Los Luchadores por la Libertad Económica y la
Revolución Sudafricana
Por Ben Morken (Corriente Marxista
Internacional)
Traducido por Chucho Nery
Del 13 al 16 de diciembre de 2014 los
Luchadores por la Libertad Económica (LLE) llevaron a cabo su primer congreso
nacional. Al evento asistieron más de
2.000 delegados representando a más de 500.000 miembros. ¡Fue una excelente
asistencia para un partido que sólo tiene un año de existencia!
La “Asamblea Nacional de los Pueblos” se
reunió en la ciudad de Mangaung (Free State).
A pesar de maliciosos reportes en los medios sobre “caos” y “revueltas”
durante el proceso de nominación y elección de la junta directiva, el Grupo de
Comando Central, en realidad el congreso en general fue muy exitoso y sigue
representando un hito importante para los Luchadores.
Uno de los momentos más importantes durante la
asamblea fue cuando su líder, Julius Malema, comprometió al partido con el
socialismo: “El socialismo no elimina la
propiedad personal que no explota. El
socialismo elimina la propiedad privada poseída por individuos y es usada para
generar ganancias, como las fábricas y los bancos. Para nosotros el socialismo significa
principalmente que debemos desarrollar colectivamente las fuerzas productivas y
asegurarnos que todo el pueblo tenga igual acceso a una economía sostenible que
satisfaga sus necesidades básicas”, afirmó.
Esta es una conclusión bienvenida y un importante paso hacia adelante.
Introducción
El surgimiento de los LLE a la izquierda del
Congreso Nacional Africano (CNA, partido de gobierno) es una clara
manifestación de la radicalización que se lleva a cabo en la sociedad
sudafricana. Ningún otro partido de
oposición en las últimas dos décadas ha hecho semejante entrada repentina y
dramática en la arena política. Pero el
surgimiento de los LLE necesita una mirada más atenta a ese partido y a algunas
de sus posiciones políticas.
Los LLE se describen a sí mismos como un
“movimiento radical, izquierdista, anti-capitalista y anti-imperialista con un
enfoque internacionalista anclado en las formaciones y las luchas populares de
base”. También afirma que “saca su
inspiración de la amplia tradición marxista-leninista y la escuela fanoniana de
pensamiento en sus análisis del estado, el imperialismo, la cultura y las
contradicciones de clase en toda sociedad.” [Nota: Frantz Fanon fue un
psicólogo radical de izquierda que tuvo influencia en muchos activistas
anti-imperialistas a lo largo del antiguo mundo colonial incluyendo, en
particular, a Sudáfrica].
El partido se basa en lo que ellos llaman
“pilares fundamentales no-negociables para la libertad económica en el
presente”, a saber: a) Expropiación de la tierra sudafricana sin compensación
para la justa redistribución en su uso; b) Nacionalización de las minas, bancos
y otros sectores estratégicos de la economía, sin compensación; c) Construir un
estado y un gobierno capaz, que lleve a la abolición de las licitaciones
fraudulentas; d) Educación, salud, vivienda y seguridad social gratuita y de
calidad; e) Desarrollo industrial masivo y protegido para crear millones de
empleos sostenibles, incluyendo la introducción de salarios mínimos con el fin
de cerrar la brecha salarial entre ricos y pobres, cerrar la brecha salarial
del apartheid y promover rápidos ascensos laborales para los africanos en sus
sitios de trabajo; f) Desarrollo masivo de la economía africana y abogar por un
cambio que vaya de la reconciliación a la justicia en todo el continente; g)
Gobierno y sociedad abiertos, responsables y libres de corrupción sin miedo a
la victimización por organismos estatales.
Para comprender totalmente el surgimiento de
los LLE y su radical enfoque y algunas de sus políticas más destacadas primero
es necesario ver el contexto en el cual ha salido a la luz. Sólo observando el proceso de lucha de clases
en el período previo es posible entender completamente los acontecimientos
actuales y el surgimiento de semejante formación política radical.
Un sistema enfermo
El capitalismo en Sudáfrica es un sistema
completamente enfermo y se halla en un punto muerto. Millones de personas sufren la indignidad del
hambre, no porque el país carezca de los medios para resolver el desempleo y la
pobreza. Al contrario, Sudáfrica está
asentada sobre algunos de los depósitos minerales más grandes del mundo. Al mismo tiempo que la clase trabajadora y
los pobres han tenido que sufrir esta situación los capitalistas se han forrado
con trillones de rands que podrían borrar la pobreza y el desempleo para
siempre. Además de esto la crisis del 2008
también golpeó su economía, llevando a la pérdida de más de un millón de
empleos. Ahora oficialmente más del 25%
de la población económicamente activa está desempleada, aunque una definición
expandida la coloca en un 36%.
Para muchos es evidente que la vida bajo el
capitalismo es insostenible. Esta
realidad está mirando fijamente a millones de trabajadores a la cara. Incapaz de resolver esto la burguesía
descarga la crisis sobre los hombros de los trabajadores. Esto ha llevado a una rabia generalizada
entre la clase trabajadora y la juventud.
Sin embargo, los líderes de las organizaciones
políticas tradicionales de las masas sudafricanas, el CNA y el Partido
Comunista de Sudáfrica (PCSA), no han reflejado este estado de ánimo. De hecho han estado del lado opuesto de las
barricadas en cada situación crucial.
La masacre de Marikana expuso claramente los
intereses reales del liderazgo del CNA, que están completamente entrelazados a
los de la burguesía. Allí los supuestos
líderes del movimiento de liberación, en un acto claramente premeditado,
abrieron fuego sobre pacíficos trabajadores en huelga. Al mismo tiempo la naturaleza podrida y
corrupta del bando de Zuma está siendo expuesta cada día. El escándalo Nkandla reveló especialmente la
lujosa vida de la élite, en claro contraste a la desesperada situación de la
mayoría. Los líderes “comunistas” son
aun más rabiosos y reaccionarios que sus contrapartes supuestamente
“reformistas”. Las masas están furiosas
sobre esta situación. Las organizaciones
que supuestamente debían encabezar la lucha contra el fiero ataque de la
burguesía están paralizadas, ya que sus liderazgos de hecho lideran ellos
mismos la feroz agresión.
En esta situación los LLE han sido la voz más
radical contra la clase gobernante.
Ninguna otra organización política ha tenido un enfoque similar al de
los LLE. En el campo sindical el
Sindicato Nacional de Obreros Metalúrgicos de Sudáfrica (SINOMSA, el más grande
y poderoso del país) ha comenzado a moverse en una dirección similar, habiendo
roto con el liderazgo de derecha de la alianza tripartita CNA-PCSA-CSSA
(Congreso de Sindicatos de Sudáfrica).
