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28 mar 2015

Los Luchadores por la Libertad Económica y la Revolución Sudafricana



Los Luchadores por la Libertad Económica y la Revolución Sudafricana

Por Ben Morken (Corriente Marxista Internacional)

Traducido por Chucho Nery
 Del 13 al 16 de diciembre de 2014 los Luchadores por la Libertad Económica (LLE) llevaron a cabo su primer congreso nacional.  Al evento asistieron más de 2.000 delegados representando a más de 500.000 miembros. ¡Fue una excelente asistencia para un partido que sólo tiene un año de existencia!

La “Asamblea Nacional de los Pueblos” se reunió en la ciudad de Mangaung (Free State).  A pesar de maliciosos reportes en los medios sobre “caos” y “revueltas” durante el proceso de nominación y elección de la junta directiva, el Grupo de Comando Central, en realidad el congreso en general fue muy exitoso y sigue representando un hito importante para los Luchadores.

Uno de los momentos más importantes durante la asamblea fue cuando su líder, Julius Malema, comprometió al partido con el socialismo:  “El socialismo no elimina la propiedad personal que no explota.  El socialismo elimina la propiedad privada poseída por individuos y es usada para generar ganancias, como las fábricas y los bancos.  Para nosotros el socialismo significa principalmente que debemos desarrollar colectivamente las fuerzas productivas y asegurarnos que todo el pueblo tenga igual acceso a una economía sostenible que satisfaga sus necesidades básicas”, afirmó.  Esta es una conclusión bienvenida y un importante paso hacia adelante.

Introducción

El surgimiento de los LLE a la izquierda del Congreso Nacional Africano (CNA, partido de gobierno) es una clara manifestación de la radicalización que se lleva a cabo en la sociedad sudafricana.  Ningún otro partido de oposición en las últimas dos décadas ha hecho semejante entrada repentina y dramática en la arena política.  Pero el surgimiento de los LLE necesita una mirada más atenta a ese partido y a algunas de sus posiciones políticas.

Los LLE se describen a sí mismos como un “movimiento radical, izquierdista, anti-capitalista y anti-imperialista con un enfoque internacionalista anclado en las formaciones y las luchas populares de base”.  También afirma que “saca su inspiración de la amplia tradición marxista-leninista y la escuela fanoniana de pensamiento en sus análisis del estado, el imperialismo, la cultura y las contradicciones de clase en toda sociedad.” [Nota: Frantz Fanon fue un psicólogo radical de izquierda que tuvo influencia en muchos activistas anti-imperialistas a lo largo del antiguo mundo colonial incluyendo, en particular, a Sudáfrica].

El partido se basa en lo que ellos llaman “pilares fundamentales no-negociables para la libertad económica en el presente”, a saber: a) Expropiación de la tierra sudafricana sin compensación para la justa redistribución en su uso; b) Nacionalización de las minas, bancos y otros sectores estratégicos de la economía, sin compensación; c) Construir un estado y un gobierno capaz, que lleve a la abolición de las licitaciones fraudulentas; d) Educación, salud, vivienda y seguridad social gratuita y de calidad; e) Desarrollo industrial masivo y protegido para crear millones de empleos sostenibles, incluyendo la introducción de salarios mínimos con el fin de cerrar la brecha salarial entre ricos y pobres, cerrar la brecha salarial del apartheid y promover rápidos ascensos laborales para los africanos en sus sitios de trabajo; f) Desarrollo masivo de la economía africana y abogar por un cambio que vaya de la reconciliación a la justicia en todo el continente; g) Gobierno y sociedad abiertos, responsables y libres de corrupción sin miedo a la victimización por organismos estatales.



Para comprender totalmente el surgimiento de los LLE y su radical enfoque y algunas de sus políticas más destacadas primero es necesario ver el contexto en el cual ha salido a la luz.  Sólo observando el proceso de lucha de clases en el período previo es posible entender completamente los acontecimientos actuales y el surgimiento de semejante formación política radical.

  Un sistema enfermo

El capitalismo en Sudáfrica es un sistema completamente enfermo y se halla en un punto muerto.  Millones de personas sufren la indignidad del hambre, no porque el país carezca de los medios para resolver el desempleo y la pobreza.  Al contrario, Sudáfrica está asentada sobre algunos de los depósitos minerales más grandes del mundo.  Al mismo tiempo que la clase trabajadora y los pobres han tenido que sufrir esta situación los capitalistas se han forrado con trillones de rands que podrían borrar la pobreza y el desempleo para siempre.  Además de esto la crisis del 2008 también golpeó su economía, llevando a la pérdida de más de un millón de empleos.  Ahora oficialmente más del 25% de la población económicamente activa está desempleada, aunque una definición expandida la coloca en un 36%.

Para muchos es evidente que la vida bajo el capitalismo es insostenible.  Esta realidad está mirando fijamente a millones de trabajadores a la cara.  Incapaz de resolver esto la burguesía descarga la crisis sobre los hombros de los trabajadores.  Esto ha llevado a una rabia generalizada entre la clase trabajadora y la juventud.

Sin embargo, los líderes de las organizaciones políticas tradicionales de las masas sudafricanas, el CNA y el Partido Comunista de Sudáfrica (PCSA), no han reflejado este estado de ánimo.  De hecho han estado del lado opuesto de las barricadas en cada situación crucial.

La masacre de Marikana expuso claramente los intereses reales del liderazgo del CNA, que están completamente entrelazados a los de la burguesía.  Allí los supuestos líderes del movimiento de liberación, en un acto claramente premeditado, abrieron fuego sobre pacíficos trabajadores en huelga.  Al mismo tiempo la naturaleza podrida y corrupta del bando de Zuma está siendo expuesta cada día.  El escándalo Nkandla reveló especialmente la lujosa vida de la élite, en claro contraste a la desesperada situación de la mayoría.  Los líderes “comunistas” son aun más rabiosos y reaccionarios que sus contrapartes supuestamente “reformistas”.  Las masas están furiosas sobre esta situación.  Las organizaciones que supuestamente debían encabezar la lucha contra el fiero ataque de la burguesía están paralizadas, ya que sus liderazgos de hecho lideran ellos mismos la feroz agresión.

En esta situación los LLE han sido la voz más radical contra la clase gobernante.  Ninguna otra organización política ha tenido un enfoque similar al de los LLE.  En el campo sindical el Sindicato Nacional de Obreros Metalúrgicos de Sudáfrica (SINOMSA, el más grande y poderoso del país) ha comenzado a moverse en una dirección similar, habiendo roto con el liderazgo de derecha de la alianza tripartita CNA-PCSA-CSSA (Congreso de Sindicatos de Sudáfrica).



Los LLE han intervenido en cada lucha importante del país.  Desde las minas hasta los barrios marginales el líder de los LLE Julius Malema ha estado presente elevando las humildes exigencias, llevando adelante el importante tema de la nacionalización de los puntos neurálgicos de la economía, así como también llamando a la revolución.  Ellos se han levantado contra los líderes corruptos del CNA y han expuesto valientemente cómo esconden su corrupción detrás del parlamentarismo burocrático.

