Tesis sobre la revolución en el Oriente Árabe
Por Jabra Nicola
Traducido por Chucho Nery
14 de septiembre de 1972
Este fue un documento de discusión. Fue escrito no mucho después de la secesión
de Matzpen (Organización Socialista Israelí – OSI) de un grupo trotskista
llamado OSI - “Marxista” y más tarde “Liga Comunista Revolucionaria” (LCR) y
publicó un diario llamado “Matzpen-Marxista”.
Jabra Nicola -para entonces viviendo en
Londres- se opuso a la división, pero se vio forzado por la mayoría del liderazgo
del Secretariado Unificado de la IV Internacional en Europa, y por los líderes
sectarios de la facción trotskista en la OSI.
Sin embargo, como leal trotskista, Jabra no tuvo más opción que
alinearse con esta última. La posición
política sobre la Revolución Árabe, el sionismo y el derecho de la nación
hebrea a la autodeterminación expresada en las Tesis en aquel tiempo fue
similar tanto a la de la vieja OSI como a la del grupo trotskista.
También se vio reflejada en un artículo
conjunto de Jabra (otra vez usando su nombre de guerra “A Said”) y Moshé
Machover al año siguiente (“La Revolución Árabe y los problemas nacionales en
el oriente árabe”).
Sin embargo, luego de la muerte de Jabra en
1974, la LCR adoptó una línea diferente, mucho menos crítica del nacionalismo
palestino.
A.
1. La revolución en el Oriente Árabe no puede
ser una revolución “democrática” nacional o burguesa sino proletaria
socialista. Sólo es posible como
revolución permanente. Sin la conquista
del poder por la clase trabajadora apoyada por el campesinado empobrecido y la
institución de medidas socialistas no pueden lograrse ni las tareas
democráticas nacionales ni una rápida industrialización para cubrir las
apremiantes necesidades económicas de las masas.
2. La
experiencia de los regímenes bonapartistas “progresistas” refrenda este hecho
(límites a la industrialización, fracaso en el logro de una unificación
nacional, incapacidad para encabezar una lucha efectiva contra el imperialismo
y el sionismo). Sin embargo, los reales
cambios socio-económicos producidos bajo estos regímenes -especialmente el
grado de industrialización, la reforma agraria y la expansión de la educación-
aun cuando no han sido totalmente suficientes para cubrir las necesidades de
las masas, han fortalecido grandemente las fuerzas potencialmente
revolucionarias (elevando la cantidad y el peso del proletariado).
3. La
necesidad de una revolución permanente es una consecuencia de:
* el fracaso de una burguesía nacional urbana
en desarrollarse en una sociedad árabe pre-imperialista;
* la completa absorción de las clases
dominantes tradicionales dentro del sistema capitalista mundial en la época del
imperialismo;
* la incapacidad de esos sectores de la
pequeña-burguesía que, por medio del control del poder estatal, han intentado
consolidarse como burguesía nacional, para liberarse del aplastante poder del
imperialismo, y al mismo tiempo conservar el firme control de la movilización
masiva contra el imperialismo.
4. Por
lo tanto, la lucha contra el imperialismo -inseparable de todas las luchas
democráticas- sólo puede ser una lucha contra todas las clases dominantes y
regímenes existentes en la región. Esas
clases son socios menores del imperialismo; a través de ellas el imperialismo
domina la región y sus regímenes son la forma política de este dominio
imperialista. La lucha anti-imperialista
y democrática es posible sólo como lucha de clases de los trabajadores apoyados
por los campesinos empobrecidos contra los terratenientes, el clero caporal, y
la nueva burguesía en el mundo árabe, como también contra la burocracia
sionista y los capitalistas en Israel.
B.