Los LLE han intervenido en cada lucha
importante del país. Desde las minas
hasta los barrios marginales el líder de los LLE Julius Malema ha estado
presente elevando las humildes exigencias, llevando adelante el importante tema
de la nacionalización de los puntos neurálgicos de la economía, así como
también llamando a la revolución. Ellos
se han levantado contra los líderes corruptos del CNA y han expuesto
valientemente cómo esconden su corrupción detrás del parlamentarismo
burocrático.
Este audaz enfoque y la retórica
revolucionaria ha atraído a una amplia capa de jóvenes y de la clase
trabajadora que están buscando una solución radical a sus problemas.
Se necesita un correcto enfoque de la
nacionalización
El llamado a la nacionalización fue un
acontecimiento extremadamente importante y se conecta con las tradiciones
históricas del movimiento de liberación.
Desafortunadamente, la forma en que los líderes de los LLE plantean el
asunto de la nacionalización no siempre es clara o consecuente. ¿Es parte de un programa general de lucha por
el socialismo o es un medio para resolver algunas de las contradicciones dentro
del sistema capitalista? La
nacionalización en y por sí misma, a menos que se lleve a cabo bajo el control
y la administración democrática de los trabajadores y sea parte de un plan
global, no necesariamente resuelve los problemas de la clase trabajadora.
En una entrevista poco después de la formación
de los LLE, el líder del partido Malema defendió la propiedad estatal de la
siguiente manera: “Los mismos británicos, cuando salieron de la guerra, se
apoderaron de la economía. Fue un control
estatal. Ellos se lo quitaron al capital
privado y se lo dieron al estado. Ahora
los estadounidenses, recientemente con la crisis financiera global, tomaron el
control e intervinieron directamente en cómo las industrias automotrices debían
ser administradas por el estado.”
El problema al plantear la cuestión en esos
términos es que parece indicar que el tipo de nacionalización planificada es
una que sea compatible con la sobrevivencia del capitalismo y no dirigida hacia
su derrocamiento. Es cierto que el
estado burgués tomó las industrias en el pasado. Luego de la II Guerra Mundial, el Partido
Laborista británico en el poder llevó a cabo un programa de
nacionalizaciones. ¡De hecho fue la
única vez en que realmente llevaron a cabo su programa!
El Banco de Inglaterra fue nacionalizado en
1946. Luego siguió la telefónica, y la
industria del carbón en 1947, seguida de los ferrocarriles en 1948 y la
siderúrgica en 1949.
El punto principal, sin embargo, es que estas
compañías nacionalizadas no fueron manejadas por los trabajadores. Fueron administradas por juntas directivas o
corporaciones públicas como compañías capitalistas estatales y para el
beneficio del sistema capitalista como un todo.
El hecho que semejante forma de nacionalización haya sido compatible con
el capitalismo se confirmó claramente cuando los conservadores ganaron la
elección de 1951, y luego de haberse opuesto a la nacionalización y haber
abanderado la propiedad privada, no privatizaron esas industrias.
La nacionalización de la industria del carbón
sí permitió que le otorgaran ciertas concesiones a los mineros, como vacaciones
pagadas y una mejora en los niveles de vida.
Pero el sueldo de los mineros permaneció relativamente estable, como lo
indican las huelgas en la industria carbonífera durante ese período.
Los capitalistas ejercieron muchísima presión
sobre los líderes laboristas para torcer la nacionalización a su favor, como lo
explica Ted Grant:
“Y así la
estructura burocrática de las industrias nacionalizadas fue introducida por
Herbert Morrison y otros líderes (laboristas) de derecha bajo la presión
directa de los capitalistas y los conservadores durante el período del gobierno
laborista de 1945-50. El Partido
Laborista debió volver a los principios aprobados por las Conferencias de 1931
y 1937, donde los anteriores dueños de las industrias nacionalizadas no
tuvieran más nada que decir y que el primer cambio en la empresa pública debía
ser los salarios y las condiciones de sus empleados, no los masivos pagos de
intereses o la compensación a los ex-dueños que actualmente paralizan a las
industrias como los ferrocarriles y el carbón.” (Ted Grant, ¿Control obrero o
participación obrera?)
Los conservadores son el partido tradicional
de la burguesía británica. Es el partido
de la empresa privada y Margaret Thatcher.
Aun así cuando regresaron al gobierno en los años 50 sólo
desnacionalizaron y desregularon la industria del transporte por
carreteras. El resto de las industrias
fueron dejadas bajo el control estatal hasta los años 80 y 90. ¿Por qué el partido tradicional de la
burguesía mantendría estas industrias bajo el control estatal? Una de las principales razones fue que estas
nacionalizaciones fueron vitales para apoyar la industria británica.
Lo mismo podría decirse de la situación en los
EE.UU. al inicio de la crisis del 2008.
Ciertamente entre el 2008 y el 2010 la industria automotriz fue
rescatada por el estado. Los tres
grandes fabricantes de autos, General Motors, Ford y Chrysler recibieron
masivas inyecciones de dinero por un valor de 85 millardos de dólares del
gobierno y en realidad fueron nacionalizadas.
También debemos recordar que el estado nacionalizó igualmente algunos de
los grandes bancos de inversión y compañías aseguradoras. ¿Cuál fue el resultado? El rescate del sector automotriz contribuyó
al masivo déficit presupuestario de EE.UU. mientras las compañías fueron
“reduciéndose” y al final fueron devueltas al sector privado. En la industria financiera toda la deuda
incobrable y los activos tóxicos fueron tomados por el estado mientras los
banqueros se escaparon con millardos de dólares y enormes bonificaciones.
Como consecuencia directa de esta estafa por
parte de los banqueros y el gobierno seguidamente se reforzaron medidas de
austeridad sobre los hombros de la clase trabajadora estadounidense y del resto
del mundo. Estos ejemplos muestran
claramente que las nacionalizaciones en estas instancias no fueron llevadas a
cabo a favor de la clase trabajadora. Y
más tarde, cuando el sistema lo requirió, fueron privatizadas y muchas de las plantas
y minas fueron clausuradas. Eso fue lo
que provocó la poderosa huelga minera en Gran Bretaña entre 1984-85 que duró
casi un año.
La nacionalización y los LLE
El manifiesto fundador de los LLE, que salió
en julio del 2013, convoca a una “Nacionalización de las minas, bancos y otros
sectores estratégicos de la economía, sin compensación.” Los marxistas apoyan de todo corazón esta
oportuna exigencia. La economía de
Sudáfrica está altamente monopolizada.
Sólo será necesario tomar las minas, bancos, la tierra, la industria y
el transporte para comenzar el proceso de construcción de una economía
socialista planificada.
Sin embargo, la política de los LLE sobre la
nacionalización no parece estar firmemente establecida a pesar de estar
caracterizada como uno de los “siete pilares fundamentales no-negociables” del
programa. También parecen haber algunos
enfoques contrarios dentro del partido.