Este audaz enfoque y la retórica revolucionaria ha atraído a una amplia capa de jóvenes y de la clase trabajadora que están buscando una solución radical a sus problemas.

Se necesita un correcto enfoque de la nacionalización

El llamado a la nacionalización fue un acontecimiento extremadamente importante y se conecta con las tradiciones históricas del movimiento de liberación.  Desafortunadamente, la forma en que los líderes de los LLE plantean el asunto de la nacionalización no siempre es clara o consecuente.  ¿Es parte de un programa general de lucha por el socialismo o es un medio para resolver algunas de las contradicciones dentro del sistema capitalista?  La nacionalización en y por sí misma, a menos que se lleve a cabo bajo el control y la administración democrática de los trabajadores y sea parte de un plan global, no necesariamente resuelve los problemas de la clase trabajadora.

En una entrevista poco después de la formación de los LLE, el líder del partido Malema defendió la propiedad estatal de la siguiente manera: “Los mismos británicos, cuando salieron de la guerra, se apoderaron de la economía.  Fue un control estatal.  Ellos se lo quitaron al capital privado y se lo dieron al estado.  Ahora los estadounidenses, recientemente con la crisis financiera global, tomaron el control e intervinieron directamente en cómo las industrias automotrices debían ser administradas por el estado.”

El problema al plantear la cuestión en esos términos es que parece indicar que el tipo de nacionalización planificada es una que sea compatible con la sobrevivencia del capitalismo y no dirigida hacia su derrocamiento.  Es cierto que el estado burgués tomó las industrias en el pasado.  Luego de la II Guerra Mundial, el Partido Laborista británico en el poder llevó a cabo un programa de nacionalizaciones.  ¡De hecho fue la única vez en que realmente llevaron a cabo su programa!

El Banco de Inglaterra fue nacionalizado en 1946.  Luego siguió la telefónica, y la industria del carbón en 1947, seguida de los ferrocarriles en 1948 y la siderúrgica en 1949.
El punto principal, sin embargo, es que estas compañías nacionalizadas no fueron manejadas por los trabajadores.  Fueron administradas por juntas directivas o corporaciones públicas como compañías capitalistas estatales y para el beneficio del sistema capitalista como un todo.  El hecho que semejante forma de nacionalización haya sido compatible con el capitalismo se confirmó claramente cuando los conservadores ganaron la elección de 1951, y luego de haberse opuesto a la nacionalización y haber abanderado la propiedad privada, no privatizaron esas industrias.



La nacionalización de la industria del carbón sí permitió que le otorgaran ciertas concesiones a los mineros, como vacaciones pagadas y una mejora en los niveles de vida.  Pero el sueldo de los mineros permaneció relativamente estable, como lo indican las huelgas en la industria carbonífera durante ese período.

Los capitalistas ejercieron muchísima presión sobre los líderes laboristas para torcer la nacionalización a su favor, como lo explica Ted Grant:

Y así la estructura burocrática de las industrias nacionalizadas fue introducida por Herbert Morrison y otros líderes (laboristas) de derecha bajo la presión directa de los capitalistas y los conservadores durante el período del gobierno laborista de 1945-50.  El Partido Laborista debió volver a los principios aprobados por las Conferencias de 1931 y 1937, donde los anteriores dueños de las industrias nacionalizadas no tuvieran más nada que decir y que el primer cambio en la empresa pública debía ser los salarios y las condiciones de sus empleados, no los masivos pagos de intereses o la compensación a los ex-dueños que actualmente paralizan a las industrias como los ferrocarriles y el carbón.” (Ted Grant, ¿Control obrero o participación obrera?)

Los conservadores son el partido tradicional de la burguesía británica.  Es el partido de la empresa privada y Margaret Thatcher.  Aun así cuando regresaron al gobierno en los años 50 sólo desnacionalizaron y desregularon la industria del transporte por carreteras.  El resto de las industrias fueron dejadas bajo el control estatal hasta los años 80 y 90.  ¿Por qué el partido tradicional de la burguesía mantendría estas industrias bajo el control estatal?  Una de las principales razones fue que estas nacionalizaciones fueron vitales para apoyar la industria británica.

Lo mismo podría decirse de la situación en los EE.UU. al inicio de la crisis del 2008.  Ciertamente entre el 2008 y el 2010 la industria automotriz fue rescatada por el estado.  Los tres grandes fabricantes de autos, General Motors, Ford y Chrysler recibieron masivas inyecciones de dinero por un valor de 85 millardos de dólares del gobierno y en realidad fueron nacionalizadas.  También debemos recordar que el estado nacionalizó igualmente algunos de los grandes bancos de inversión y compañías aseguradoras.  ¿Cuál fue el resultado?  El rescate del sector automotriz contribuyó al masivo déficit presupuestario de EE.UU. mientras las compañías fueron “reduciéndose” y al final fueron devueltas al sector privado.  En la industria financiera toda la deuda incobrable y los activos tóxicos fueron tomados por el estado mientras los banqueros se escaparon con millardos de dólares y enormes bonificaciones.

Como consecuencia directa de esta estafa por parte de los banqueros y el gobierno seguidamente se reforzaron medidas de austeridad sobre los hombros de la clase trabajadora estadounidense y del resto del mundo.  Estos ejemplos muestran claramente que las nacionalizaciones en estas instancias no fueron llevadas a cabo a favor de la clase trabajadora.  Y más tarde, cuando el sistema lo requirió, fueron privatizadas y muchas de las plantas y minas fueron clausuradas.  Eso fue lo que provocó la poderosa huelga minera en Gran Bretaña entre 1984-85 que duró casi un año.



La nacionalización y los LLE

El manifiesto fundador de los LLE, que salió en julio del 2013, convoca a una “Nacionalización de las minas, bancos y otros sectores estratégicos de la economía, sin compensación.”  Los marxistas apoyan de todo corazón esta oportuna exigencia.  La economía de Sudáfrica está altamente monopolizada.  Sólo será necesario tomar las minas, bancos, la tierra, la industria y el transporte para comenzar el proceso de construcción de una economía socialista planificada.

Sin embargo, la política de los LLE sobre la nacionalización no parece estar firmemente establecida a pesar de estar caracterizada como uno de los “siete pilares fundamentales no-negociables” del programa.  También parecen haber algunos enfoques contrarios dentro del partido.  Esto lo confirmó un miembro principal de los LLE, Andile Mngxitama, cuando afirmó:

La respuesta es que el estado puede tener sus propios intereses, que no son los mismos del pueblo.  En el mejor de los casos sería una mezcla entre la propiedad estatal y un mayor control por parte de la élite política que administra el estado y transferir la propiedad a las comunidades inmediatamente.”