1. La
revolución permanente en el Oriente Árabe puede llevarse a la victoria sólo a
nivel regional. Como consecuencia de la
desigualdad en su desarrollo es probable que en toda la región las situaciones
revolucionarias o pre-revolucionarias surjan en épocas diferentes en lugares
diferentes; pero cuando sea y donde sea que tal situación surja la lucha en ese
lugar determinado debe ser parte integral de la revolución árabe como un todo,
dirigida por una estrategia revolucionaria de todo el oriente árabe apoyada
directamente por la lucha de masas en toda la región, dirigida de tal forma que
pueda combinarlas en una sola lucha por las necesidades de las masas en la
región como un todo, que tienda a hacer surgir la cuestión del poder en todo el
oriente árabe. Sólo de esta forma las
luchas más avanzadas en todo momento dado hallarán la máxima protección posible
contra la intervención de los ejércitos de los estados árabes, el estado
sionista y posiblemente la intervención imperialista. Sólo de esta forma la toma del poder en un
país del área será capaz de propagarse y evitar su aplastamiento por las
fuerzas reaccionarias.
2. Esta
unidad estratégica de la revolución se corresponde con la tarea nacional más
general de la revolución: la unificación nacional árabe.
C.
Pero la lucha por tareas nacionales,
incluyendo la unificación nacional árabe, no puede esgrimirse bajo la bandera
del nacionalismo. Hoy en día el
nacionalismo es la ideología de las clases dominantes árabes y un medio por el
cual esas clases manipulan a las masas trabajadoras debilitando su conciencia
de clase, mistificando la fuente de su opresión y desviando su indignación del
enemigo real. Debe hacerse una
distinción entre la importancia histórica objetiva de la lucha de masas y las
distintas corrientes ideológicas y teóricas que compiten por la lealtad de la
sociedad y el pueblo oprimido involucrado en la lucha de las masas árabes contra
el imperialismo y el sionismo por la unificación nacional y el final de la
dominación económica extranjera etc., es progresista y debe apoyarse; pero el
nacionalismo como ideología ya no puede jugar ningún papel progresista en el
oriente árabe: es reaccionario. Todas
las tareas nacionales en el oriente árabe pueden lograrse sólo a través de una
lucha de clases consciente, en óptima unidad con las clases explotadas de las
naciones opresoras, mientras la ideología nacionalista ciega a las masas ante
la realidad de las luchas de clases y ante los aliados potenciales dentro de la
nación opresora.
D.
La solución al problema de las minorías
étnicas y nacionales en el Oriente Árabe será una tarea central de la
victoriosa revolución árabe, y es esencial una política correcta sobre este
asunto no sólo para ganarse a las capas explotadas de esas minorías para una
participación activa en la revolución, sino también para educar a las masas
árabes en el internacionalismo; ayudarlos a deshacerse de los prejuicios raciales
y nacionales y de la influencia de sus clases dominantes que fortalecen su
control sobre ellos a través del adoctrinamiento nacionalista. La Revolución Árabe debe reconocer y defender
los derechos de todas las nacionalidades no-árabes en el oriente árabe, es
decir, reconocer su derecho a la autodeterminación.
Los kurdos y los sur-sudaneses son minorías
nacionales oprimidas por los regímenes nacionalistas árabes en Irak y el
Sudán. Por lo tanto, los árabes
revolucionarios deben apoyar incondicionalmente la lucha de esas minorías por
sus derechos nacionales y su derecho a separarse, si expresan su deseo de
hacerlo, en cualquier momento.
E.
La cuestión de los judíos israelíes difiere de
la de los kurdos y los sur-sudaneses.
Los judíos que viven en el estado sionista de Israel hoy en día no son
oprimidos por ningún gobierno árabe. Su
existencia dentro de las fronteras de este estado es producto de una operación
colonialista patriotera, realizada por medio de la opresión y expulsión de los
palestinos de su país. Sin embargo, debe
reconocerse que esos judíos que viven en Israel ahora se han vuelto una nación,
que se distingue de la comunidad judía en todo el mundo y del entorno árabe que
los rodea. Pero la expresión nacional de
este país ha sido reaccionaria y contra-revolucionaria. Ha usurpado la tierra palestina, se ha
identificado con el sionismo y ha jugado el papel de gendarme imperialista
contra la revolución árabe. Hablar de la
garantía del derecho a la autodeterminación para semejante país bajo estas
circunstancias parece ridículo. Una
nación opresora no necesita tal derecho.