Esto lo confirmó un miembro principal de los LLE, Andile Mngxitama,
cuando afirmó:
“La respuesta es
que el estado puede tener sus propios intereses, que no son los mismos del
pueblo. En el mejor de los casos sería
una mezcla entre la propiedad estatal y un mayor control por parte de la élite
política que administra el estado y transferir la propiedad a las comunidades
inmediatamente.”
En otra entrevista añadió:
“Existen dos
ideas contrapuestas. Se asume que se
convierta en un estado popular, que responda a las necesidades del pueblo. ¿Entonces el estado se transforma en los
nuevos capitalistas, con la posibilidad de compartir más los beneficios y
distribuirlos entre el pueblo? ¿O el
estado socava cada vez más la misma lógica capitalista por medio de la
propiedad, más que todo? Pero entonces
se transfiere inmediatamente la propiedad a las comunidades como parte de la
socialización de los medios de producción.
En otras palabras se refuerza la propiedad; como en el modelo de
Zimbabue en que se refuerza inmediatamente la propiedad. Digamos que se toma el 60% que se
nacionaliza. Esto no se ha decidido, es
una propuesta sobre la mesa. Tendría que
decir un 10% para la comunidad donde haya una mina, 10% para los trabajadores
-algunos dirán que el 15% para los trabajadores, este tema aun no está
resuelto. El estado toma el 30%, y así
puede dársele al capital privado negro el 10 ó 5%. Aun puede aceptarse que habrán empresas
privadas que compitan con la propiedad estatal, pero se debe reforzar de manera
que haya un beneficio directo para la comunidad y no se dependa del estado.”
(Malema “diezma” a la izquierda -Entrevista con Andile Mngxitama, The Con,
10/11/13)
Al mismo tiempo, Floyd Shivambu, el comisario
para el desarrollo e investigación de políticas y vice-presidente, dio la
siguiente explicación: “Discutimos un estado mixto y la propiedad comunal …
Queremos descontinuar la propiedad privada pero queremos contemplar un 60% de
propiedad estatal y un 40% de propiedad privada en una etapa inicial. Pero al final la propiedad privada será
excluida paulatinamente.” (Los LLE aclaran su política de nacionalización minera,
Mail&Guardian, 10/9/2013)
“Industriales
negros”
En un artículo reciente en el que Shivambu le
replicó a un ex-dirigente de la Fundación por el Libre Mercado afirmó:
“El enfoque más
confiable para crear industriales negros en Sudáfrica es la búsqueda agresiva
de un programa radical de expansión industrial, ya que los planes de acción de
la política industrial examinados por el departamento de comercio e industria
son muy débiles.
“El gobierno
debe desarrollar fuerzas productivas, sacando lecciones útiles de los recientes
industrializadores del este asiático que materializaron una masiva expansión
industrial luego de la II Guerra Mundial.”
(Floyd Shivambu, Un cambio radical necesita
una política radical, City Press, 10/8/2014)
La idea aquí es que el estado debe poseer
algunos de los “sectores clave” no para derrocar al capital sino para “crear
industriales negros”. Pero esta es sólo
una contraimagen de lo que pasó cuando el gobierno del Partido Nacional (a través
del cual gobernaron los blancos desde 1948 hasta 1994) tomó “compañías clave”
como la eléctrica ESKOM, la de transporte TRANSNET, la de telecomunicaciones
TELKOM, la siderúrgica ISCOR y la de energía SASOL. En aquellos casos las nacionalizaciones fueron
llevadas a cabo precisamente para “crear industriales blancos”.
Este ejemplo es contrario a su posición en la
que convoca a la “transferencia de la economía al pueblo como un todo”, y el
llamado a la eliminación de la propiedad privada, que ciertamente es una
exigencia socialista.
La tarea de la revolución sudafricana es la
expropiación de toda la burguesía, no crear capitalistas negros. Los problemas de vivienda, agua, desempleo,
desigualdad y hambruna pueden comenzar a resolverse sólo cuando los capitalistas
sean derrocados. Sólo tomando los medios
de producción será posible usarlos en beneficio de todos, no sólo para unos
pocos gatos gordos capitalistas.
¿Control obrero o control burocrático
estatal?
La necesidad del derrocamiento revolucionario
del capitalismo no es una ocurrencia, ni simplemente una buena idea. Es una necesidad objetiva. Las dos barreras que se atraviesan en el
camino del progreso de la humanidad son, por un lado, el estado-nación, y por
el otro la propiedad privada de los medios de producción. Sólo colocando los medios de producción bajo
propiedad pública la humanidad podrá liberar las fuerzas productivas de la
camisa de fuerza de la propiedad privada.
Un claro ejemplo del control y administración
obrera puede verse en la revolución venezolana en la que los trabajadores en
varios casos han tomado la administración de algunas de las compañías más
grandes como INVEVAL, ALCASA, PDVSA y CADAFE, y las han manejado muy
eficientemente. Por ejemplo, luego del
paro patronal del 2002-2003, los trabajadores de la enorme compañía petrolera
PDVSA tomaron sus instalaciones, estropearon el sabotaje de los gerentes y las
manejaron.
El programa de los LLE es muy explícito en su
llamado a la estatización de los sectores clave de la economía. Pero el programa hace mutis en cuanto al tema
del control obrero.
¿Qué es el control obrero? Significa precisamente lo que dice: la clase
trabajadora en las fábricas, minas y otros sectores de la economía tienen el
derecho de inspeccionar los libros de una compañía o industria y revisar y controlar
exactamente lo que sale y lo que entra en la misma, y se hace directamente
responsable de la administración. El
control obrero normalmente ocurre durante situaciones revolucionarias
(especialmente donde existe el fenómeno del poder dual) y es un excelente campo
de entrenamiento para los trabajadores para aprender a manejar una economía
planificada.
Como Trotsky lo explicó:
“Esto lleva
directamente al asunto de la administración gubernamental de la industria, es
decir, a la expropiación de los capitalistas por parte del gobierno
obrero. El control obrero, de esta
forma, no es una 'condición normal' prolongada, como los pactos en la escala de
salarios o la seguridad social. El
control es una medida transitoria, bajo las condiciones de más alta tensión de
la guerra de clases y sólo es concebible como un puente hacia la
nacionalización revolucionaria de la industria.”
¿Por qué es importante el control obrero?
Por el lugar especial que los trabajadores
ocupan dentro de la producción capitalista.
Los trabajadores son los creadores de toda la riqueza en la
sociedad. Sin ellos ninguna rueda gira,
ningún bombillo alumbra y ningún teléfono suena. Sólo la clase trabajadora conoce exactamente
los pormenores del proceso de producción.
En el programa de transición Trotsky explica:
“Los
trabajadores no menos que los capitalistas tienen el derecho de conocer los
'secretos' de la fábrica, de la compañía, y de toda la rama industrial, de la
economía nacional como un todo. Primero
y principal, los bancos, la industria pesada y el transporte centralizado deben
ponerse bajo una lupa. Ningún burócrata
del estado burgués está en capacidad de llevar a cabo esta tarea, sin importar
con cuánta gran autoridad uno quisiera dotarlo.