En otra entrevista añadió:

Existen dos ideas contrapuestas.  Se asume que se convierta en un estado popular, que responda a las necesidades del pueblo.  ¿Entonces el estado se transforma en los nuevos capitalistas, con la posibilidad de compartir más los beneficios y distribuirlos entre el pueblo?  ¿O el estado socava cada vez más la misma lógica capitalista por medio de la propiedad, más que todo?  Pero entonces se transfiere inmediatamente la propiedad a las comunidades como parte de la socialización de los medios de producción.  En otras palabras se refuerza la propiedad; como en el modelo de Zimbabue en que se refuerza inmediatamente la propiedad.  Digamos que se toma el 60% que se nacionaliza.  Esto no se ha decidido, es una propuesta sobre la mesa.  Tendría que decir un 10% para la comunidad donde haya una mina, 10% para los trabajadores -algunos dirán que el 15% para los trabajadores, este tema aun no está resuelto.  El estado toma el 30%, y así puede dársele al capital privado negro el 10 ó 5%.  Aun puede aceptarse que habrán empresas privadas que compitan con la propiedad estatal, pero se debe reforzar de manera que haya un beneficio directo para la comunidad y no se dependa del estado.” (Malema “diezma” a la izquierda -Entrevista con Andile Mngxitama, The Con, 10/11/13)

Al mismo tiempo, Floyd Shivambu, el comisario para el desarrollo e investigación de políticas y vice-presidente, dio la siguiente explicación: “Discutimos un estado mixto y la propiedad comunal … Queremos descontinuar la propiedad privada pero queremos contemplar un 60% de propiedad estatal y un 40% de propiedad privada en una etapa inicial.  Pero al final la propiedad privada será excluida paulatinamente.” (Los LLE aclaran su política de nacionalización minera, Mail&Guardian, 10/9/2013)

Industriales negros”



En un artículo reciente en el que Shivambu le replicó a un ex-dirigente de la Fundación por el Libre Mercado afirmó:

El enfoque más confiable para crear industriales negros en Sudáfrica es la búsqueda agresiva de un programa radical de expansión industrial, ya que los planes de acción de la política industrial examinados por el departamento de comercio e industria son muy débiles.

El gobierno debe desarrollar fuerzas productivas, sacando lecciones útiles de los recientes industrializadores del este asiático que materializaron una masiva expansión industrial luego de la II Guerra Mundial.”
(Floyd Shivambu, Un cambio radical necesita una política radical, City Press, 10/8/2014)

La idea aquí es que el estado debe poseer algunos de los “sectores clave” no para derrocar al capital sino para “crear industriales negros”.  Pero esta es sólo una contraimagen de lo que pasó cuando el gobierno del Partido Nacional (a través del cual gobernaron los blancos desde 1948 hasta 1994) tomó “compañías clave” como la eléctrica ESKOM, la de transporte TRANSNET, la de telecomunicaciones TELKOM, la siderúrgica ISCOR y la de energía SASOL.  En aquellos casos las nacionalizaciones fueron llevadas a cabo precisamente para “crear industriales blancos”.

Este ejemplo es contrario a su posición en la que convoca a la “transferencia de la economía al pueblo como un todo”, y el llamado a la eliminación de la propiedad privada, que ciertamente es una exigencia socialista.

La tarea de la revolución sudafricana es la expropiación de toda la burguesía, no crear capitalistas negros.  Los problemas de vivienda, agua, desempleo, desigualdad y hambruna pueden comenzar a resolverse sólo cuando los capitalistas sean derrocados.  Sólo tomando los medios de producción será posible usarlos en beneficio de todos, no sólo para unos pocos gatos gordos capitalistas.

¿Control obrero o control burocrático estatal?

La necesidad del derrocamiento revolucionario del capitalismo no es una ocurrencia, ni simplemente una buena idea.  Es una necesidad objetiva.  Las dos barreras que se atraviesan en el camino del progreso de la humanidad son, por un lado, el estado-nación, y por el otro la propiedad privada de los medios de producción.  Sólo colocando los medios de producción bajo propiedad pública la humanidad podrá liberar las fuerzas productivas de la camisa de fuerza de la propiedad privada.

Un claro ejemplo del control y administración obrera puede verse en la revolución venezolana en la que los trabajadores en varios casos han tomado la administración de algunas de las compañías más grandes como INVEVAL, ALCASA, PDVSA y CADAFE, y las han manejado muy eficientemente.  Por ejemplo, luego del paro patronal del 2002-2003, los trabajadores de la enorme compañía petrolera PDVSA tomaron sus instalaciones, estropearon el sabotaje de los gerentes y las manejaron.

El programa de los LLE es muy explícito en su llamado a la estatización de los sectores clave de la economía.  Pero el programa hace mutis en cuanto al tema del control obrero.



¿Qué es el control obrero?  Significa precisamente lo que dice: la clase trabajadora en las fábricas, minas y otros sectores de la economía tienen el derecho de inspeccionar los libros de una compañía o industria y revisar y controlar exactamente lo que sale y lo que entra en la misma, y se hace directamente responsable de la administración.  El control obrero normalmente ocurre durante situaciones revolucionarias (especialmente donde existe el fenómeno del poder dual) y es un excelente campo de entrenamiento para los trabajadores para aprender a manejar una economía planificada.

Como Trotsky lo explicó:

Esto lleva directamente al asunto de la administración gubernamental de la industria, es decir, a la expropiación de los capitalistas por parte del gobierno obrero.  El control obrero, de esta forma, no es una 'condición normal' prolongada, como los pactos en la escala de salarios o la seguridad social.  El control es una medida transitoria, bajo las condiciones de más alta tensión de la guerra de clases y sólo es concebible como un puente hacia la nacionalización revolucionaria de la industria.”

¿Por qué es importante el control obrero?

Por el lugar especial que los trabajadores ocupan dentro de la producción capitalista.  Los trabajadores son los creadores de toda la riqueza en la sociedad.  Sin ellos ninguna rueda gira, ningún bombillo alumbra y ningún teléfono suena.  Sólo la clase trabajadora conoce exactamente los pormenores del proceso de producción.

En el programa de transición Trotsky explica:

Los trabajadores no menos que los capitalistas tienen el derecho de conocer los 'secretos' de la fábrica, de la compañía, y de toda la rama industrial, de la economía nacional como un todo.  Primero y principal, los bancos, la industria pesada y el transporte centralizado deben ponerse bajo una lupa.  Ningún burócrata del estado burgués está en capacidad de llevar a cabo esta tarea, sin importar con cuánta gran autoridad uno quisiera dotarlo.

La tarea inmediata del control obrero debe ser explicar los débitos y créditos de la sociedad, comenzando con las empresas individuales, para determinar la parte real del ingreso nacional apropiada por capitalistas individuales y por los explotadores como un todo, para exponer los pactos y fraudes tras bambalinas de los bancos y compañías; finalmente para revelar a todos los miembros de la sociedad ese despilfarro inconsciente del trabajo humano que es el resultado de la anarquía capitalista y la abierta búsqueda de ganancias.”

También existe otra razón.  Bajo el capitalismo el mercado actúa verificando la producción.  Pero en una situación en que están ausentes los mecanismos del mercado la única forma en que la sociedad puede conocer cuánto se necesita de cada producto es a través de la participación democrática de los creadores de la riqueza, es decir, los trabajadores.  Sólo los trabajadores pueden saber cuánto se necesita de cada producto y cuál es la mejor y más eficiente forma de producirlo.  Bajo el socialismo los gerentes deben estar subordinados a los trabajadores.  Cualquier intento de imponer esto desde arriba al final llevará a una casta de burócratas que se coloca por encima de la sociedad con todos los variados vicios que van con ella, como el despilfarro, la corrupción y la mala administración.



