Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Siempre es importante revisar las contradicciones presentes en nuestra sociedad, éstas nos ayudan a formarnos una visión de su movimiento. Intentemos una aproximación preliminar al cuadro de contradicciones.
Hay una contradicción geopolítica entre el capitalismo chino y el capitalismo gringo-europeo; otra, interna, entre el capitalismo rentista y la renta finita; otra, entre el sistema de captación de adhesiones políticas clientelar y lo finito de la renta; y otra contradicción entre el modelo socialdemócrata ingenuo, agotado, y la renta finita.
El capitalismo rentista tiene una dinámica de crecimiento ligada al precio del petróleo, no se alimenta a sí mismo, no es movido por la explotación, la plusvalía, aunque conserva la conciencia, la cultura del capitalismo. Sin entender esto no se puede comprender la política nacional.
La contradicción entre los chinos y los gringos es mundial, poco estudiada, vemos sus manifestaciones más resaltantes: los conflictos en la frontera rusa, las sanciones europeas, el acercamiento de China y Rusia. Falta estudiar cómo opera el nivel de las transnacionales que por millares habitan en China y tienen raíces vigorosas en los Estados Unidos y Europa, conocer cómo se relacionan los intereses de estas transnacionales con los intereses del Estado Nacional. Esta contradicción que se manifiesta en el mundo lo hace con fuerza entre nosotros, las declaraciones del Presidente Maduro son claras: los gringos son los patrocinadores de la agresión contra el gobierno, y en su territorio alberga a los agresores, la concreción de las últimas medidas en contra de altos oficiales, dispensa mayores explicaciones. Entre tanto, los chinos se cuidan y penetran con paciencia el territorio nacional.
La contradicción entre lo finito de la renta y lo infinito de las expectativas de consumo, el despilfarro, se presenta cuando los precios del petróleo son bajos y se oculta cuando son altos. Esta contradicción contiene otras: entre el sistema de captación de adhesiones políticas clientelar y lo finito de la renta, que sigue el mismo ritmo de los precios. Y contiene una que es principal, la contradicción: entre el modelo socialdemócrata ingenuo agotado y la renta finita. Veamos esta última.
El modelo socialdemócrata florece en la época de bonanza, frente a la riqueza súbita se han visto en la historia dos conductas: una, trasvasar la renta a la burguesía por diversos mecanismos, repartir, dejar caer de la mesa un poco para los humildes, lo mínimo indispensable para comprar tranquilidad, invertir en estructura, desarrollar polos, elefantes blancos, todo en medio de una gran represión cotidiana y muy dura con los focos insurreccionales; otra conducta: la de Chávez, intentar cambiar el modelo capitalista rentista por el modelo Socialista; nacionalizar, recuperar a PDVSA, mejorar la condiciones de vida de los humildes, y ya al final con el “Golpe de Timón” y el “Plan de la Patria” atender con fuerza la formación de conciencia del deber social, zafarse del rentismo superando su cultura capitalista, su egoísmo, y construyendo una economía que sustente la nueva relación humana.
En medio de estas dos conductas surge una que podríamos llamar socialdemócrata ingenua. Estos confunden socialdemocracia, reformismo, como un camino, una transición al Socialismo. Postulan que hay que cumplir las condiciones del capitalismo mundial. Pretenden un capitalismo pero sin sus máculas, de rostro humano, que tenga mesura en su apropiación de la renta, que no robe, que no explote, que no reprima. En el caso de Venezuela, es el frenazo al camino al Socialismo que conducía Chávez, un intento por revertirlo, una verdadera transición al capitalismo franco.
Hoy presenciamos el intento por resolver la contradicción política, que es la más urgente dentro del plano capitalista. La socialdemocracia ingenua está agotada, luce sin futuro, pierde fuerza cada día. La socialdemocracia franca se apresta por vía del golpe o de las elecciones a tomar la conducción de la nación. Cualquiera de las fuerzas socialdemócratas que triunfe modificará la forma de gobierno, pero dejará intacto al capitalismo rentista, tendrá que ir hacia una dictadura disfrazada de democracia, con fuerte represión a los humildes y a los dirigentes revolucionarios, o a una dictadura abierta de carácter altamente represivo, que gobierne con estado de excepción.
De cómo se resuelva la contradicción política dependerá la evolución de las otras contradicciones. Falta por ver la conducta de la corriente Chavista auténtica, la Socialista, que luce arrinconada.
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