“La tarea
inmediata del control obrero debe ser explicar los débitos y créditos de la
sociedad, comenzando con las empresas individuales, para determinar la parte
real del ingreso nacional apropiada por capitalistas individuales y por los
explotadores como un todo, para exponer los pactos y fraudes tras bambalinas de
los bancos y compañías; finalmente para revelar a todos los miembros de la
sociedad ese despilfarro inconsciente del trabajo humano que es el resultado de
la anarquía capitalista y la abierta búsqueda de ganancias.”
También existe otra razón. Bajo el capitalismo el mercado actúa
verificando la producción. Pero en una
situación en que están ausentes los mecanismos del mercado la única forma en
que la sociedad puede conocer cuánto se necesita de cada producto es a través
de la participación democrática de los creadores de la riqueza, es decir, los
trabajadores. Sólo los trabajadores
pueden saber cuánto se necesita de cada producto y cuál es la mejor y más
eficiente forma de producirlo. Bajo el
socialismo los gerentes deben estar subordinados a los trabajadores. Cualquier intento de imponer esto desde
arriba al final llevará a una casta de burócratas que se coloca por encima de
la sociedad con todos los variados vicios que van con ella, como el
despilfarro, la corrupción y la mala administración.
La idea de la nacionalización es un gran paso
adelante. Pero debe llevarse a cabo bajo
el control y la administración democrática de los trabajadores. Los trabajadores deben estar en la mayoría de
las estructuras que rijan esas industrias.
La mejor forma de garantizar esto es asegurar que un tercio de las
estructuras deban elegirse por los sindicatos de la industria, un tercio por
los trabajadores a pie de máquina, y sólo un tercio por el gobierno obrero a
nivel nacional. Esto asegura que el
estado esté subordinado a los trabajadores y sirva a sus intereses.
Economía Planificada
En la sección “Nacionalización de las minas,
bancos y otros sectores estratégicos de la economía”, el manifiesto fundacional
de los LLE establece:
“La riqueza
mineral nacionalizada constituirá en efecto una base muy firme para otorgarle
valor agregado a estos productos tanto en los procesos industriales ligeros
como pesados en Sudáfrica, que puede dejarse a los empresarios industriales y
manufactureros, cooperativas y pequeñas y medianas industrias, para desarrollar
las fuerzas productivas dentro de la economía sudafricana, que aun depende de
la producción de materias primas. En vez
de confiar en los mecanismos neoliberales para atraer las inversiones industriales
y manufactureras a Sudáfrica, como una estrecha estabilidad fiscal y costos
laborales reducidos, el estado propietario de la riqueza mineral y los metales
puede aportar incentivos para reducir los precios de las materias primas no
procesadas, que serán industrializadas y beneficiadas en Sudáfrica.
“Agregar valor a
los minerales y metales constituirá un proceso industrial muy firme, sostenible
y absorbente de mano de obra, que pondrá de relieve una industrialización que
sustituya las importaciones y dirigida a la exportación. Pueden explorarse muchas otras áreas de un
proceso industrial elevado, sostenible y absorbedor de mano de obra dentro de
una situación en donde la producción de metales y minerales se nacionalice en
beneficio de todos. Empresarios
industriales y manufactureros, cooperativas, y medianos y pequeños empresarios
de dentro y fuera de Sudáfrica pueden entonces tener permiso para
industrializar la economía sudafricana, con derechos garantizados y regulados a
través de acuerdos de transformación que lleven a una transferencia de
destrezas en todos los niveles de las estructuras corporativas.”
Los marxistas proponen la expropiación de las
minas, bancos, industrias, transporte, etc., en otras palabras, los grandes
capitalistas. En este proceso una
característica fundamental de la revolución socialista es ganarse a la clase
media (lo que el programa de los LLE llama “cooperativas y pequeñas y medianas
empresas”) para un programa socialista revolucionario. La clase media, especialmente las capas más
bajas, también es oprimida por el gran capital.
Las capas más bajas -los minoristas, pequeños campesinos, cajeros, etc.-
están más cerca de la clase trabajadora y pueden ser ganados, como lo explica
Alan Woods:
“La
nacionalización de los bancos permitirá al gobierno garantizar a los pequeños
empresarios créditos blandos. La
nacionalización de las grandes plantas de fertilizantes le permitirá vender
abono barato a los campesinos. Y al
eliminar a los intermediarios y nacionalizar los grandes supermercados, las
compañías de transporte y distribución, podemos ofrecerle a los campesinos un
mercado garantizado y un precio justo por sus productos, mientras se reducen
los precios al consumidor.
“La
nacionalización de los puntos neurálgicos de la economía no es un acto de
agresión o venganza, al contrario es una medida necesaria de defensa de la
revolución. Las medidas tomadas por un
gobierno revolucionario no están dirigidas a la propiedad de los trabajadores y
campesinos o a los pequeños propietarios que hacen el 90% de la población, sino
sólo contra el 10% de la población que se lleva la mejor tajada de la propiedad
en esta sociedad.” (¿A dónde va la revolución venezolana? Contribución a la
discusión sobre la propiedad y las tareas de la revolución. Alan Woods, 29 de octubre de 2010).
Aunque el programa de los LLE llaman
correctamente a la nacionalización también menciona a “los empresarios
industriales y manufactureros”, (más adelante “industriales negros”) que
entonces “tendrán permiso para industrializar la economía sudafricana.”
Lo primero que debe decirse es que Sudáfrica
ya tiene una economía altamente industrializada. Es con mucho la locomotora de la economía
africana. Es responsable de casi el 24% del
PIB africano. La red principal de carreteras
y puertos es comparable a la de los países capitalistas avanzados. Más del 45% de la electricidad del continente
africano se genera en Sudáfrica aunque la capacidad de generación no ha podido
alcanzar la demanda. Además, el país
también posee algunas de las reservas minerales más grandes del mundo.
Es cierto que las masas de trabajadores y
pobres nos se benefician de esta riqueza.
Por lo tanto, la única solución es tomar los puntos neurálgicos de la
economía y manejarlos bajo un plan democrático centralizado de producción y
distribución. La tarea de la revolución
sudafricana no es ciertamente alguna forma de desarrollo capitalista industrial
tardío. Si fuese posible al punto de
poder resolver los principales problemas que enfrentan las masas entonces la
lucha por el socialismo no tendría sentido.
No, el sistema de mercado debe abolirse y reemplazarse con una economía
socialista planificada. Entonces será
posible desarrollar las fuerzas productivas a niveles nunca vistos. Sólo sobre esta base pueden resolverse los
problemas más presionantes para las masas como la pobreza, el desempleo y la
carencia de viviendas.
Sin embargo, esto no puede hacerse con
“empresarios industriales y manufactureros”, locales o foráneos, por medio de
“incentivos” y “derechos garantizados”.