La idea de la nacionalización es un gran paso adelante.  Pero debe llevarse a cabo bajo el control y la administración democrática de los trabajadores.  Los trabajadores deben estar en la mayoría de las estructuras que rijan esas industrias.  La mejor forma de garantizar esto es asegurar que un tercio de las estructuras deban elegirse por los sindicatos de la industria, un tercio por los trabajadores a pie de máquina, y sólo un tercio por el gobierno obrero a nivel nacional.  Esto asegura que el estado esté subordinado a los trabajadores y sirva a sus intereses.

Economía Planificada

En la sección “Nacionalización de las minas, bancos y otros sectores estratégicos de la economía”, el manifiesto fundacional de los LLE establece:

La riqueza mineral nacionalizada constituirá en efecto una base muy firme para otorgarle valor agregado a estos productos tanto en los procesos industriales ligeros como pesados en Sudáfrica, que puede dejarse a los empresarios industriales y manufactureros, cooperativas y pequeñas y medianas industrias, para desarrollar las fuerzas productivas dentro de la economía sudafricana, que aun depende de la producción de materias primas.  En vez de confiar en los mecanismos neoliberales para atraer las inversiones industriales y manufactureras a Sudáfrica, como una estrecha estabilidad fiscal y costos laborales reducidos, el estado propietario de la riqueza mineral y los metales puede aportar incentivos para reducir los precios de las materias primas no procesadas, que serán industrializadas y beneficiadas en Sudáfrica.

Agregar valor a los minerales y metales constituirá un proceso industrial muy firme, sostenible y absorbente de mano de obra, que pondrá de relieve una industrialización que sustituya las importaciones y dirigida a la exportación.  Pueden explorarse muchas otras áreas de un proceso industrial elevado, sostenible y absorbedor de mano de obra dentro de una situación en donde la producción de metales y minerales se nacionalice en beneficio de todos.  Empresarios industriales y manufactureros, cooperativas, y medianos y pequeños empresarios de dentro y fuera de Sudáfrica pueden entonces tener permiso para industrializar la economía sudafricana, con derechos garantizados y regulados a través de acuerdos de transformación que lleven a una transferencia de destrezas en todos los niveles de las estructuras corporativas.”

Los marxistas proponen la expropiación de las minas, bancos, industrias, transporte, etc., en otras palabras, los grandes capitalistas.  En este proceso una característica fundamental de la revolución socialista es ganarse a la clase media (lo que el programa de los LLE llama “cooperativas y pequeñas y medianas empresas”) para un programa socialista revolucionario.  La clase media, especialmente las capas más bajas, también es oprimida por el gran capital.  Las capas más bajas -los minoristas, pequeños campesinos, cajeros, etc.- están más cerca de la clase trabajadora y pueden ser ganados, como lo explica Alan Woods:



La nacionalización de los bancos permitirá al gobierno garantizar a los pequeños empresarios créditos blandos.  La nacionalización de las grandes plantas de fertilizantes le permitirá vender abono barato a los campesinos.  Y al eliminar a los intermediarios y nacionalizar los grandes supermercados, las compañías de transporte y distribución, podemos ofrecerle a los campesinos un mercado garantizado y un precio justo por sus productos, mientras se reducen los precios al consumidor.

La nacionalización de los puntos neurálgicos de la economía no es un acto de agresión o venganza, al contrario es una medida necesaria de defensa de la revolución.  Las medidas tomadas por un gobierno revolucionario no están dirigidas a la propiedad de los trabajadores y campesinos o a los pequeños propietarios que hacen el 90% de la población, sino sólo contra el 10% de la población que se lleva la mejor tajada de la propiedad en esta sociedad.” (¿A dónde va la revolución venezolana? Contribución a la discusión sobre la propiedad y las tareas de la revolución.  Alan Woods, 29 de octubre de 2010).

Aunque el programa de los LLE llaman correctamente a la nacionalización también menciona a “los empresarios industriales y manufactureros”, (más adelante “industriales negros”) que entonces “tendrán permiso para industrializar la economía sudafricana.”

Lo primero que debe decirse es que Sudáfrica ya tiene una economía altamente industrializada.  Es con mucho la locomotora de la economía africana.  Es responsable de casi el 24% del PIB africano.  La red principal de carreteras y puertos es comparable a la de los países capitalistas avanzados.  Más del 45% de la electricidad del continente africano se genera en Sudáfrica aunque la capacidad de generación no ha podido alcanzar la demanda.  Además, el país también posee algunas de las reservas minerales más grandes del mundo.

Es cierto que las masas de trabajadores y pobres nos se benefician de esta riqueza.  Por lo tanto, la única solución es tomar los puntos neurálgicos de la economía y manejarlos bajo un plan democrático centralizado de producción y distribución.  La tarea de la revolución sudafricana no es ciertamente alguna forma de desarrollo capitalista industrial tardío.  Si fuese posible al punto de poder resolver los principales problemas que enfrentan las masas entonces la lucha por el socialismo no tendría sentido.  No, el sistema de mercado debe abolirse y reemplazarse con una economía socialista planificada.  Entonces será posible desarrollar las fuerzas productivas a niveles nunca vistos.  Sólo sobre esta base pueden resolverse los problemas más presionantes para las masas como la pobreza, el desempleo y la carencia de viviendas.

Sin embargo, esto no puede hacerse con “empresarios industriales y manufactureros”, locales o foráneos, por medio de “incentivos” y “derechos garantizados”.  Como tampoco puede hacerse “creando industriales” sean blancos o negros.  Marx explicó que la emancipación de la clase trabajadora es la tarea de la clase trabajadora.  Esta revolución debe estar abanderada, dirigida y ejecutada por la clase trabajadora a la cabeza de todas las capas oprimidas de la sociedad.

¿Control a las importaciones o un plan socialista de producción?

En el artículo en City Press citado antes Shivambu también habla sobre los controles a la importación, que es un tema que surge con frecuencia en la izquierda, especialmente en tiempos de crisis económica.  Él escribe:



Uno de los grandes economistas políticos del mundo (?), Robert Wade, dijo ya en 1990 que la 'guía del mercado' en Asia Oriental ocurrió en esencia por medio de: “La redistribución de la tierra agrícola a principios del período de post-guerra. El control del sistema financiero y la subordinación del capital financiero privado al capital industrial.  El mantenimiento de la estabilidad en algunos de los principales parámetros económicos que afectan la viabilidad de la inversión a largo plazo.  La modulación del impacto de la competencia foránea en la economía doméstica y la priorización del uso de las escasas divisas extranjeras.  La promoción de las exportaciones. La promoción de la adquisición tecnológica de las compañías multinacionales y la construcción de un sistema tecnológico nacional.  La asistencia a industrias particulares y la introducción de políticas específicas para la industria para evitar el declive de la misma.  Ninguno de estos componentes críticos existen en el marco de políticas industriales de Sudáfrica y los intentos en este sentido carecen de coordinación.”

