Por Ben Morken (Corriente
Marxista Internacional)
Traducido por Chucho Nery
El inicio de las sesiones
del parlamento es una ocasión para que el presidente dé su Discurso Anual sobre
el Estado de la Nación (DAEN).
Tradicionalmente es una ocasión ostentosa presidida por la élite
política del país.
En uno de los países más
desiguales del mundo, con niveles devastadores de pobreza y desempleo las masas
son burladas anualmente con eventos de alfombra roja, oportunidades de fotos,
elaborados banquetes y la pompa y ceremonia asociadas.
Sin embargo, los
tumultuosos eventos durante el DAEN de este año fueron diferentes a cualquier
cosa vista anteriormente. Los hechos
ocurridos en el evento de este año son conocidos por todos los
sudafricanos. Personal de seguridad
armado entró violentamente en el parlamento y desalojó a diputados electos del
partido Luchadores por la Libertad Económica (LLE), por atreverse a preguntarle
al presidente Zuma en cuanto al escándalo Nkandla. En el tumulto que siguió una diputada de LLE
fue atropellada seriamente y supuestamente salió con la quijada
fracturada. Lo atroz del ataque fue
captado por periodistas y diputados en la asamblea luego que la transmisión
televisiva fuese suspendida. Más tarde
se reveló que aquél personal de “seguridad”, vestidos como meseros o barman, en
realidad eran miembros de unidades especiales de la policía que habían sido
entrenados especialmente en técnicas de “maltrato” antes del evento. La agencia City Press reportó que como parte
de este “entrenamiento” se usaron fotos de diputados como práctica. Esto prueba que esto fue un intento bien
calculado y deliberado de provocar una confrontación que le diera a los
funcionarios al mando la excusa para desalojar a los miembros de LLE.
Los violentos desalojos,
con todo y lo chocante que fueron, sólo fueron parte de una extraordinaria
serie de eventos ese día. La causa
inmediata fue el escándalo Nkandla, en el cual se usó dinero de los contribuyentes
para “mejorar” la residencia privada de Zuma.
Esta controversia cuelga como una Espada de Damocles sobre la cabeza del
presidente. Este escándalo ha
desarrollado una lógica propia y ya es una profunda crisis que involucra al
presidente, su gobierno y al parlamento.
Desde los turbulentos eventos del 21 de agosto de 2014 en los que los
Luchadores por la Libertad Económica hicieron una campaña radical en el
parlamento para que Zuma “devolviera el dinero”, el presidente ha evitado
regresar a la Asamblea Nacional para responder a las preguntas relacionadas con
este o cualquier otro asunto.
La amenaza por parte de
LLE de preguntarle al presidente sobre la debacle de Nkandla en el DAEN, un
escenario sin precedentes, causó pánico en todo el gobierno. Los segurócratas implementaron y previeron
las medidas de “seguridad” más elaboradas y draconianas en la historia de este
evento. En la tarde previa al DAEN,
opositores de diferentes partidos fueron confrontados y atacados con cañones de
agua e incluso arrestados en las calles adyacentes al recinto
parlamentario. Pero en su apasionamiento
desbordado las medidas se volvieron en su contra. Dos horas antes del inicio programado para el
discurso de Zuma los periodistas que estaban dentro de la Cámara protestaron
que había una aparato que interfería las señales de los teléfonos móviles. En medio de su precipitación los segurócratas
no pensaron que el bloqueo de la señal interferiría los aparatos electrónicos
en el recinto y que esto significaría que el discurso de Zuma no podría ser
transmitido por muchos miembros de los medios.
¡Por lo tanto, fueron ellos los que inicialmente interrumpieron el
discurso de Zuma y no LLE! Las señales
fueron restauradas luego que los diputados de la oposición elevaron el asunto
al inicio de la sesión conjunta de la Cámara, ante el visible embarazo de
muchos funcionarios. Algunos testigos
vieron al presidente del parlamento Ramaphosa garabatear un mensaje y pasárselo
al ministro de seguridad estatal, David Mahlobo. Lo que haya estado escrito en esa nota tuvo
un efecto ya que 10 minutos después el vocero anunció que la señal de los
teléfonos celulares había sido restablecida y Zuma pudo comenzar su discurso,
que luego fue interrumpido por LLE.