Como tampoco puede hacerse “creando industriales” sean blancos o
negros. Marx explicó que la emancipación
de la clase trabajadora es la tarea de la clase trabajadora. Esta revolución debe estar abanderada,
dirigida y ejecutada por la clase trabajadora a la cabeza de todas las capas
oprimidas de la sociedad.
¿Control a las importaciones o un plan
socialista de producción?
En el artículo en City Press citado antes
Shivambu también habla sobre los controles a la importación, que es un tema que
surge con frecuencia en la izquierda, especialmente en tiempos de crisis
económica. Él escribe:
“Uno de los
grandes economistas políticos del mundo (?), Robert Wade, dijo ya en 1990 que
la 'guía del mercado' en Asia Oriental ocurrió en esencia por medio de: “La
redistribución de la tierra agrícola a principios del período de post-guerra.
El control del sistema financiero y la subordinación del capital financiero
privado al capital industrial. El mantenimiento
de la estabilidad en algunos de los principales parámetros económicos que
afectan la viabilidad de la inversión a largo plazo. La modulación del impacto de la competencia
foránea en la economía doméstica y la priorización del uso de las escasas divisas
extranjeras. La promoción de las exportaciones.
La promoción de la adquisición tecnológica de las compañías multinacionales y
la construcción de un sistema tecnológico nacional. La asistencia a industrias particulares y la
introducción de políticas específicas para la industria para evitar el declive
de la misma. Ninguno de estos
componentes críticos existen en el marco de políticas industriales de Sudáfrica
y los intentos en este sentido carecen de coordinación.”
En cuanto al asunto de “subordinar el capital
financiero privado al capital industrial”, el primer punto fue: ¿Si alguna vez
vamos a ocupar una posición dominante en la que podamos dictarle al capital de
esta manera entonces por que detenernos allí?
¿Por qué no derrocar su dominio y tomar los medios de producción?
En su obra maestra Imperialismo, Fase Superior
del Capitalismo, Lenin resume el imperialismo como: La concentración de la
producción y el capital desarrollada a un nivel tan elevado que crea monopolios
que juegan un papel decisivo en la vida económica. La fusión del capital bancario con el capital
industrial y la creación, sobre la base de este “capital financiero”, de una
“oligarquía financiera”. La exportación
de capital, que se ha vuelto extremadamente importante, se distingue de la
exportación de mercancías. La formación
de monopolios capitalistas internacionales que se reparten el mundo entre
ellos. Se ve completada la división
territorial de todo el mundo entre las grandes potencias capitalistas.
A partir de allí queda claro que con
frecuencia el capital financiero e industrial son la misma entidad (se han
“fundido”), donde el capital financiero, sin embargo, es el dominante. Esta es una consecuencia natural del
funcionamiento del capitalismo. Marx
explicó que la libre competencia al final lleva a los monopolios. Cualquier intento por restaurar el dominio
del capital industrial sobre el financiero será un intento de echar atrás la
rueda de la historia por más de 100 años, y sólo podrá llevar a fútiles
intentos por “romper” los monopolios.
Esta no debe ser nuestra meta sino más bien
quitarle esos monopolios a los capitalistas, ya que históricamente han sido
creados bajo el capitalismo, y colocarlos bajo propiedad pública y manejarlos
democráticamente bajo control y administración obrera por las necesidades de
todos y no para beneficio privado. Los
intentos por “guiar al mercado” sólo distorsionarán el sistema y por lo tanto
crearán más y más contradicciones.
El artículo antes citado prosigue en su punto
central:
“Otro aspecto
importante de la masiva expansión industrial es la localización. Como un componente crítico de esto el estado
debe aprobar leyes que obliguen a los departamentos y organismos
gubernamentales procurarse un mínimo del 75% de sus bienes y servicios
localmente. Esto creará empleos y encauzará
el eterno déficit comercial de Sudáfrica que paralizará su capacidad de
expandirse ahora y en el futuro.
El último y tal vez más importante
componente de la expansión industrial es una política comercial coherente y
dinámica en donde el estado pueda imponer tarifas a las importaciones y las
exportaciones. Para promover el
procesamiento y la industrialización locales la política comercial debe imponer
impuestos más altos sobre los bienes y servicios exportados procesados y no
procesados, e imponer impuestos más elevados sobre los bienes y servicios
terminados importados.”
La idea de imponer controles a la importación
suena como a una fácil solución a la crisis de pérdida de puestos de trabajo al
“proteger” la industria local de las importaciones más baratas apoyando así las
exportaciones. Sin embargo, aunque la
introducción de algunos controles a la importación puede salvar algunas
industrias, esto sólo sería temporal y sería a expensas de otras. Además ¿qué harán los capitalistas en las
industrias protegidas una vez que se vean protegidos de la competencia y los
bajos precios de afuera?
Los capitalistas sudafricanos que ya no
enfrenten competencia de afuera y en busca de más beneficios tendrán libertad
para elevar los precios. Mientras tanto
los capitalistas foráneos elevarán el precio de los bienes que puedan
importarse. Esto significa que los
trabajadores en general pagarán por mantener sus empleos al tener que comprar
los bienes que necesiten a precios más elevados, todo en beneficio de los capitalistas.
También habrían otras consecuencias a una
escala más global. Mientras más se
inicen guerras comerciales y medidas retaliatorias desde afuera mayores serán
las consecuencias para la economía sudafricana y la clase trabajadora. Otros países capitalistas no se quedarían
inmóviles al ver sus exportaciones a Sudáfrica reducidas y por lo tanto
pondrían obstáculos a las importaciones desde Sudáfrica. De manera que mientras los controles a las
importaciones pueden proteger a una industria en el corto plazo, a largo plazo
pueden ir en detrimento del empleo en otros sectores.
Este sería el efecto claro del control a las
importaciones sobre una base capitalista.
Desde un punto de vista socialista lo que se necesita no son controles a
las importaciones, sino un plan socialista global de producción con un
monopolio estatal sobre el comercio exterior.
Sin embargo, para ejecutar semejante plan, primero la economía debe
estar firmemente bajo propiedad pública y administrada bajo el control
democrático de los trabajadores.
Entonces la economía puede planificarse en el interés de todos. Cualquier intento bajo el capitalismo de
obstruir la elevación de los precios por parte del estado o “controlar” el
capitalismo llevará a todo tipo de circunstancias imprevistas, incluyendo el
sabotaje, como se ha visto en el caso de Venezuela.
Como lo han enfatizado frecuentemente los
marxistas: “¡No se puede controlar lo que no se tiene!” Siempre y cuando las principales palancas
económicas permanezcan en manos privadas los capitalistas las usarán para
presionar a cualquier gobierno “progresista” para que lleven a cabo políticas
que promuevan las ganancias y no las necesidades del pueblo trabajador. Por lo tanto la única solución a la crisis de
desempleo es un programa socialista, que incluya medidas como la inmediata
reducción de la semana laboral a 35 horas sin pérdida de sueldo. Así el trabajo puede compartirse entre
todos. Las industrias y bancos
nacionalizados pueden usarse para elevar los salarios e invertir masivamente en
infraestructura, vivienda, educación, etc., llevando a un mejoramiento general
de los niveles de vida.