En cuanto al asunto de “subordinar el capital financiero privado al capital industrial”, el primer punto fue: ¿Si alguna vez vamos a ocupar una posición dominante en la que podamos dictarle al capital de esta manera entonces por que detenernos allí?  ¿Por qué no derrocar su dominio y tomar los medios de producción?

En su obra maestra Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo, Lenin resume el imperialismo como: La concentración de la producción y el capital desarrollada a un nivel tan elevado que crea monopolios que juegan un papel decisivo en la vida económica.  La fusión del capital bancario con el capital industrial y la creación, sobre la base de este “capital financiero”, de una “oligarquía financiera”.  La exportación de capital, que se ha vuelto extremadamente importante, se distingue de la exportación de mercancías.  La formación de monopolios capitalistas internacionales que se reparten el mundo entre ellos.   Se ve completada la división territorial de todo el mundo entre las grandes potencias capitalistas.

A partir de allí queda claro que con frecuencia el capital financiero e industrial son la misma entidad (se han “fundido”), donde el capital financiero, sin embargo, es el dominante.  Esta es una consecuencia natural del funcionamiento del capitalismo.  Marx explicó que la libre competencia al final lleva a los monopolios.  Cualquier intento por restaurar el dominio del capital industrial sobre el financiero será un intento de echar atrás la rueda de la historia por más de 100 años, y sólo podrá llevar a fútiles intentos por “romper” los monopolios.

Esta no debe ser nuestra meta sino más bien quitarle esos monopolios a los capitalistas, ya que históricamente han sido creados bajo el capitalismo, y colocarlos bajo propiedad pública y manejarlos democráticamente bajo control y administración obrera por las necesidades de todos y no para beneficio privado.  Los intentos por “guiar al mercado” sólo distorsionarán el sistema y por lo tanto crearán más y más contradicciones.

El artículo antes citado prosigue en su punto central:

Otro aspecto importante de la masiva expansión industrial es la localización.  Como un componente crítico de esto el estado debe aprobar leyes que obliguen a los departamentos y organismos gubernamentales procurarse un mínimo del 75% de sus bienes y servicios localmente.  Esto creará empleos y encauzará el eterno déficit comercial de Sudáfrica que paralizará su capacidad de expandirse ahora y en el futuro.



El último y tal vez más importante componente de la expansión industrial es una política comercial coherente y dinámica en donde el estado pueda imponer tarifas a las importaciones y las exportaciones.  Para promover el procesamiento y la industrialización locales la política comercial debe imponer impuestos más altos sobre los bienes y servicios exportados procesados y no procesados, e imponer impuestos más elevados sobre los bienes y servicios terminados importados.”

La idea de imponer controles a la importación suena como a una fácil solución a la crisis de pérdida de puestos de trabajo al “proteger” la industria local de las importaciones más baratas apoyando así las exportaciones.  Sin embargo, aunque la introducción de algunos controles a la importación puede salvar algunas industrias, esto sólo sería temporal y sería a expensas de otras.  Además ¿qué harán los capitalistas en las industrias protegidas una vez que se vean protegidos de la competencia y los bajos precios de afuera?

Los capitalistas sudafricanos que ya no enfrenten competencia de afuera y en busca de más beneficios tendrán libertad para elevar los precios.  Mientras tanto los capitalistas foráneos elevarán el precio de los bienes que puedan importarse.  Esto significa que los trabajadores en general pagarán por mantener sus empleos al tener que comprar los bienes que necesiten a precios más elevados, todo en beneficio de los capitalistas.

También habrían otras consecuencias a una escala más global.  Mientras más se inicen guerras comerciales y medidas retaliatorias desde afuera mayores serán las consecuencias para la economía sudafricana y la clase trabajadora.  Otros países capitalistas no se quedarían inmóviles al ver sus exportaciones a Sudáfrica reducidas y por lo tanto pondrían obstáculos a las importaciones desde Sudáfrica.  De manera que mientras los controles a las importaciones pueden proteger a una industria en el corto plazo, a largo plazo pueden ir en detrimento del empleo en otros sectores.

Este sería el efecto claro del control a las importaciones sobre una base capitalista.  Desde un punto de vista socialista lo que se necesita no son controles a las importaciones, sino un plan socialista global de producción con un monopolio estatal sobre el comercio exterior.  Sin embargo, para ejecutar semejante plan, primero la economía debe estar firmemente bajo propiedad pública y administrada bajo el control democrático de los trabajadores.  Entonces la economía puede planificarse en el interés de todos.  Cualquier intento bajo el capitalismo de obstruir la elevación de los precios por parte del estado o “controlar” el capitalismo llevará a todo tipo de circunstancias imprevistas, incluyendo el sabotaje, como se ha visto en el caso de Venezuela.

Como lo han enfatizado frecuentemente los marxistas: “¡No se puede controlar lo que no se tiene!”  Siempre y cuando las principales palancas económicas permanezcan en manos privadas los capitalistas las usarán para presionar a cualquier gobierno “progresista” para que lleven a cabo políticas que promuevan las ganancias y no las necesidades del pueblo trabajador.  Por lo tanto la única solución a la crisis de desempleo es un programa socialista, que incluya medidas como la inmediata reducción de la semana laboral a 35 horas sin pérdida de sueldo.  Así el trabajo puede compartirse entre todos.  Las industrias y bancos nacionalizados pueden usarse para elevar los salarios e invertir masivamente en infraestructura, vivienda, educación, etc., llevando a un mejoramiento general de los niveles de vida.



¿”Un fuerte estado desarrollista” o un estado obrero democrático?

La cuestión del estado es muy importante para los marxistas.  El estado es central en la batalla por el poder político entre el opresor y los oprimidos.  El punto es: ¿qué es el estado?  ¿Y qué papel juega en la lucha por la emancipación de los trabajadores y los oprimidos?

El papel dominante del estado en el logro de la “libertad económica” es un hilo que recorre todo el programa de los LLE.  ¿Pero qué tipo de estado tienen previsto?

Uno de los 7 “pilares fundamentales” del manifiesto fundacional de los LLE es “La construcción de un estado y gobierno capaces que lleven a la abolición de las licitaciones fraudulentas.”  En esta sección se prevé la idea de un “estado desarrollista fuerte”:

Para lograr un estado que busque impulsar un verdadero desarrollo económico e industrial y suministrar mejores servicios, se requiere un funcionario público inspirado, calificado y bien pagado.  El servicio público debe fortalecerse para una transformación sostenible de la economía.  El espíritu de tal estado debe ser el desarrollo y la fortaleza, y por tanto ser consecuente con las medidas anti-corrupción.  Esto se enfatiza porque la tarea de la transformación económica fundamental requiere un estado fuerte con la capacidad de desarrollar una clara visión estratégica y ser capaz de implementar y monitorear el progreso alcanzado.”