Lo primero que debe
señalarse aquí es la ironía implícita en esta situación en lo que atañe a los
líderes del partido gobernante. El CNA
construyó todo su legado histórico sobre la lucha por y el logro de los
derechos democráticos. Pero ahora está
claro que en el momento de crisis algunos sectores del liderazgo están
totalmente preparados para tirar por la ventana estos derechos, junto con la
Constitución liberal. El derecho a
reunión fue coartado en los alrededores del recinto parlamentario. El derecho a la libertad de expresión y a la
libertad de informar fue socavado con el bloqueo de las señales de los
teléfonos celulares y con la entrada de policías armados a la cámara de la
Asamblea Nacional y el desalojo de diputados por el pavoroso crimen de hacer
preguntas incómodas.
Como marxistas condenamos
cualquier intento de coartar los derechos democráticos elementales en los
términos más contundentes posibles y defendemos todos los derechos democráticos
por los que se peleó y se ganó a través de los heroicos sacrificios de la clase
trabajadora y que fueron pisoteados tan intencionadamente el 12 de
febrero. No luchamos por estas
exigencias en lo abstracto, sino con la convicción que en esta sociedad estos
derechos democráticos son las mejores herramientas que permiten a la clase
trabajadora luchar por el completo derrocamiento del capitalismo.
Si examinamos más
profundamente la naturaleza de la reacción a los eventos por las diferentes
figuras del CNA, surge una imagen muy interesante. En los días que siguieron al DAEN la
situación escaló aun más cuando algunos líderes, como el presidente nacional
Mbete (quien también es el vocero de la Asamblea Nacional), lanzaron un ataque
a gran escala contra LLE, y especialmente contra Julius Malema. Inicialmente sus escandalosos y
deshumanizantes comentarios fueron defendidos por el partido a través del
vocero nacional. Pero más tarde la
imagen cambió drásticamente cuando el secretario general del CNA Gwede Mantashe
se metió en la refriega con una declaración muy conciliatoria y
diplomática. “Los eventos que se
llevaron a cabo la semana pasada durante el Discurso sobre el Estado de la
Nación nos llama a retroceder y reflexionar y a hacernos la pregunta, ¿qué
necesita hacerse? Cualquiera que sean
nuestras diferencias debemos mantener el interés de nuestro país por encima de
todo lo que hagamos”, dijo. Él también
condenó la interferencia de las señales de los teléfonos celulares.
Luego que Mantashe bajara
la línea del partido, toda la postura del liderazgo del CNA cambió. En una escena sin precedentes, Mbete emitió
una disculpa pública inesperada y sin precedentes a Julius Malema por sus
insultos peyorativos, que Malema aceptó rápidamente. Este pequeño episodio y la intervención de
Ramaphosa para que la señal fuese restituida demuestra que un sector de la
burguesía ligado al liderazgo del CNA está muy preocupado por la
situación. Ellos entienden, por un lado,
que LLE, que defiende abiertamente un programa revolucionario, es una amenaza a
su sistema. Sin embargo, ellos también
se dan cuenta que ellos se arriesgan a socavar la legitimidad de este mismo
sistema -con consecuencias revolucionarias- si van demasiado lejos al ponerle
freno a los derechos democráticos formales.
Alzamiento
parlamentario
Bajo el capitalismo el
papel fundamental del parlamento es administrar los asuntos comunes de los
capitalistas, tratar asuntos secundarios y dar a las masas una ficción de
“democracia”, mientras que las verdaderas grandes decisiones se toman en las
salas de reuniones de los bancos y otras corporaciones multinacionales. En última instancia la democracia
parlamentaria burguesa sirve a los intereses de los burgueses. Sin embargo, como lo vemos en el caso de LLE,
el parlamento también ofrece una buena oportunidad para exponer el sistema
podrido y para ganar la atención de las masas.
El gran mérito de LLE ha
sido que ha expuesto la verdadera naturaleza de la democracia liberal burguesa,
que es incompatible con las políticas radicales. Las reglas del parlamento nunca fueron
diseñadas para semejantes políticas y por lo tanto el liderazgo del CNA y demás
partidos políticos establecidos no tienen idea de cómo responder a la posición
militante de los diputados de LLE.
