Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Administrar al capitalismo parece ser la intención de corrientes dentro del gobierno, el centro de muchos afanes. Al abrirse la grieta de la restauración, aparecieron grandes sonrisas. Sin el mínimo esfuerzo, se deslizaron al capitalismo, cambiaron el glorioso rojo rojito, por el azul de cara corbata y el flux empresarial.
Estas corrientes, que pretenden regresar a la Revolución al pasado, confrontan problemas de dos tipos: el primero, interno, sale de las propias filas del chavismo, de la contradicción entre discurso y realidad, de la resistencia a olvidar el legado espiritual de Chávez, a convertirlo en retórica sin fundamento; el otro tipo de problemas, y en estrecha relación con el primero, es la competencia de otros agentes del capitalismo que pugnan por engranar sus planes con los requerimientos del capitalismo mundial, se presentan como más eficaces, confiables administradores.
Para inquirir, y tratar de predecir el futuro, debemos remontarnos a la historia, al punto donde todo esto comenzó. Veamos.
La Revolución Chavista surge como respuesta al pacto de punto fijo, que era un pacto principalmente entre las oligarquías, en complicidad con la dirigencia obrera, recordemos las tripartitas. Este pacto atrajo a factores de izquierda, consiguió morigerarlos, y de esa manera el paisaje político fue copado casi unánime por la llamada democracia burguesa. Así, el capitalismo rentista consiguió durante medio siglo establecer hegemonía en todos los campos.
El 4 de febrero fue una insurrección contra esta falsa democracia que ya se había agotado. Ya no podía garantizar el embobamiento de las masas, la gobernabilidad. La contradicción entre la miseria espiritual y material, las expectativas crecientes de consumo y el limitado ingreso petrolero estalló, así el pacto de las oligarquías se resquebrajó. Fracasó carlos andrés, y caldera intentó mantener la democracia burguesa, remozar el pacto oligarca. En esas circunstancias se eleva el liderazgo de Chávez que había asomado el 4 de febrero.
La Revolución Chavista evolucionó rápidamente hacia el Socialismo, el pacto oligarca fue superado, pero -eso se demostró después- no el peligro de restauración. Es así, el chavismo fue un pacto entre Socialistas unidos por la fuerza moral del Comandante, en conexión estrecha con los humildes, amplios sectores obreros y campesinos, pero también con factores capitalistas, neoburgueses y pequeños burgueses que se mantenían en estado latente.
La fuerza del chavismo emana de su rompimiento con los pactos oligarcas, su intento de construir una nueva hegemonía, su Socialismo. En la vanguardia de esa fuerza se sitúa el Comandante Chávez, resumen y emblema de ese nuevo periodo de redención de los humildes, de esa esperanza postergada desde la Independencia.
Con la desaparición del Comandante, sin ninguna resistencia, la dirección de la Revolución comienza un corrimiento hacia el capitalismo, se establecen primero las relaciones materiales, se construyen alianzas con la alta burguesía, cisneros y mendoza entran de nuevo a Miraflores.
Esta alianza prometía resolver la contradicción que estalló el 27 de febrero, entre expectativas crecientes de consumo y un ingreso petrolero finito. Por supuesto, eso no fue posible, no es posible dentro del capitalismo. El gobierno, atrapado en la contradicción, insiste en satisfacer el consumo caótico, en lugar de racionalizar la económía, la producción y, sobre todo, el consumo anárquico, elevando la organización, el sentido de pertenencia a la sociedad, dando a la masa razones sagradas, soportes espirituales, por los cuales luchar, vivir, cambiando la visión del mundo, los símbolos de valorización. En resumen, yendo al Socialismo, único sistema capaz de resolver la contradicción.
Ahora el chavismo vive en la turbulencia de estar perdiendo su perfil Socialista, sin mensaje creíble, debilitándose, por haber fracasado en la nueva alianza con los burgueses y no poder establecer un mínimo pacto político en unas mesas que ya nadie quiere apadrinar.
La respuesta a la pregunta del título es sencilla: o el chavismo retoma de verdad, verdad el camino del Socialismo, más allá de la retórica vacía, o terminará abriendo camino al fascismo restaurador del capitalismo salvaje. La ilusión de chavismo dirigiendo, equilibrando, al capitalismo es sólo eso: una ilusión que está saliendo cara.
¡Volver a Chávez! ¡Al Socialismo sin capitalismo!
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