Y además:

Un fuerte estado desarrollista necesariamente debe tener el poder político y la capacidad técnica de dar órdenes para el desarrollo a las empresas estatales y las corporaciones privadas.  El cumplimiento por las empresas estatales y el sector privado de las metas de desarrollo del estado no debe ser voluntario sino obligatorio, factor crucial alrededor del cual el estado debe ser capaz de usar el sistema de la zanahoria y el garrote para su fiel cumplimiento.  Nunca debe ser correcto que el estado opere sólo con la “esperanza” que el sector privado en particular, todavía colonial, de propiedad extranjera y por lo tanto apátrida, asegure voluntariamente la agenda de desarrollo y cumpla la agenda de creación de empleos, reducción de la pobreza y el desarrollo sustentable con el mismo vigor que lo defina el gobierno.”

La falta de claridad sobre la naturaleza del estado burgués lleva inevitablemente a errores fundamentales.  La visión marxista es que el estado es una máquina para la opresión de clase.  En una democracia burguesa el estado sirve a los intereses fundamentales de la burguesía.  El estado nació con la división de la sociedad en clases y al final desaparecerá cuando las clases ya no existan.



Luego de la masacre de Marikana de agosto del 2012 este tema ocupó la atención de muchos en el movimiento obrero.  Esta fue una amarga lección para muchos.  Ella demostró claramente que el estado no está bajo el control de las masas.  Más bien está conectado de varias formas con los capitalistas.  Siempre que los intereses vitales de los capitalistas se hallan en peligro la maquinaria estatal se moviliza en su defensa en nombre del “estado de derecho”.  La burguesía es también una fuerza internacional.  Algunos de los propietarios de las compañías multinacionales están basados en Londres, Beijing, Francfort y Nueva York.  Siempre que su dominio se ve amenazado de alguna forma no dudan en movilizar las fuerzas imperialistas contra los trabajadores sudafricanos.

Los LLE reconocen esto último y concluyen correctamente:

Ciertamente la nacionalización de los minerales y los metales puede disparar una condena internacional por parte de los imperialistas globales, institucionalizados en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y, notablemente, la Organización Mundial del Comercio.  Debe activarse un movimiento de masas más amplio en Sudáfrica en defensa de estas masivas reformas económicas, ya que ellas constituyen el núcleo de nuestro programa de emancipación económica.  Deben llevarse a cabo campañas masivas sobre lo que supondrá la nacionalización (propiedad y control popular y estatal) de los minerales, los metales y otros sectores estratégicos de la economía para lograr el apoyo del pueblo en su totalidad.”

Esta es la forma de defenderse contra los intentos de saboteo, socavamiento y demolición de la revolución, pero también hace falta difundir la revolución a otros países.  A menos que se haga entonces los imperialistas aun tendrán las palancas en sus manos globalmente para sofocar los intentos de cualquier gobierno sudafricano progresista que aplique políticas en defensa del pueblo trabajador.

Una de las lecciones importantes de la revolución en Venezuela es que las masas movilizadas son la única garantía de sobrevivencia de un gobierno de izquierda.  Esa es la razón principal del por qué la revolución bolivariana ha sobrevivido el tiempo que lo ha hecho.  En muchas ocasiones en que la revolución bolivariana ha estado en peligro mortal, como el golpe contra Chávez en 2002, y el paro patronal del 2002-2003, las masas y los trabajadores movilizados al final demolieron esos intentos por parte de los oligarcas e imperialistas.

La revolución bolivariana ha logrado mucho.  Ha habido una amplia reducción de la pobreza y ha sido abolido el analfabetismo.  Sin embargo, la revolución aun está bajo una amenaza mortal.  Una de las razones de esto es que la revolución no se ha completado.  Una gran parte de la economía aun está en manos de los oligarcas, que usan esto para provocar escasez y llevar a cabo todo tipo de sabotaje en un intento por desacreditar al gobierno bolivariano.  Otra razón importante es que la revolución también está siendo socavada desde adentro por sectores de la misma burocracia bolivariana que están retrasando la revolución y evitando que avance hasta el final creyendo que es necesario algún tipo de compromiso con el mundo empresarial.

Bajo ciertas condiciones, donde exista un balance de fuerzas extremadamente favorable entre las clases y en el fragor de la revolución, puede ocurrir que la clase dominante inclusive pierda el control sobre ciertos sectores del estado, como ha sido el caso los últimos 15 años en Venezuela.  Sin embargo, aunque la clase dominante puede perder el control directo, el aparato del estado sigue siendo burgués y dentro del mismo movimiento ha quedado una burocracia que actúa como un cáncer para la revolución, socavando y saboteando constantemente desde adentro.  Entre esta capa la oligarquía puede hallar los elementos que puede usar para descarrilar la revolución desde adentro.



Democracia obrera

Las masas sudafricanas aprenden diariamente las lecciones sobre el carácter del estado, no leyendo “El estado y la revolución” de Lenin, sino por su propia experiencia.  Siempre que las masas se comprometen en luchas por mejorar sus condiciones de vida se encuentran con una firme resistencia de sus fuerzas de seguridad.  Las numerosas matanzas a manos de la policía son un buen ejemplo.  El ejemplo más gráfico de esto fue la masacre de Marikana:

En “El estado y la revolución”, capítulo 3, Lenin explica:

La única 'corrección' que Marx creyó necesario hacerle al Manifiesto Comunista la hizo sobre la base de la experiencia revolucionaria de la Comuna de París … Una cosa fue probada especialmente por la Comuna, a saber, que 'la clase trabajadora simplemente no puede apoderarse de la ya desarrollada maquinaria estatal y esgrimirla para sus propios propósitos' …

Más por naturaleza, es esta importante corrección la que ha sido más distorsionada por los oportunistas, y su significado probablemente sea desconocido por el 90%, si no es que por el 99%, de los lectores del Manifiesto Comunista.  Debemos lidiar con esta distorsión aun más en lo sucesivo, en un capítulo dedicado especialmente a las distorsiones.  Aquí será suficiente hacer notar que la actual “interpretación” vulgar de la famosa declaración de Marx que acabo de citar es que Marx aquí supuestamente enfatiza la idea de un lento desarrollo en contradistinción a la toma del poder, y así sucesivamente.

En realidad es lo opuesto.  La idea de Marx es que la clase trabajadora debe romper y demoler la “maquinaria estatal ya establecida”, y no confinarla a su simple apropiación.

El 12 de abril de 1871, justo en la época de la Comuna, Marx le escribió a Kugelmann:

'Si te fijas en el último capítulo de mi 18 Brumario hallarás que yo declaro que el próximo intento de la Revolución Francesa ya no será, como antes, transferir la maquinaria burocrático-militar de una mano a otra, sino demolerla, y esta es la precondición para toda revolución popular verdadera en el continente.  Y esto es lo que nuestros heroicos camaradas del partido en París están intentando.'

Las palabras 'demoler la maquinaria burocrático-militar' expresan brevemente la principal lección del marxismo en cuanto a las tareas del proletariado durante una revolución en lo concerniente al estado.  ¡Y esta es la razón que no sólo ha sido completamente ignorada sino absolutamente distorsionada por la prevaleciente 'interpretación' Kautskiana del marxismo!