Ni los revolucionarios israelíes ni los árabes pueden ahora levantar la
consigna por la autodeterminación de los judíos de Israel. Los revolucionarios israelíes deben luchar
ahora por la autodeterminación de los árabes palestinos bajo la ocupación de
Israel, por la restauración de los derechos nacionales de los palestinos y por
el regreso a su país. Sin embargo, el
programa de la Revolución Árabe debe incluir una cláusula sobre el derecho a la
autodeterminación de los judíos de Israel luego de la victoria de la
revolución.
Los judíos de Israel son actualmente una
nación opresora porque constituyen el estado sionista de Israel, que es un
puesto de avanzada del imperialismo en la región, y que juega un papel opresor
y contra-revolucionario contra la Revolución Árabe. Pero la victoriosa revolución árabe significa
la derrota del sionismo y el derrocamiento de toda la estructura del estado
sionista, la liquidación del dominio e influencia imperialistas en el oriente
árabe, y la restauración de los derechos de los árabes palestinos. En esas circunstancias los judíos de Israel
ya no constituirán una nación opresora sino una pequeña minoría nacional en el
oriente árabe. Entonces se hará posible
hablar de igualdad entre las naciones y de los derechos de cada nación a la
autodeterminación. El derecho a la
autodeterminación no será garantizado a Israel sino a la minoría nacional judía
israelí en el territorio en el cual, luego del regreso de los árabes palestinos
a su país, estos últimos constituirán la aplastante mayoría.
El problema planteado a la Revolución Árabe es
el del futuro estatus de la minoría nacional judía israelí. Tiene que ver con el respeto a los derechos
democráticos nacionales fundamentales de esa minoría; pero al mismo tiempo
tiene que ver con evitar la creación de un estado separado capaz de servir de
nuevo como base para un exclusivismo judío que pueda ser usado por el
imperialismo. Es cierto que luego de la
derrota del imperialismo en el área como resultado de una revolución victoriosa
es improbable que surja tal situación, pero no obstante debe tomarse en
consideración. Sin embargo, el derecho a
la autodeterminación no necesariamente implica separación. Sólo significa que la decisión de separarse o
integrarse debe dejarse a la minoría nacional respectiva y no imponerse por la
mayoría. Los judíos israelíes no pueden
constituirse ni económica ni políticamente en un estado verdaderamente
independiente y neutral. Tienen que
estar, económica y políticamente, estrechamente vinculados al Estado Árabe
Socialista o al imperialismo contra ese estado.
Por lo tanto, mientras la revolución árabe como un todo debe garantizar
a los judíos israelíes el derecho a separarse, los revolucionarios judíos
israelíes deben luchar por su integración dentro del Estado Árabe Socialista.
La tarea de los revolucionarios israelíes y la
de los revolucionarios árabes, hoy en día, es demostrar que el futuro
democrático de los judíos israelíes es contradictorio con el mantenimiento del
sionismo, y que la única forma de asegurar su futuro, inclusive físicamente, es
que el pueblo trabajador judío se una a la revolución árabe como parte integral
de la misma.
Dentro de este marco la inclusión del derecho
a la autodeterminación de los judíos israelíes en el programa de la revolución
árabe puede ayudar a promover el desarrollo de una conciencia internacionalista
entre las masas trabajadoras israelíes.
Negar este derecho puede traer con ello el riesgo de empujar a las masas
israelíes más y más a los brazos del sionismo.
El desarrollo de las luchas revolucionarias de
las masas trabajadoras israelíes no ocurrirá orgánicamente. Dependerá principalmente del desarrollo
político y organizativo de las fuerzas revolucionarias en el Medio Oriente, y
por otro lado, de la capacidad de la vanguardia revolucionaria en Israel para
acompañar la importancia y el papel político de la lucha.