Esta es una de las razones
por la que LLE ha logrado semejante impacto inmediato. Mientras que los partidos políticos burgueses
establecidos se cuidan de “jugar con las reglas” y por lo tanto sólo se oponen
al partido de gobierno de una forma superficial, LLE no ha temido usar al
parlamento para exponer la podredumbre del capitalismo sudafricano y la impotencia
de su democracia. Esto también explica
la subida en su popularidad entre las masas, muchas de las cuales sienten que
finalmente tienen una voz en el parlamento.
LLE ha expuesto
exhaustivamente cómo el partido gobernante usa su mayoría parlamentaria para
esconder su corrupción. Al presionar de
esa manera al CNA este ha sido prácticamente paralizado y puesto en la posición
de ser incapaz de usar su mayoría del 60% para arrollar a la oposición, como lo
hizo en el pasado. Aquí tenemos un
partido de 6% que ha demostrado un total desdén por las reglas y normas
burguesas establecidas y ha sido capaz de sacudir el sistema y sigue planteando
el debate público. El escándalo Nkandla
es un ejemplo de ello.
Pero en este punto la
pregunta es ¿qué sigue? ¿Hacia dónde
apunta LLE a partir de aquí? La lucha
parlamentaria es importante porque le da al partido una plataforma muy
pública. Pero por más importante que sea
sólo es una arena de lucha. Lo que llama
la atención del panorama político sudafricano es lo bien constituida que está
la clase trabajadora en sindicatos militantes.
Una lucha exitosa contra el capitalismo es impensable sin el papel
central de los sindicatos. Luego de los
eventos del DAEN muchos líderes sindicales han salido en contra de LLE. Desafortunadamente esto sugiere que LLE no ha
llevado a cabo el necesario trabajo paciente de ganarse a las bases de los
sindicatos con un programa revolucionario ligado al derrocamiento del
sistema. Esta debe ser la prioridad para
los Luchadores.
Asimismo, las masas
trabajadoras no sólo buscan que el parlamento les soluciones sus exigencias
diarias. Ellos participan activamente en
movimientos de protesta masiva desde las bases.
Estas protestas han absorbido al país en la última década. Los niveles de las “protestas por los malos
servicios” nunca han sido tan altos. Es
cierto que los líderes de LLE han apoyado algunas de estas protestas. Pero lo que hace falta es una campaña a gran
escala para conectar todas estas luchas a nivel nacional. Esta es una meta a la que se comprometió el
partido en su primer congreso nacional.
¡Ahora lo que hace falta es acción!
En particular es importante buscar alinear esto de manera constructiva
al Frente Unido iniciado por el NUMSA, que ya está muy involucrado en este proceso.
Por último, es importante
tener un enfoque correcto hacia las bases del CNA y la Alianza Tripartita. A pesar del progreso indudable de LLE, es
dentro y alrededor del CNA y la Alianza que el núcleo de las masas potencialmente
revolucionarias están aun organizadas.
Existen numerosos ejemplos en todo el país donde muchas de las grandes
luchas son encabezadas en realidad por miembros del CNA y la Alianza. Por lo tanto, una cosa es criticar el
liderazgo quebrado, pero las bases también son una cosa diferente. Si LLE no tienen una actitud amistosa hacia
estas bases y diferencia claramente entre ellas y los líderes del CNA, esto
sólo servirá para establecer barreras
innecesarias. Lo que hace falta es
luchar por las exigencias diarias de las masas y vincularlas en un programa
revolucionario que apunte a la abolición del capitalismo.
Crisis de todo el
sistema
Los eventos del DAEN de
2015 confirman que la crisis del capitalismo ahora también se manifiesta como
una crisis del sistema político. En
Sudáfrica, en las últimas dos décadas, los burgueses han sido capaces de
gobernar sobre la base de la democracia parlamentaria. Esto se logró en los últimos tiempos por
medio de la lucha revolucionaria de la clase trabajadora contra el régimen del
apartheid. Durante y después de la
transición democrática la clase dominante, junto a los capos del CNA, fueron
capaces de estabilizar la situación sobre la base de una mejora relativa en la
economía, que les permitió inicialmente hacer algunas concesiones, aliviando algunas
de las presiones más intolerables sobre la clase trabajadora. Pero esta mejora fue forzada a una parada
estrepitosa luego de la crisis de 2008.
Y con el retorno de la crisis vino el regreso de la bulliciosa lucha de
clases de la última década, que ha hecho de Sudáfrica la “capital mundial de la
protesta”. En última instancia, esto es
lo que está detrás de la volátil situación política.