¿”Un fuerte estado desarrollista” o un
estado obrero democrático?
La cuestión del estado es muy importante para
los marxistas. El estado es central en
la batalla por el poder político entre el opresor y los oprimidos. El punto es: ¿qué es el estado? ¿Y qué papel juega en la lucha por la
emancipación de los trabajadores y los oprimidos?
El papel dominante del estado en el logro de
la “libertad económica” es un hilo que recorre todo el programa de los
LLE. ¿Pero qué tipo de estado tienen
previsto?
Uno de los 7 “pilares fundamentales” del
manifiesto fundacional de los LLE es “La construcción de un estado y gobierno
capaces que lleven a la abolición de las licitaciones fraudulentas.” En esta sección se prevé la idea de un
“estado desarrollista fuerte”:
“Para lograr un
estado que busque impulsar un verdadero desarrollo económico e industrial y
suministrar mejores servicios, se requiere un funcionario público inspirado,
calificado y bien pagado. El servicio
público debe fortalecerse para una transformación sostenible de la
economía. El espíritu de tal estado debe
ser el desarrollo y la fortaleza, y por tanto ser consecuente con las medidas
anti-corrupción. Esto se enfatiza porque
la tarea de la transformación económica fundamental requiere un estado fuerte
con la capacidad de desarrollar una clara visión estratégica y ser capaz de
implementar y monitorear el progreso alcanzado.”
Y además:
“Un fuerte
estado desarrollista necesariamente debe tener el poder político y la capacidad
técnica de dar órdenes para el desarrollo a las empresas estatales y las
corporaciones privadas. El cumplimiento
por las empresas estatales y el sector privado de las metas de desarrollo del
estado no debe ser voluntario sino obligatorio, factor crucial alrededor del
cual el estado debe ser capaz de usar el sistema de la zanahoria y el garrote
para su fiel cumplimiento. Nunca debe
ser correcto que el estado opere sólo con la “esperanza” que el sector privado
en particular, todavía colonial, de propiedad extranjera y por lo tanto
apátrida, asegure voluntariamente la agenda de desarrollo y cumpla la agenda de
creación de empleos, reducción de la pobreza y el desarrollo sustentable con el
mismo vigor que lo defina el gobierno.”
La falta de claridad sobre la naturaleza del
estado burgués lleva inevitablemente a errores fundamentales. La visión marxista es que el estado es una
máquina para la opresión de clase. En
una democracia burguesa el estado sirve a los intereses fundamentales de la
burguesía. El estado nació con la
división de la sociedad en clases y al final desaparecerá cuando las clases ya
no existan.
Luego de la masacre de Marikana de agosto del
2012 este tema ocupó la atención de muchos en el movimiento obrero. Esta fue una amarga lección para muchos. Ella demostró claramente que el estado no
está bajo el control de las masas. Más
bien está conectado de varias formas con los capitalistas. Siempre que los intereses vitales de los
capitalistas se hallan en peligro la maquinaria estatal se moviliza en su
defensa en nombre del “estado de derecho”.
La burguesía es también una fuerza internacional. Algunos de los propietarios de las compañías
multinacionales están basados en Londres, Beijing, Francfort y Nueva York. Siempre que su dominio se ve amenazado de
alguna forma no dudan en movilizar las fuerzas imperialistas contra los
trabajadores sudafricanos.
Los LLE reconocen esto último y concluyen
correctamente:
“Ciertamente la
nacionalización de los minerales y los metales puede disparar una condena
internacional por parte de los imperialistas globales, institucionalizados en
el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y, notablemente, la
Organización Mundial del Comercio. Debe
activarse un movimiento de masas más amplio en Sudáfrica en defensa de estas
masivas reformas económicas, ya que ellas constituyen el núcleo de nuestro
programa de emancipación económica.
Deben llevarse a cabo campañas masivas sobre lo que supondrá la
nacionalización (propiedad y control popular y estatal) de los minerales, los
metales y otros sectores estratégicos de la economía para lograr el apoyo del
pueblo en su totalidad.”
Esta es la forma de defenderse contra los
intentos de saboteo, socavamiento y demolición de la revolución, pero también
hace falta difundir la revolución a otros países. A menos que se haga entonces los
imperialistas aun tendrán las palancas en sus manos globalmente para sofocar
los intentos de cualquier gobierno sudafricano progresista que aplique
políticas en defensa del pueblo trabajador.
Una de las lecciones importantes de la
revolución en Venezuela es que las masas movilizadas son la única garantía de
sobrevivencia de un gobierno de izquierda.
Esa es la razón principal del por qué la revolución bolivariana ha
sobrevivido el tiempo que lo ha hecho.
En muchas ocasiones en que la revolución bolivariana ha estado en
peligro mortal, como el golpe contra Chávez en 2002, y el paro patronal del
2002-2003, las masas y los trabajadores movilizados al final demolieron esos
intentos por parte de los oligarcas e imperialistas.
La revolución bolivariana ha logrado
mucho. Ha habido una amplia reducción de
la pobreza y ha sido abolido el analfabetismo.
Sin embargo, la revolución aun está bajo una amenaza mortal. Una de las razones de esto es que la
revolución no se ha completado. Una gran
parte de la economía aun está en manos de los oligarcas, que usan esto para
provocar escasez y llevar a cabo todo tipo de sabotaje en un intento por
desacreditar al gobierno bolivariano.
Otra razón importante es que la revolución también está siendo socavada
desde adentro por sectores de la misma burocracia bolivariana que están
retrasando la revolución y evitando que avance hasta el final creyendo que es
necesario algún tipo de compromiso con el mundo empresarial.
Bajo ciertas condiciones, donde exista un
balance de fuerzas extremadamente favorable entre las clases y en el fragor de
la revolución, puede ocurrir que la clase dominante inclusive pierda el control
sobre ciertos sectores del estado, como ha sido el caso los últimos 15 años en
Venezuela. Sin embargo, aunque la clase
dominante puede perder el control directo, el aparato del estado sigue siendo
burgués y dentro del mismo movimiento ha quedado una burocracia que actúa como
un cáncer para la revolución, socavando y saboteando constantemente desde
adentro. Entre esta capa la oligarquía
puede hallar los elementos que puede usar para descarrilar la revolución desde
adentro.
Democracia obrera
Las masas sudafricanas aprenden diariamente
las lecciones sobre el carácter del estado, no leyendo “El estado y la
revolución” de Lenin, sino por su propia experiencia. Siempre que las masas se comprometen en
luchas por mejorar sus condiciones de vida se encuentran con una firme
resistencia de sus fuerzas de seguridad.
