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17 jun 2013
ALIANZA COMERCIAL CHINA-ALEMANIA AMENAZA A EUROPA
El pulso comercial que mantienen estos días Bruselas y Pekín se decanta hacia el gigante asiático a medida que la división comunitaria se hace cada vez más patente. El pasado 8 de mayo, el comisario europeo de Comercio, Karel De Gucht, aprobó un recargo del 47% a las importaciones de paneles solares procedentes de China debido a las sospechas de que el país asiático los vendía por debajo del coste de producción (una práctica conocida como «dumping») gracias a ayudas públicas, perjudicando a los fabricantes europeos de paneles solares. La sanción, similar a otra adoptada el pasado año por Estados Unidos contra el país asiático, ahora cuenta con la oposición de, al menos, diez países europeos encabezados por Alemania. «Estamos al tanto de las presiones que está ejerciendo China sobre algunos Estados miembros», arremetió ayer el portavoz comunitario de Comercio, John Clancy, que aseguró que aún así las sanciones podrían hacerse efectivas el 5 de junio y recordó que si bien los Veintisiete países miembros serán consultados, su voto no es vinculante.
El enemigo duerme en casa. Uno de los principales defensores de China en este contencioso es Alemania, cuya creciente relación comercial con el país asiático amenaza al resto de Europa. Paradójicamente, Alemania es el mayor productor de paneles solares de la UE y la empresa germana Solar World fue una de las primeras en pedir sanciones por parte de la Comisión contra China el año pasado. Sin embargo, Alemania también es el principal socio comercial de China en Europa: cerca de la mitad de las exportaciones de la UE al gigante asiático son germanas.
El pasado fin de semana, el primer ministro chino, Li Keqiang, inició su gira continental en Berlín para conocer a la canciller Angela Merkel, y tratar, entre otros asuntos, las posibles sanciones. «Si nos aliamos de una forma óptima e ideal, nacerá un "dream team"», afirmó Li al día siguiente sobre el tándem China y Alemania. En una rueda de prensa conjunta, el ministro de Economía, Philipp Rosler, anunció el cambio de postura de Alemania frente a las medidas aprobadas por Bruselas contra Pekín: «No son necesarias más sanciones».
«Si China decide tomar medidas contra Europa en respuesta a la postura de Bruselas, las exportaciones alemanas son las primeras en caer. Y vender millones de coches germanos en China importa mucho más que producir paneles solares en Europa», sostiene el investigador del European Council for Foreign Relations, Jonas Parello- Plesner. El «dream team» lleva tiempo jugando. Como defiende el analista danés, la relación privilegiada entre Alemania y China puede perjudicar al resto de Europa, al exponer a Berlín a las ventas al gigante asiático y reducir así su dependencia de las exportaciones al resto de Europa. Ante la depresión económica de la Eurozona, Alemania requiere de un mercado como el asiático mientras China necesita tecnología como la germana.
La postura común, en entredicho
Mientras tanto, las relaciones entre Bruselas y Pekín se asemejan a un partido de ping-pong. Después de que la Comisión anunciase las sanciones, China presionó con dejar de comprar ciertos productos químicos europeos. El conflicto simboliza la dificultad de Bruselas de fijar unas líneas rojas en la relación comercial que mantiene con China. Mientras hace un año Estados Unidos aprobó un recargo del 31% contra los paneles solares del país asiático, los Veintisiete prefieren evitar posibles repercusiones comerciales a corto plazo en su relación con Pekín. Esta desbandada puede volver a escenificarse en breve: la Unión Europea también está investigando si operadores chinos como Huawei o ZTE están cometiendo «dumping» a la hora de vender equipos de telefonía móvil por debajo del precio de coste.
«Probablemente haya sido la primera vez que Alemania ha utilizado una reunión bilateral para expresar su descontento con una decisión sin aprobar de la UE. Sin embargo, la postura de Alemania no es muy diferente a la que otros estados miembros tendrían, como demuestran las frecuentes reuniones bilaterales entre distintos países continentales con el Gobierno chino donde, al tratar asuntos polémicos, siempre apuntan como "poli malo" a Bruselas», recuerda Plesner. A pesar de este escenario, la Unión Europea es el principal cliente de China y la mayor potencia comercial del mundo. Sin embargo, en la mesa de negociación, sus ventajas se evaporan ante la división.