F.
La revolución árabe es una lucha política con
el fin de lograr la toma del poder por la clase trabajadora en todo el oriente
árabe. Ello requiere un grado de
organización de las masas y un nivel de conciencia política de las masas en
constante crecimiento, tácticas variadas seleccionadas y combinadas según las
situaciones concretas: manifestaciones de calle, huelgas, actividades
electorales, lucha armada, etc. Todo
esto debe ser dictado por dos consideraciones estratégicas: ¿una acción en
particular tiende hacia la elevación del nivel de conciencia de las masas? ¿Debilita objetivamente la capacidad de las
clases dominantes y el imperialismo para gobernar?
Esto requiere la formación de un partido
revolucionario que luche ideológicamente contra la ideología reaccionaria,
contraponiendo políticamente su programa socialista revolucionario a toda
corriente nacionalista, organizativamente capaz de seleccionar y combinar
tácticas y que sea capaz progresivamente de liderar a las masas hacia la
acción.
Debido a que el Oriente Árabe es una unidad y
a que su dinámica revolucionaria es indivisible, el objetivo de los
revolucionarios en la región es formar ese partido como instrumento
organizativo de la revolución en toda el área.
Por lo tanto, debe ser un solo partido revolucionario, sobre la base de
una sola estrategia global para la lucha revolucionaria en los diferentes
países de la región. Esta es la tarea
que los marxistas revolucionarios del oriente árabe deben plantearse.
Es a través de la construcción del partido
revolucionario de toda la región y de la orientación auténticamente
revolucionaria de las luchas de las masas árabes y judías -y las masas de otras
nacionalidades no-árabes- que será posible tener éxito en la lucha por un
oriente árabe socialista contra el imperialismo, el sionismo y las clases
dominantes árabes.
El surgimiento y la derrota de la
resistencia palestina
Los palestinos son el pueblo árabe que ha
sufrido la colonización sionista de Palestina.
Su reacción ante esta monstruosa injusticia surgió como un fenómeno
palestino distinto pero no aislado; estaba intervinculado a la reacción árabe
general ante la penetración del imperialismo en el oriente árabe.
Nunca existió un estado-nación palestino
independiente en el mundo árabe, ni siquiera una unidad administrativa separada
dentro del Imperio Otomano. Palestina
como unidad separada dentro de su frontera conocida es una creación del
imperialismo británico y francés luego de la I Guerra Mundial. La lucha de los palestinos contra el sionismo
y el imperialismo durante el Mandato fue parte integral de la lucha de todo el
Oriente Árabe por la independencia y la unificación nacional. Allí nunca se desarrolló una identidad
nacional palestina.
En 1948 fue creado el estado colonial sionista
de Israel por medio de la expulsión de los palestinos de sus hogares. Fueron dispersados en los estados árabes
vecinos donde sus condiciones sociales fueron resumidas a su confinamiento en
campos de refugiados. Aunque los
regímenes de los estados árabes proclamaron su oposición al estado de Israel en
la práctica no hicieron nada por recuperar el derecho de los palestinos a su
tierra natal. Debido a la debilidad
política y el empobrecimiento económico de los refugiados palestinos los
regímenes de los estados árabes intentaron evitar tomarlos en consideración,
tratándolos en cambio como una carga vergonzosa y onerosa.
Cuando Nasser llegó al poder su intento de
sustituir los aparatos estatales en lugar de lanzar a las masas contra Israel
mantuvo inmovilizados a los palestinos, así como también a los egipcios y demás
masas árabes.
Por más de veinte años las masas palestinas
miraron impotentes los intentos por su propia “liberación” sin participar de
ninguna forma en ellos.
