España ha alcanzado en 2012 récord histórico de siembra de maíz modificado genéticamente con 116.306 hectáreas, superficie que representa el 30% del total de maíz grano sembrado en todo el país. Así se desprende de los datos oficiales anuales distribuidos por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) sobre superficies de maíz sembradas en España durante 2012. Un año más la apuesta por la biotecnología agraria crece pese a las barreras burocráticas que, sin justificaciones científicas, imponen los políticos europeos.
La siembra de maíz modificado genéticamente Bt en España ha alcanzado las 116.306,6 hectáreas en 2012, un récord histórico que representa un incremento de 18.980,88 hectáreas y un 20% más respecto al año anterior. En relación a la producción total de maíz grano, los cultivos modificados genéticamente han representado el 30% del total sembrado en el país, un 3,5% más que en 2011.
Quince años de estos cultivos en España confirman la confianza que los agricultores tenemos por esta tecnología, un modelo agrario por el que apuestan 16,7 millones de agricultores en todo el mundo y que permite incrementar nuestra producción de forma sostenible, reduciendo los gastos energéticos, el consumo de agua y la compra de plaguicidas.
“Si no sembrara maíz transgénico las plagas de taladro me harían perder cada año el 25% de todos mis cultivos. El sector agrario vive una situación crítica en la que no nos podemos permitir este tipo de pérdidas. La agricultura europea necesitas nuevas variedades que la saquen de este aislamiento comercial en el que nos encontramos,” explica José Luis Romeo, agricultor de Huesca y Presidente de la Asociación PRObio.
Como organización que aglutina a los agricultores que apuestan la biotecnología agraria en España, la Asociación PRObio demanda a los políticos europeos una apuesta firme por los cultivos modificados genéticamente para resucitar la actividad agrícola europea y poder competir en condiciones de igualdad. Los profesionales del sector vemos cómo la Unión Europea nos prohíbe cultivar semillas modificadas genéticamente cuya producción importamos libremente.
“La actividad agraria europea no puede ser rentable si seguimos importando la producción de semillas transgénicas cuya siembra tenemos prohibida en la Unión Europea. Los agricultores tenemos derecho a competir en condiciones de igualdad sin que nadie nos limite para favorecer a nuestros competidores,” afirma Gonzalo Niubó, agricultor de Lérida y miembro de la Asociación PRObio.
Conviene recordar que la seguridad de los cultivos modificados genéticamente está garantizada por la más estricta e independiente evaluación científica, realizada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y por las agencias de seguridad, sanidad y medio ambiente presentes en cada país comunitario. Las decisiones en materia de cultivos biotecnológicos dentro de la Unión Europea deben tomarse siempre en base a argumentos científicos y no ideológicos.