La crisis política se
manifiesta también en las instituciones estatales burguesas. Muy pocas no se han visto afectadas. El parlamento está en crisis, como hemos
visto. Casi a diario hay revelaciones
sobre serios y profundos problemas arraigados en instituciones como la Fiscalía
Nacional, el servicio de impuestos, la unidad especial de investigaciones, la
policía, los servicios de inteligencia, la unidad investigadora de crímenes
prioritarios (también conocida como los Halcones), y muchas más. Contrario a la afirmación del presidente
Zuma, las instituciones no están muy fuertes.
Están en crisis, lo que explica la turbulenta situación política.
En última instancia, la
turbulencia en el panorama político es una manifestación de la crisis del
capitalismo. El logro de derechos
democráticos burgueses fue un sub-producto de las luchas revolucionarias de la
clase trabajadora. Bajo la amenaza de
ser derrocada la burguesía concedió significativos derechos democráticos a la
mayoría de la clase trabajadora. Pero
mantuvieron la propiedad y el control de los medios de producción, asegurando
así su permanencia como la clase dominante de la sociedad. En el proceso ella también cooptó un pequeño
número de negros en sus bases, que ahora pujan en el frente político. No obstante lo importante que fue el logro de
derechos políticos, esto no disminuyó la dominación continua por parte de la
clase burguesa. Hoy en día, sin embargo,
cuando se usan las instituciones democráticas para hacer notar las exigencias
de las masas y la degradación de los gobernantes, la clase dominante no lo
piensa dos veces para despojar los derechos democráticos más fundamentales.
Hoy en día en Sudáfrica 26
millones de personas, de una población de 52 millones, viven en extrema
pobreza. Dos hombres, Johann Rupert y
Nicky Oppenheimer, poseen más riqueza que los 26 millones mencionados. El índice de Gini, que mide la desigualdad,
está en 0.77, entre los más altos del mundo.
Esto quiere decir que la desigualdad en el ingreso hoy en día es más
amplia que la que había bajo el apartheid.
En términos materiales actuales Sudáfrica no “le pertenece a todos los que
viven en ella”, como clama estupendamente la Constitución. La tierra, los bancos, la industria, las
minas y otros monopolios pertenecen a los Rupert, Wiese, Oppenheimer, Bekker,
Glasenberg, Ackerman, Ramaphosa y Motsepe.
La tasa de desempleo ha estado rondando la marca del 25% en la última
década. El desempleo juvenil real se
mantiene en más del 60%. Muchas personas
están sin hogar.
A lo que nos enfrentamos
aquí es a una crisis orgánica del capitalismo.
Todas estas son acusaciones devastadoras contra el sistema capitalista y
la élite gobernante y muestra el estado real de la nación. Al confrontar estos datos no es sorprendente
que la situación política sea tan volátil.
Seis años después del
colapso de Lehman Brothers en 2008, el capitalismo global atraviesa su crisis
más grande de la historia. Esta ha
afectado a cada región de la Tierra.
Ahora más nubes de tormenta se juntan en el horizonte. Hoy en día Grecia está en medio de una
profunda crisis. Esto también es cierto
para Nigeria, Venezuela, Paquistán y Egipto.
La situación global ha impactado profundamente a Sudáfrica, que ya está
sufriendo una aguda crisis. Pero existe
una salida revolucionaria. Los
monopolios y los principales recursos productivos deben ser tomados por el
estado bajo el control y la administración de los trabajadores. Sólo así se pueden asegurar las necesidades
básicas de las masas.
El 12 de febrero el
proletariado revolucionario sudafricano estuvo observando los eventos en el
parlamento en cifras récord. Las
mediciones de audiencia para el DAEN se fueron al cielo. La clase trabajadora estaba observando,
escuchando, y sacaba lecciones. Las
condiciones objetivas nunca han sido más favorables para construir una genuina
corriente marxista que crecerá con la revolución y guiará el camino hacia la
verdadera liberación de las masas, es decir, hacia la transformación socialista
de la sociedad. Se logrará un genuino
gobierno de la mayoría sólo sobre la base de una revolución encabezada por la
clase trabajadora, armada con un programa socialista revolucionario consciente
y el logro de un estado obrero democrático.
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