Las numerosas matanzas a manos de la policía son un buen ejemplo. El ejemplo más gráfico de esto fue la masacre
de Marikana:
En “El estado y la revolución”, capítulo 3,
Lenin explica:
“La única
'corrección' que Marx creyó necesario hacerle al Manifiesto Comunista la hizo
sobre la base de la experiencia revolucionaria de la Comuna de París … Una cosa
fue probada especialmente por la Comuna, a saber, que 'la clase trabajadora
simplemente no puede apoderarse de la ya desarrollada maquinaria estatal y
esgrimirla para sus propios propósitos' …
Más por naturaleza, es esta importante
corrección la que ha sido más distorsionada por los oportunistas, y su
significado probablemente sea desconocido por el 90%, si no es que por el 99%,
de los lectores del Manifiesto Comunista.
Debemos lidiar con esta distorsión aun más en lo sucesivo, en un
capítulo dedicado especialmente a las distorsiones. Aquí será suficiente hacer notar que la
actual “interpretación” vulgar de la famosa declaración de Marx que acabo de
citar es que Marx aquí supuestamente enfatiza la idea de un lento desarrollo en
contradistinción a la toma del poder, y así sucesivamente.
En realidad es lo opuesto. La idea de Marx es que la clase trabajadora
debe romper y demoler la “maquinaria estatal ya establecida”, y no confinarla a
su simple apropiación.
El 12 de abril de 1871, justo en la época
de la Comuna, Marx le escribió a Kugelmann:
'Si te fijas en el último capítulo de mi 18
Brumario hallarás que yo declaro que el próximo intento de la Revolución
Francesa ya no será, como antes, transferir la maquinaria burocrático-militar
de una mano a otra, sino demolerla, y esta es la precondición para toda
revolución popular verdadera en el continente.
Y esto es lo que nuestros heroicos camaradas del partido en París están
intentando.'
Las palabras 'demoler la maquinaria burocrático-militar' expresan
brevemente la principal lección del marxismo en cuanto a las tareas del proletariado
durante una revolución en lo concerniente al estado. ¡Y esta es la razón que no sólo ha sido
completamente ignorada sino absolutamente distorsionada por la prevaleciente
'interpretación' Kautskiana del marxismo!
El punto fundamental expuesto por Lenin es que el estado bajo el
capitalismo sirve a los intereses de los capitalistas. No es independiente en la lucha de
clases. La actual maquinaria estatal
simplemente no puede tomarse ni puede fortalecerse en los intereses de la clase
trabajadora. Más bien debe desmantelarse
y reemplazarse con un tipo de estado completamente diferente, a saber, un
estado obrero, o lo que Marx llama la “dictadura del proletariado”.
Basándose en la experiencia de la Comuna de París de 1871, los
bolcheviques en 1917 inmediatamente reemplazaron al gobierno provisional con el
sistema soviético y se basaron en los cuatro principios de Lenin, a saber:
1. Todos los funcionarios deben ser electos y estar sujetos a
revocación en todo momento;
2. Los salarios de todos los funcionarios estatales no deben ser
superiores al salario promedio de un trabajador;
3. La abolición del ejército y la policía. Esto fue reemplazado por las masas armadas;
4. Rotación gradual del manejo del estado, o como ellos lo
llamaron “cuando todos sean burócratas, entonces nadie será un burócrata.”
En contraste con un estado “fuertemente desarrollista” un estado
obrero consiste de trabajadores armados.
Es un aparato para la opresión de la burguesía. Pero debido a que los capitalistas son una minoría
tan pequeña no es necesaria una inmensa burocracia que se coloque por encima de
la sociedad. El estado obrero será, en
efecto, un “semi-estado” designado de tal forma que desaparecerá con el tiempo,
o como Engels lo dijo “se marchitará”.
Socialismo y nacionalismo
El enfoque radical y fresco de los LLE atrae a todo tipo de
elementos al partido, incluyendo aquellos que coquetean abiertamente con el
nacionalismo negro. Una de las
características negativas que puede plagar de problemas la lucha por la
libertad genuina es precisamente el veneno del nacionalismo. Esto se demostró claramente en 2008 con
escenas de violencia xenófoba en donde sudafricanos negros pobres se volvieron
contra personas negras pobres principalmente de otros países africanos, matando
a varios. Estos horrendos actos pueden
atribuirse directamente a las condiciones sociales experimentadas por muchos
pobres. También son el resultado directo
del fracaso de las organizaciones de masas de la clase trabajadora en ofrecerle
una alternativa socialista. La
consecuencia directa fue que muchos vieron el origen de su situación apremiante
en la nacionalidad de muchos extranjeros que también estaban ganándose la vida
a duras penas en las calles.
Esta debe ser una dura advertencia sobre los venenosos efectos del
nacionalismo. Los socialistas deben
oponerse resueltamente a toda forma de nacionalismo y racismo, que sólo sirve
para dividir a la clase trabajadora. Es cierto
que los sudafricanos negros han tenido que sufrir lo peor de la brutal opresión
racial. Es igualmente cierto que muchos
negros pobres enfrentan discriminación racial hasta el día de hoy. Pero es importante entender que toda forma de
opresión, sea racial, de género o nacional, tiene sus orígenes en la división
de la sociedad en clases. La única forma
de comenzar a resolver estos problemas es cambiar sus raíces materiales, unir a
la clase obrera y luchar por el socialismo.
El socialismo es internacionalista por su misma naturaleza. No puede haber una noción de una “vía africana
hacia el socialismo”. Esto se debe a que
el sistema capitalista se desarrolló como un sistema global, como Marx y Engels
lo explicaron en el Manifiesto Comunista:
“La
necesidad de un mercado en constante expansión para sus productos persigue a la
burguesía en toda la superficie del globo.
Debe anidar en todas partes, establecerse en todos lados, hacer
conexiones en todo lugar.”
El mundo está dominado por compañías multinacionales que tienen
operaciones en todo el mundo. La
producción capitalista es un proceso objetivo.
El trabajador vende su fuerza de trabajo al capitalista a cambio de un
salario. En el proceso de producción la
fuerza de trabajo del trabajador crea más valor del que él/ella recibe en forma
de salario. Este plusvalor es expropiado
por el propietario de los medios de producción, a saber el capitalista. Esta “expropiación” del plusvalor es la
fuente de la explotación de la clase trabajadora. Es también la razón fundamental para la lucha
de clases. No importa si el capitalista
o el trabajador es blanco o negro. El
resultado sigue siendo el mismo.
Esto puede verse claramente en Sudáfrica hoy en día. Durante los dos últimos años parte de la más
brutal explotación de la clase trabajadora negra ha estado ocurriendo
precisamente a manos de capitalistas negros como Cyril Ramaphosa. De hecho, Ramaphosa tiene más intereses en
común con los capitalistas blancos y foráneos que con los trabajadores negros
sudafricanos, como se reveló tan trágica pero claramente en Marikana. Los trabajadores de Sudáfrica tienen más en
común con los trabajadores de otros países que con los capitalistas
blancos. Nuestra meta no debe ser “crear
industriales negros”, sino derrocar el dominio de todos los capitalistas -negros
o blancos. La mejor forma de hacer esto
es unir a los trabajadores del mundo bajo la bandera de la solidaridad y el
socialismo.
