La multinacional Monsanto consiguió la aprobación del maíz NK603 en 12 países. El científico Séralini ha demostrado que es altamente tóxico en experimentos con roedores
El reciente estudio del científico francés Gilles-Eric Séralini ha vuelto a situar en el mapa la polémica por los organismos genéticamente modificados (OGM).
En la investigación realizada desde 2006 en 200 ratones, Séralini ha concluido que el maíz NK603 genéticamente modificado de la compañía estadounidense Monsanto es altamente tóxico. Los ratones redujeron su esperanza de vida a la mitad.
Según los responsables del estudio, los resultados son extrapolables a los seres humanos.
Estos alimentos han estado siempre en el punto de mira. Aún así, su expansión en el mundo no es pequeña. Datos del ISAAA (Servicio para la Adquisición de Aplicaciones Agro-biotecnológicas), aseguran que, en 2011, había 160 millones de hectáreas sembradas con OGM. Además, según la FAO, el 92% de la oferta mundial de soya es transgénica, lo mismo que el 79% de maíz.
Por otro lado, el cultivo del maíz que se utilizó en el experimento de Séralini ha recibido la aprobación, entre 2001 y 2011, de 12 países; entre ellos, Estados Unidos, Argentina y Brasil. En 2004, Bruselas autorizó la comercialización del maíz NK603 por importación. Se utiliza en la alimentación animal y en la fabricación de productos alimenticios para los seres humanos, como la harina de maíz.
En Europa, solo dos OGM están autorizados para su cultivo: el maíz MON810 y la papa Amflora de BASF. Esta última fue retirada por la presión social en varios países. Así, el MON810 es el único que se cultiva, principalmente en España. En ese país, el Gobierno también autorizó recientemente, en 2011, la realización de experimentos con NK603 a las empresas agrícolas Pioneer y Monsanto en 34 parcelas de 12 provincias. Aunque su uso es solo experimental, organizaciones ecologistas como Greenpeace han alertado de que podría contaminar otros cultivos.
En total, 450 millones de europeos consumen estos alimentos, ya sean cultivados en el continente o traídos de otros países.
Sin embargo, Francia ya ha tomado cartas en el asunto. Los ministerios de Sanidad, Medio Ambiente y Agricultura galos han anunciado que trasladarán el informe de Séralini a a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y el Gobierno de François Hollande no descarta pedir a la UE la suspensión, con carácter urgente, de la importación de este tipo de maíz. Sería el primer Gobierno europeo que pide algo así.
Por su parte, Corinne Lepage, exministra de Ecología de Nicolas Sarkozy, también quiere que la Comisión actúe y prohíba la importación y cultivo de OGM. Para ello sería necesario que las agencias practicaran nuevos estudios, de más de 90 días de duración y con expertos independientes, sin vínculos con las multinacionales de los OGM. Esto, según Séralini, es un problema, ya que las agencias tienen la presión de los lobbys transgénicos.
La eventual decisión de la Comisión Europea será sin duda contestada en la Organización Mundial del Comercio y por algunos de los grandes productores de transgénicos (Estados Unidos, Brasil y Argentina).
Las críticas la metodología empleada por el científico y a las pretensiones publicitarias de Lepage (que publicó un libro al mismo tiempo que el informe), no se han hecho esperar.
Se acusa, por ejemplo, a Séralini de ser abiertamente anti OGM y varios científicos han criticado que 200 ratas es una muestra muy pequeña para un estudio. Además, han apuntado al tipo de roedores empleado, de la especie Sprague Dawley, por un deasarrollo fácil de tumores.
A esto, el investigador respondió que, efectivamente, la muestra no es muy alta pero que la línea de ratones usados tiene la ventaja de ser estable en su nivel biológico y físico. Séralini recordó incluso que esos mismos animales han sido usados por Monsanto en sus estudios presentados a las agencias alimentarias para lograr la aprobación de sus cultivos de OGM. En los grupos de ratas tratadas por Séralini, los tumores aparecieron en el cuarto mes y explotaron en el 11 o el 12, que corresponde a la edad de entre 35 y 40 años de una persona.
La composición de la dieta de los ratones también ha sido objeto de críticas. Sin embargo, se administraron dosis del maíz modificado en diferentes cantidades. Los efectos fueron los mismos.
Se ha dicho también que la cantidad que ingirieron los animales es mayor a la que consumen los humanos; sin embargo, tampoco es cierto: la cantidad de maíz utilizado en los ratones es proporcional al que consumen los habitantes del continente americano. Otros cuestionamientos han ido por el lado de que la revista especializada que escogieron los investigadores para publicar los resultados del estudio, la estadounidense Food and Chemical Toxicology, no goza de prestigio en el mundo de la ciencia. Pero, para Séralini, la publicación está muy lejos de ser desacreditada y goza de credibilidad.
Asimismo, se ha criticado que el estudio no haya comprobado que los OGM son cancerígenos en personas. No obstante, las conclusiones evidencian que las patologías desarrolladas podrían desarrollar cáncer en seres humanos. La evolución de estas no se pudo comprobar por la corta vida de las ratas.