¨En el Islam la soberanía corresponde a Dios y su autoridad debe prevalecer en el corazón y en la conciencia, en asuntos relacionados con la observancia religiosa y en las cuestiones de la vida cotidiana. La tierra pertenece a Dios y debería purificarse para Dios, y no puede ser purificada mientras el estandarte de ‘No hay más Dios que Dios’ no se haya propagado por el planeta¨. Es un párrafo del libro que ha ejerCido la mayor influencia sobre los musulmanes contemporáneos titulado Jalones en el camino escrito por el egipcio Sayd Qutb, considerado el ideólogo mÁs importante del movimiento integrista islámico.
Pocas veces un musulmán se presenta públicamente en sociedad como ateo. En algunos países como el opresivo reino de Arabia saudí, dictadura de los EE.UU. con la que mantiene su alianza inquebrantable, puede ser decapitado. Su monarca, el rey Abdallah, denunció en unas jornadas bajo sus auspicios, en el verano del 2008 sobre ¨Cultura y respeto a las religiones¨, el crecimiento del ateísmo en el mundo.
En Irán, Sudán, Afganistán, la pena capital se aplica a los apóstatas que han abandonado su religión. En algunos otros países como Indonesia pueden ser condenados a prisión. El jeque Yusef Al Qaradawi, el más popular telepredicador de Al Jezira, cuyo programa Islam y vida está plagado de aterradoras fatuas o decretos religiosos, considera que el mayor pecado que se puede cometer es el del ateísmo que debería castigarse con la muerte.
En las repúblicas del Líbano y de Turquía los ateos son tolerados siempre y cuando se manifiesten con discreción.
Faruk M. es un prestigioso médico libanés que estudió en Barcelona. Pertenece a una generación en la que aún no se habían exacerbado las doctrinas y costumbres del Islam radical. Ha vivido un tiempo en el que la ¨revolución¨ palestina, las ideologías de Gamal Abdel Nasser, del Baas, eran de tendencia laica antes que su fracaso fomentase, sobre todo debido a la corrupción de sus élites, las corrientes musulmanas extremistas.
¨Nunca he sido creyente. Soy rotudamente ateo. El Islam -me decía en su piso de Beirut- no es la solución sino el problema. Mi padre iba a la mezquita pero era un hombre tolerante. Alguna vez le acompañaba. Desde joven he leído mucho. Nunca pude cambiar las ideas religiosas ni convencer a mis allegados. A estas alturas de mi vida estoy cada vez más convencido de que Dios no existe, y a la vez me parece inoportuno o incluso negativo hacer gala de mi ateísmo. Estoy percatado que estas corrientes de un Islam arcaico, tan populares entre la juventud, fracasarán.
Ni en la casa de Faruk ni en la de Nasserat, dentista libanés, hay símbolos religiosos ni tan siquiera decorativos coranes de lujosa encuadernación. Él, que de joven se sintió tentado por ideas marxistas, fue militante de una organización nacionalista de izquierdas, vivió en Argelia con una beca, me dice que no vale la pena declararse ateo porque es un tema que puede ser mal recibido.
¨Antes hasta en los pueblos del sur se discutía de comunismo, de revolución, de la vida laica. Viejos comunistas que conocí ahora son miembros del Hezbollah chii. Mucha gente ha cambiado por oportunismo, ha sido comprada con el dinero de Arabía Saudí. Vivimos tiempos de atraso dominados por el integrismo religioso tras el fracaso político de la generación anterior. Hay miedo a la oposición social. Pero la gente no siempre va a creer que el Islán es la solución¨.
Es imposible saber el número de ateos en los pueblos árabes. Han aparecido grupos militantes en las redes sociales de Internet, pero son una diminuta gota de agua en el inmenso océano del Islam.
En ls décadas de los sesenta y setenta no era extraño polemizar en torno a la religión. Era un tiempo en que las ideologías liberales, izquierdistas, laicas, estaban en boga en Oriente Medio donde se hablaba, incluso, en términos revolucionarios marxistas del ¨nuevo hombre árabe¨.
Con la dominante influencia saudí a partir de 1980, los islamistas fueron acorralando a los vulnerables ateos, rara avis, en el vasto mundo musulmán.