El punto fundamental expuesto por Lenin es que el estado bajo el capitalismo sirve a los intereses de los capitalistas.  No es independiente en la lucha de clases.  La actual maquinaria estatal simplemente no puede tomarse ni puede fortalecerse en los intereses de la clase trabajadora.  Más bien debe desmantelarse y reemplazarse con un tipo de estado completamente diferente, a saber, un estado obrero, o lo que Marx llama la “dictadura del proletariado”.

Basándose en la experiencia de la Comuna de París de 1871, los bolcheviques en 1917 inmediatamente reemplazaron al gobierno provisional con el sistema soviético y se basaron en los cuatro principios de Lenin, a saber:

1. Todos los funcionarios deben ser electos y estar sujetos a revocación en todo momento;

2. Los salarios de todos los funcionarios estatales no deben ser superiores al salario promedio de un trabajador;

3. La abolición del ejército y la policía.  Esto fue reemplazado por las masas armadas;

4. Rotación gradual del manejo del estado, o como ellos lo llamaron “cuando todos sean burócratas, entonces nadie será un burócrata.”

En contraste con un estado “fuertemente desarrollista” un estado obrero consiste de trabajadores armados.  Es un aparato para la opresión de la burguesía.  Pero debido a que los capitalistas son una minoría tan pequeña no es necesaria una inmensa burocracia que se coloque por encima de la sociedad.  El estado obrero será, en efecto, un “semi-estado” designado de tal forma que desaparecerá con el tiempo, o como Engels lo dijo “se marchitará”.

Socialismo y nacionalismo

El enfoque radical y fresco de los LLE atrae a todo tipo de elementos al partido, incluyendo aquellos que coquetean abiertamente con el nacionalismo negro.  Una de las características negativas que puede plagar de problemas la lucha por la libertad genuina es precisamente el veneno del nacionalismo.  Esto se demostró claramente en 2008 con escenas de violencia xenófoba en donde sudafricanos negros pobres se volvieron contra personas negras pobres principalmente de otros países africanos, matando a varios.  Estos horrendos actos pueden atribuirse directamente a las condiciones sociales experimentadas por muchos pobres.  También son el resultado directo del fracaso de las organizaciones de masas de la clase trabajadora en ofrecerle una alternativa socialista.  La consecuencia directa fue que muchos vieron el origen de su situación apremiante en la nacionalidad de muchos extranjeros que también estaban ganándose la vida a duras penas en las calles.

Esta debe ser una dura advertencia sobre los venenosos efectos del nacionalismo.  Los socialistas deben oponerse resueltamente a toda forma de nacionalismo y racismo, que sólo sirve para dividir a la clase trabajadora.  Es cierto que los sudafricanos negros han tenido que sufrir lo peor de la brutal opresión racial.  Es igualmente cierto que muchos negros pobres enfrentan discriminación racial hasta el día de hoy.  Pero es importante entender que toda forma de opresión, sea racial, de género o nacional, tiene sus orígenes en la división de la sociedad en clases.  La única forma de comenzar a resolver estos problemas es cambiar sus raíces materiales, unir a la clase obrera y luchar por el socialismo.



El socialismo es internacionalista por su misma naturaleza.  No puede haber una noción de una “vía africana hacia el socialismo”.  Esto se debe a que el sistema capitalista se desarrolló como un sistema global, como Marx y Engels lo explicaron en el Manifiesto Comunista:

La necesidad de un mercado en constante expansión para sus productos persigue a la burguesía en toda la superficie del globo.  Debe anidar en todas partes, establecerse en todos lados, hacer conexiones en todo lugar.”

El mundo está dominado por compañías multinacionales que tienen operaciones en todo el mundo.  La producción capitalista es un proceso objetivo.  El trabajador vende su fuerza de trabajo al capitalista a cambio de un salario.  En el proceso de producción la fuerza de trabajo del trabajador crea más valor del que él/ella recibe en forma de salario.  Este plusvalor es expropiado por el propietario de los medios de producción, a saber el capitalista.  Esta “expropiación” del plusvalor es la fuente de la explotación de la clase trabajadora.  Es también la razón fundamental para la lucha de clases.  No importa si el capitalista o el trabajador es blanco o negro.  El resultado sigue siendo el mismo.

Esto puede verse claramente en Sudáfrica hoy en día.  Durante los dos últimos años parte de la más brutal explotación de la clase trabajadora negra ha estado ocurriendo precisamente a manos de capitalistas negros como Cyril Ramaphosa.  De hecho, Ramaphosa tiene más intereses en común con los capitalistas blancos y foráneos que con los trabajadores negros sudafricanos, como se reveló tan trágica pero claramente en Marikana.  Los trabajadores de Sudáfrica tienen más en común con los trabajadores de otros países que con los capitalistas blancos.  Nuestra meta no debe ser “crear industriales negros”, sino derrocar el dominio de todos los capitalistas -negros o blancos.  La mejor forma de hacer esto es unir a los trabajadores del mundo bajo la bandera de la solidaridad y el socialismo.

Se necesita un enfoque no sectario

A principios de agosto de 2014 el sindicato de trabajadores metalúrgicos, SINOMSA, llevó a cabo un Simposio de partidos políticos y movimientos de izquierda.  Esto fue parte de las resoluciones del congreso especial del sindicato de 2013 para establecer estructuras para unir las luchas de los trabajadores y las comunidades y para construir un movimiento por el socialismo.

Partidos y movimientos a nivel local e internacional participaron en el simposio, incluyendo al boliviano MAS-IPSP de Evo Morales.  El sindicato estaba en el proceso de aprender de las experiencias de los partidos de izquierda de Latinoamérica y todo el mundo.  Los LLE también fueron invitados al simposio, pero desafortunadamente no asistieron, citando dos razones: (1) que el SINOMSA no se había reunido con ellos y (2) que el SINOMSA en aquel tiempo aun formaba parte de la alianza gobernante a través del Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (CSSA).

En su declaración leemos lo siguiente:



Los LLE no tiene intención de salvar al CNA ni está atrapado en la nostalgia por su pasado como movimiento de liberación; el plan es aplastarlo y hacerlo sin ninguna cláusula de expiración.  Los LLE están en la atrevida búsqueda de un programa para arrebatarle el poder político a la alianza encabezada por el CNA, porque hasta ahora han usado ese poder para proteger los intereses de la clase capitalista.

Sin embargo, los LLE desean que el SINOMSA y todas las fuerzas internacionales de izquierda que tomarán parte en el simposio tengan mucho éxito en la esperanza que pueda surgir un genuino programa de izquierda.  En cuanto a los LLE el compartir plataformas con el CNA y el PCSA para discutir programas socialistas conjuntos sería un insulto a las almas de los 34 trabajadores de Marikana a quienes aun no se les ha hecho justicia.”

Sentimos que esta no es la mejor forma de enfocar la cuestión.  La primera razón dada para no asistir al simposio fue que el SINOMSA aun no se había reunido con ellos.  Pero en aquel entonces el SINOMSA aun estaba pasando por su proceso democrático interno.  Ellos no se reunieron con los LLE o cualquier otro partido o movimiento en aquel entonces.  Para eso era el simposio, es decir, reunirse con otros partidos, compartir experiencias y discutir la forma de avanzar.

