Monica Ortiz y Drew Endy manipularon un virus conocido como M13 (inocuo) de tal modo que crearon un mecanismo biológico para enviar mensajes genéticos de célula a célula, sistema que permite transferir datos de mucha mayor complejidad y cantidad.
Los científicos tomaron una característica natural del virus: el hecho de que se reproduce en el organismo residente tomando cadenas de ADN que libera después de otro huésped. Se trata en esencia de una canal de comunicación que, como el Internet inalámbrico, permite a las células enviar y recibir mensajes, sin importar el contenido de estos.
La innovación de Ortiz y Endy consistió sobre todo en separar el mensaje del canal, con lo cual consiguieron enviar el mensaje de ADN que elijan a células específicas dentro de una comunidad microbiana compleja.
En otras palabras, el mecanismo permite enviar y recibir órdenes a nivel celular más allá de los límites que el código genético impone: “Si tu red de conexión está basada en el azúcar”, explica Endy, “entonces tus mensajes están limitados a ‘más azúcar’, ‘menos azúcar’ o ‘no azúcar’”. En contraste, las modificaciones operadas sobre el M13 permiten intercambiar mensajes como “comienza a crecer”, “deja de crecer”, “acércate”, “produce insulina” y otros similares.
De perfeccionarse, este desarrollo biotecnológico permitiría controlar complejos celulares ligados a procesos de biosíntesis.