA neolítica reside la divinidad generadora de la resurrección y la fertilidad. […] Los familiares de los difuntos invocan también en la frase ritual buena acogida para el fallecido en los parajes adonde llega el espíritu del muerto. El infierno se sitúa como en el resto de los países mediterráneos investigados: tartesos, ibéricos, etruscos, en el interior de la tierra, donde en medio de la oscuridad corre un río de metal incandescente.[…] En creta, durante el Neolítico, la costumbre funeraria había sido como en la península ibérica y el norte de África: enterrar los muertos en cuevas y refugios de las rocas. A veces se realizaban enterramientos masivos (cementerios), y posteriormente se construyeron en la isla tumbas con el aspecto de cavernas”
Harman manifiesta su escepticismo en cuanto a la posibilidad de traducir estos signos a un lenguaje inteligible y así comprender su significado. Sin embargo, unos años después de la publicación de su trabajo, los profesores de la Universidad Complutense de Madrid Jorge Alonso y Antonio Arnaiz publicaron un libro (Minoicos, cretenses y vascos) en el que aseguraban que la lengua cretense (lineal A) podía ser descifrada a través del euskera.
Las traducciones que realizaron Alonso y Arnaiz, se desarrollaron a partir de los valores fonéticos que tradicionalmente se atribuyen a los signos cretenses, pero interpretándoles a partir del euskera. El resultado de aplicar este método fue comprobar que las frases que aparecían en todas aquellas estelas funerarias y objetos votivos describían perfectamente las creencias sobre la muerte que tenían las culturas de la Vieja Europa.
Algunas palabras se repetían hasta la saciedad en las transcripciones cretenses pero también en otras pertenecientes a las culturas íbera (España) y etrusca (Italia) que, según los investigadores, pertenecían a la misma familia idiomática y podían servir de modelo comparativo. Hablaban de una Diosa llamada Ama (madre en vasco), de una puerta (Ate) como sinónimo de sepultura, de las llamas (kar) y de la osuridad (bals). Es decir, al igual que la Diosa Mari de los vascos (y las diosas neolíticas europeas), la Diosa mediterránea regía el mundo subterráneo (de la oscuridad y el fuego), morada de los espíritus (útero de la Diosa) y a dónde acuden los fallecidos a través de la puerta que representa la sepultura. La obtención de estos significados en las traducciones, que encajaban como un guante con las creencias arcaicas europeas, demostraba así lo correcto del camino abierto. Así nos lo cuentan Arnaiz y Alonso:
“El término Atano, la emblemática alusión a la puerta del más allá subterráneo, aparece repetida una y otra vez en las inscripciones ibéricas y etruscas. Por otro lado, la reflexión sobre algunas tradiciones cretenses conservadas anticipaba ya una comunidad cultural (iberos-etruscos-cretenses), que esperábamos se confirmase con las pruebas lingüísticas. […] Cuando comenzaron a surgir de los textos del lineal A alusiones a la madre, la señora, el infierno, los valles del más allá, el río de fuego, podían compararse sin lugar a duda las distintas fonéticas y tomar decisiones sobre los fonemas y signos silábicos utilizados en las transliteraciones.
[…] La sensación que en principio se recibe de las frases funerarias cretenses es la misma que las procedentes de iberos y etruscos: una espiritualidad sencilla, […] llena de confianza en las diosas de ultratumba. Los individuos que se enfrentan con el más allá expresan su fe en los poderes del infierno, que carecía de las connotaciones negativas de nuestra religión cristiana. El infierno cretense no es comparable al que se describe en la religión cristiana, aunque sin duda deben poseer algunos elementos comunes, pero en la vieja PUERTA neolítica reside la divinidad generadora de la resurrección y la fertilidad. […] Los familiares de los difuntos invocan también en la frase ritual buena acogida para el fallecido en los parajes adonde llega el espíritu del muerto. El infierno se sitúa como en el resto de los países mediterráneos investigados: tartesos, ibéricos, etruscos, en el interior de la tierra, donde en medio de la oscuridad corre un río de metal incandescente.[…] En creta, durante el Neolítico, la costumbre funeraria había sido como en la península ibérica y el norte de África: enterrar los muertos en cuevas y refugios de las rocas. A veces se realizaban enterramientos masivos (cementerios), y posteriormente se construyeron en la isla tumbas con el aspecto de cavernas”
Para obtener estos resultados, Jorge Alonso había comenzado previamente descifrando el lenguaje ibérico a partir del euskera. Recuperaba por tanto la vieja “teoría vasco-iberista” sostenida por múltiples autores peninsulares de los siglos XVI, XVII y XVIII y posteriormente marginada hasta nuestros días. Según esta teoría, el euskera sería heredera de la lengua primigenia que se habló en toda la península ibérica.
Siguiendo la estela de todos aquellos autores clásicos, Jorge Alonso centró su estudio en las frases funerarias inscritas en lápidas iberico-tartésicas. Tenía la esperanza de que se dieran las condiciones que había observado en la epigrafía de las tumbas etruscas, que contienen casi siempre las mismas palabras y son muy reiterativas en las expresiones (un ejemplo de lo que ocurre en nuestros propios cementerios, donde las dedicatorias son muy semejantes en sus referencias y redacción).
Transcribió entonces varias inscripciones funerarias al alfabeto latino en dónde se repetían insistentemente los vocablos "BALCE" y "ATIN":
BALCEATIN
BALCEATINTAE
BALCEKALDUR
ATINBELAUR
BALCEATINOE
BALCEATINISBETARTICEREBANEN
Siguiendo la estela de todos aquellos autores clásicos, Jorge Alonso centró su estudio en las frases funerarias inscritas en lápidas iberico-tartésicas. Tenía la esperanza de que se dieran las condiciones que había observado en la epigrafía de las tumbas etruscas, que contienen casi siempre las mismas palabras y son muy reiterativas en las expresiones (un ejemplo de lo que ocurre en nuestros propios cementerios, donde las dedicatorias son muy semejantes en sus referencias y redacción).
Transcribió entonces varias inscripciones funerarias al alfabeto latino en dónde se repetían insistentemente los vocablos "BALCE" y "ATIN":
BALCEATIN
BALCEATINTAE
BALCEKALDUR
ATINBELAUR
BALCEATINOE
BALCEATINISBETARTICEREBANEN