El segundo enfoque dado aquí es igualmente erróneo.  La impresión dada aquí es que el SINOMSA primero debía romper con el CSSA que es parte de la alianza con el CNA.  Los actuales acontecimientos dentro del CSSA llevaron a la expulsión del SINOMSA y se plantea una división dentro de la federación.  Pero no es nada fácil abandonar a cientos de miles de trabajadores y dejarlos en manos de líderes de derecha.  Todos los problemas que plagan la federación, incluyendo la expulsión del SINOMSA, deben recargarse sobre los hombros de las fuerzas reformistas de derecha dentro del CSSA.  Lo que es importante entender no es la independencia organizativa sino la independencia política, cosa que posee el SINOMSA.  Dentro o fuera del CSSA, la tarea es la misma; explicarle a todos los trabajadores los orígenes de los problemas, exponer el derechismo de la federación, ganarse a los trabajadores para un programa socialista y ofrecer una salida revolucionaria.

El SINOMSA ha realizado algunos análisis excelentes de la actual situación política y ha adelantado algunas propuestas para el avance a largo plazo.  Por lo tanto, la acusación por parte de los LLE de que “no existe claridad, por ejemplo, en cuanto a si las actuales diferencias dentro del CSSA son profundas diferencias ideológicas o políticas” están fuera de orden.  El  SINOMSA ha acotado categóricamente que están enraizadas en la lucha de clases cuando afirmó:

Hemos sostenido valientemente que en el centro de la crisis dentro del CSSA existen dos fuerzas opuestas: las fuerzas del capitalismo y las del socialismo.  Las fuerzas capitalistas dentro de la federación buscan hacer entender y tolerar a los trabajadores la continuación del dominio del capital monopolista blanco, aceptando elementos del Partido Nacional Democrático.”

El SINOMSA no es cualquier organización al margen del movimiento obrero.  Es el sindicato más grande del país.  Representa a algunos de los grandes batallones del movimiento obrero.  Se haya en el proceso de instalar estructuras locales, regionales y nacionales para movilizar y coordinar las miles de luchas obreras y comunitarias sobre una base clasista.  Se han comprometido con intentos por educar a sus cuadros en la teoría marxista.  También es el catalizador del Movimiento por el Socialismo que pronto tomará forma.  Han enfrentado fuertemente la matanza de Marikana y han sostenido una posición firme en no quedarse parados si se dan circunstancias similares en el futuro.



Como se vio, los líderes del CNA y el PCSA se mantuvieron a kilómetros del simposio.  Esto sólo sirvió para exponerlos aun más.

Por lo tanto fue un error desestimar al SINOMSA de esa manera.  Si esos errores continúan apareciendo en el futuro existe el peligro real que los LLE se divorcien de las principales capas del movimiento obrero.

Mientras es correcto criticar y exponer al liderazgo podrido del CNA y el PCSA es igualmente necesario no ver estas organizaciones como un solo bloque reaccionario.  También se han dado desafortunados ejemplos de confrontaciones físicas con miembros de la Liga Juvenil del CNA.  Es un error fundamental confundir a los líderes con las bases de la organización.  Existe una gran distancia entre los dos.  Es necesario tener una orientación correcta hacia las bases del movimiento.  La tarea es explicar pacientemente los defectos de los líderes del CNA y desarrollar una clara alternativa socialista ante las bases de la alianza tripartita.

En el Manifiesto Comunista Marx y Engels escribieron sobre esos temas de la siguiente manera:

¿Cuál es la posición de los comunistas en relación al proletariado como un todo?  Los comunistas no forman una parte separada opuesta a los otros partidos de la clase obrera.  Ellos no tienen intereses separados y alejados del proletariado como un todo.  Ellos no levantan ningún principio sectario propio por medio del cual darle forma y moldear el movimiento proletario.

Los comunistas se distinguen de los otros partidos obreros sólo por esto: 1. En las luchas nacionales de los proletarios de los diferentes países ellos señalan y traen al frente los intereses comunes de todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad.  2. En las distintas etapas de desarrollo por las que tiene que pasar la lucha de la clase trabajadora contra la burguesía ellos siempre y en todo lugar representan los intereses del movimiento como un todo.”

Estas palabras expresan adecuadamente la visión marxista hacia el resto del movimiento obrero.  Mantenemos una posición política absolutamente independiente, sin hacer concesiones en cuestiones de principios, pero aplicamos la máxima flexibilidad en cómo llevar estas mismas posiciones de principios a la masa de trabajadores y jóvenes que puedan albergar ilusiones sobre los actuales líderes de las organizaciones a las que pertenecen.  ¡Nuestro enfoque es igual al de Marx y Lenin: suaves modales pero audaces en el contenido!

Conclusión

Las condiciones objetivas para movilizar a las masas hacia el socialismo nunca han sido más favorables.  Existe una gran sed de ideas marxistas y un deseo genuino por un cambio revolucionario.  Bajo el capitalismo no hay futuro para la clase trabajadora y los jóvenes.  Al tener una clara perspectiva del socialismo, al tomar los puntos neurálgicos de la economía bajo el control y administración obrera, la enorme riqueza de la sociedad sudafricana puede ser usada en beneficio de todos y no de la parásita clase capitalista.  Bajo estas condiciones la calidad de vida mejorará a niveles nunca vistos.  Será una revolución por una verdadera liberación, es decir, liberación de este sistema capitalista explotador y no sólo de una forma de dominio burgués por otro.



El líder de los LLE, Julius Malema, se ha levantado audazmente contra la situación actual y ha demostrado la voluntad de hacer caso omiso a las reglas no escritas de la democracia parlamentaria burguesa y exponer la podredumbre de la burguesía.  Por eso las masas lo respetan.  Sin embargo, existe otro lado de él.  Su relación con dudosos elementos y personajes indignos y también su propensión a la buena vida le otorgan una imagen dudosa a la vista de los trabajadores, y también le facilita a la clase dominante su ofensiva contra el movimiento como un todo.  Ciertamente esto no es un asunto menor y puede volverse un serio problema para el movimiento en el futuro.

Ha habido una masiva radicalización de la juventud en los últimos tiempos.  Los Luchadores por la Libertad Económica son un claro reflejo de esto.  Los trabajadores han demostrado su voluntad de luchar una y otra vez.  Las principales capas de la clase trabajadora se están movilizando.  Es verdad que Sudáfrica tiene una de las clases trabajadoras más fuertes del mundo con una tradición revolucionaria inigualable muy bien estructurada en organizaciones masivas.

Lo que hace falta es una masiva organización marxista de cuadros educados en las ideas, métodos y tradiciones genuinas del marxismo.  Tal liderazgo marxista no se puede decretar así como así.  Debe construirse pacientemente, comenzando con la búsqueda, reclutamiento y educación de unos y otros.

La tarea de un partido así estaría en su orientación hacia las masas de trabajadores dondequiera que estén y explicarles pacientemente la alternativa a la situación actual.  Por lo tanto es nuestro deber desarrollar un claro programa revolucionario que vincule las luchas diarias de las masas con la meta de ganarlas para el socialismo.