La derrota de los ejércitos árabes en junio de
1967 fue un golpe terrible que conmocionó a las masas árabes. El liderazgo nasserista, al cual las masas
árabes, incluyendo los palestinos,
clavaron sus esperanzas en su lucha contra el imperialismo y el Israel
sionista, fue expuesto por la debacle y probó ser incapaz de encabezar la lucha
contra el imperialismo o para recuperar los derechos de los palestinos a su
tierra natal. Como resultado esos
regímenes fueron sacudidos y sintieron el peligro de ser derrocados por las
masas que comenzaron a levantarse ante su bancarrota. Así, cuando comenzó a desarrollarse un
movimiento palestino “independiente” de lucha contra Israel, fue favorecido y
apoyado por todos los regímenes árabes, con el fin de: a) deshacerse de la
“responsabilidad” por los palestinos, dejando que ellos resolvieran sus
problemas solos; b) apartar de ellos mismos la ira de las masas y dejar que
concentraran su atención y esfuerzos en la “liberación de Palestina”; y c)
verlos como peones o como carta de triunfo en las negociaciones internacionales
con el imperialismo estadounidense, Israel y la URSS para lograr un compromiso
y un acuerdo “pacífico” al conflicto árabe-israelí.
El liderazgo palestino, debido a su origen de
clase e ideología nacionalista pequeño-burguesa, no fue reacio, consciente o
inconscientemente, a jugar su papel, y por medio de su propia política,
estrategia y tácticas llevó la lucha a la derrota. Fracasó en reconocer en la teoría y en la
práctica el enfoque regional (de todo el Oriente Árabe) de la revolución. Separó la lucha por la “liberación de
Palestina” de la lucha contra todos los regímenes árabes. Este liderazgo no representó ningún deslinde
básico con el nacionalismo árabe; políticamente los programas, principios,
estrategias y tácticas dominantes representaron la culminación y el callejón
sin salida de toda la corriente representada por el nasserismo y el ba'athismo.
Esta insuficiencia programática no fue para
nada “accidental”; es un reflejo de la burguesía y alta pequeña-burguesía que
en todo el mundo árabe juegan un importante papel económico y político pero aun
siguen subordinadas a los grupos dominantes ya establecidos en los países
árabes. La consigna de un “estado
palestino democrático y secular” es el reflejo ideológico de su contradictoria
posición social objetiva. Pero de esas
capas surgieron la mayoría del liderazgo y muchos de los fondos de la
resistencia.
El carácter contradictorio de la resistencia
determinó el cambio de actitud de los regímenes árabes hacia ella:
* Debido al grado de movilización de masas y
la simpatía y apoyo que tuvo al comienzo entre las masas árabes ellos la
temieron.
* Debido a su política nacionalista, lucha “no
clasista” y “no-intervencionismo”, pudieron usarla para desviar a las masas
árabes de la lucha contra esos regímenes.
* Debido a esas mismas políticas, que a largo
plazo enemistaron a las masas árabes y aislaron a los palestinos inclusive de
sus hermanos jordanos, esos regímenes se sintieron seguros de poder aplastarla
tan pronto como la política internacional o la seguridad interna hiciera
deseable ese curso de acción, y eso fue justo lo que ocurrió. Hussein masacró a los palestinos cuando el
Plan Rogers estaba en agenda, mientras Irak, Egipto, Siria y los demás estados
árabes se mantuvieron estáticos y las masas árabes ya estaban enemistadas y
neutralizadas.
Las razones para la derrota palestina pueden
resumirse de esta forma:
1. El
fracaso del liderazgo en reconocer en la teoría y en la práctica el enfoque
regional (todo el Oriente Árabe) de la revolución; la separación de la lucha
por la “liberación de Palestina” de la lucha contra todos los regímenes árabes
por una revolución socialista proletaria en el Oriente Árabe como un todo, que
por sí sola derrote al imperialismo y al Israel sionista.
2. Su
adopción de las teorías de la “revolución por etapas” y de las “contradicciones
primarias y secundarias”, subordinando la lucha de clases por “cierto período”
por una “unidad nacional” y así considerar a los regímenes y clases dominantes
árabes como aliados en la lucha contra el imperialismo e Israel, y no como
enemigos de clase contra quienes debe lucharse y derrocarse.
3. Su
aceptación de la teoría “foquista”, poniendo un énfasis casi exclusivo en el
aspecto militar de la lucha, y rehusándose a reconocer la necesidad de una
organización de vanguardia árabe, subordinando las operaciones militares a la
estrategia y el liderazgo político. Así,
no hicieron esfuerzo alguno por politizar a las masas en los distintos países
árabes y movilizarlas para la lucha revolucionaria, no sólo por la “liberación
de Palestina”, sino por la de todo el Oriente Árabe del dominio imperialista y
de los gobernantes y regímenes árabes, por medio de los cuales ejerce ese
dominio. Su énfasis en la separación de
la lucha palestina de la lucha local en los países árabes llevó a la adopción
de tal política con respecto a las masas árabes que inclusive desmoralizó y
enemistó a las masas jordanas y las libanesas entre las cuales actuaba y tenía
su base.
Israel
El desarrollo de un movimiento revolucionario
de masas en Israel depende del surgimiento de una revolución árabe, tanto
políticamente y como fuerza material, que esté dentro del crecimiento de un
movimiento árabe de ascendente credibilidad que realmente sea capaz de imponer
su voluntad, basado en un programa que sea absolutamente intransigente hacia
todas las instituciones sionistas y que reconozca los derechos nacionales de
los judíos israelíes. Este último punto
sólo será relevante en Israel cuando un movimiento socialista revolucionario en
los países árabes comience a ganar influencia en las masas de manera que los
revolucionarios de Israel puedan apuntar hacia él como un programa genuino
sobre el cual luchen las masas árabes.
No es posible lucha alguna en Israel que no
sea explícitamente anti-sionista. Aunque
bajo el impacto de la intensificación de la crisis económica capitalista
mundial la explotación de los trabajadores israelíes aumentará y la brecha
económica y social entre los ashkenazíes y los sefarditas tienda a elevarse, la
lucha meramente económica o políticamente limitada no puede llevar
espontáneamente a la formación de la conciencia revolucionaria entre los
trabajadores israelíes. Tales luchas
pueden lograrlo sólo si están presentes como elementos de la lucha
anti-sionista. Es imposible luchar
contra el capitalismo en Israel sin luchar contra el sionismo, ya que el
sionismo es la forma específica del dominio capitalista en Israel.
La OSI (Marxista), a través de un proceso de
clarificación política, se ha basado en la clara perspectiva política de
construir un partido leninista en toda la región; la orientación de la
actividad revolucionaria en Israel sobre la revolución árabe; y la construcción
del partido revolucionario de la región como una sección de la IV
Internacional.
La OSI ha desarrollado un programa de
exigencias democráticas, que en la situación israelí asume un carácter
transitorio. El programa de
des-sionización incluye:
* La inmediata eliminación de todas las leyes,
políticas y prácticas que confieran privilegios a los judíos, particularmente
la ley de retorno;
* La inmediata apertura de las fronteras a
todos los palestinos desplazados que deseen regresar, y una compensación por
sus pérdidas a los que no lo deseen.
* Completa separación de la religión y el
estado.
* La construcción de un sindicato
verdaderamente independiente en oposición al pseudo-sindicato sionista, el
Histadrut, basado en comités de base en los lugares de trabajo en todo el país.
Estas exigencias generales, si se llevan a
cabo completamente, rompería el dominio del sionismo en Israel. Ellas contienen un significado básicamente
democrático: pueden relacionarse a cada lucha social progresista como la de
demostrar que la marcha frontal de esas luchas depende de la intensificación
del ataque a la clase dominante sionista.
Ellas no pueden materializarse cabalmente sin el derrocamiento del
estado sionista y la toma del poder por el proletariado.
Original en inglés: Theses on the revolution in the Arab East – A. Said (Jabra Nicola)