Se necesita un enfoque no sectario
A principios de agosto de 2014 el sindicato de trabajadores
metalúrgicos, SINOMSA, llevó a cabo un Simposio de partidos políticos y
movimientos de izquierda. Esto fue parte
de las resoluciones del congreso especial del sindicato de 2013 para establecer
estructuras para unir las luchas de los trabajadores y las comunidades y para
construir un movimiento por el socialismo.
Partidos y movimientos a nivel local e internacional participaron
en el simposio, incluyendo al boliviano MAS-IPSP de Evo Morales. El sindicato estaba en el proceso de aprender
de las experiencias de los partidos de izquierda de Latinoamérica y todo el
mundo. Los LLE también fueron invitados
al simposio, pero desafortunadamente no asistieron, citando dos razones: (1)
que el SINOMSA no se había reunido con ellos y (2) que el SINOMSA en aquel
tiempo aun formaba parte de la alianza gobernante a través del Congreso de
Sindicatos de Sudáfrica (CSSA).
En su declaración leemos lo siguiente:
“Los LLE no
tiene intención de salvar al CNA ni está atrapado en la nostalgia por su pasado
como movimiento de liberación; el plan es aplastarlo y hacerlo sin ninguna
cláusula de expiración. Los LLE están en
la atrevida búsqueda de un programa para arrebatarle el poder político a la
alianza encabezada por el CNA, porque hasta ahora han usado ese poder para
proteger los intereses de la clase capitalista.
Sin embargo, los LLE desean que el SINOMSA y todas las fuerzas
internacionales de izquierda que tomarán parte en el simposio tengan mucho
éxito en la esperanza que pueda surgir un genuino programa de izquierda. En cuanto a los LLE el compartir plataformas
con el CNA y el PCSA para discutir programas socialistas conjuntos sería un
insulto a las almas de los 34 trabajadores de Marikana a quienes aun no se les
ha hecho justicia.”
Sentimos que esta no es la mejor forma de enfocar la
cuestión. La primera razón dada para no
asistir al simposio fue que el SINOMSA aun no se había reunido con ellos. Pero en aquel entonces el SINOMSA aun estaba
pasando por su proceso democrático interno.
Ellos no se reunieron con los LLE o cualquier otro partido o movimiento
en aquel entonces. Para eso era el
simposio, es decir, reunirse con otros partidos, compartir experiencias y
discutir la forma de avanzar.
El segundo enfoque dado aquí es igualmente erróneo. La impresión dada aquí es que el SINOMSA
primero debía romper con el CSSA que es parte de la alianza con el CNA. Los actuales acontecimientos dentro del CSSA
llevaron a la expulsión del SINOMSA y se plantea una división dentro de la
federación. Pero no es nada fácil abandonar
a cientos de miles de trabajadores y dejarlos en manos de líderes de
derecha. Todos los problemas que plagan
la federación, incluyendo la expulsión del SINOMSA, deben recargarse sobre los
hombros de las fuerzas reformistas de derecha dentro del CSSA. Lo que es importante entender no es la
independencia organizativa sino la independencia política, cosa que posee el
SINOMSA. Dentro o fuera del CSSA, la
tarea es la misma; explicarle a todos los trabajadores los orígenes de los
problemas, exponer el derechismo de la federación, ganarse a los trabajadores
para un programa socialista y ofrecer una salida revolucionaria.
El SINOMSA ha realizado algunos análisis excelentes de la actual
situación política y ha adelantado algunas propuestas para el avance a largo
plazo. Por lo tanto, la acusación por
parte de los LLE de que “no existe claridad, por ejemplo, en cuanto a si las
actuales diferencias dentro del CSSA son profundas diferencias ideológicas o
políticas” están fuera de orden. El SINOMSA ha acotado categóricamente que están
enraizadas en la lucha de clases cuando afirmó:
“Hemos
sostenido valientemente que en el centro de la crisis dentro del CSSA existen
dos fuerzas opuestas: las fuerzas del capitalismo y las del socialismo. Las fuerzas capitalistas dentro de la
federación buscan hacer entender y tolerar a los trabajadores la continuación
del dominio del capital monopolista blanco, aceptando elementos del Partido
Nacional Democrático.”
El SINOMSA no es cualquier organización al margen del movimiento
obrero. Es el sindicato más grande del
país. Representa a algunos de los
grandes batallones del movimiento obrero.
Se haya en el proceso de instalar estructuras locales, regionales y
nacionales para movilizar y coordinar las miles de luchas obreras y
comunitarias sobre una base clasista. Se
han comprometido con intentos por educar a sus cuadros en la teoría
marxista. También es el catalizador del
Movimiento por el Socialismo que pronto tomará forma. Han enfrentado fuertemente la matanza de
Marikana y han sostenido una posición firme en no quedarse parados si se dan
circunstancias similares en el futuro.
Como se vio, los líderes del CNA y el PCSA se mantuvieron a
kilómetros del simposio. Esto sólo
sirvió para exponerlos aun más.
Por lo tanto fue un error desestimar al SINOMSA de esa
manera. Si esos errores continúan apareciendo
en el futuro existe el peligro real que los LLE se divorcien de las principales
capas del movimiento obrero.
Mientras es correcto criticar y exponer al liderazgo podrido del
CNA y el PCSA es igualmente necesario no ver estas organizaciones como un solo
bloque reaccionario. También se han dado
desafortunados ejemplos de confrontaciones físicas con miembros de la Liga
Juvenil del CNA. Es un error fundamental
confundir a los líderes con las bases de la organización. Existe una gran distancia entre los dos. Es necesario tener una orientación correcta
hacia las bases del movimiento. La tarea
es explicar pacientemente los defectos de los líderes del CNA y desarrollar una
clara alternativa socialista ante las bases de la alianza tripartita.
En el Manifiesto Comunista Marx y Engels escribieron sobre esos
temas de la siguiente manera:
“¿Cuál es
la posición de los comunistas en relación al proletariado como un todo? Los comunistas no forman una parte separada
opuesta a los otros partidos de la clase obrera. Ellos no tienen intereses separados y
alejados del proletariado como un todo.
Ellos no levantan ningún principio sectario propio por medio del cual
darle forma y moldear el movimiento proletario.
Los comunistas se distinguen de los otros partidos obreros sólo
por esto: 1. En las luchas nacionales de los proletarios de los diferentes
países ellos señalan y traen al frente los intereses comunes de todo el
proletariado, independientemente de la nacionalidad. 2. En las distintas etapas de desarrollo por
las que tiene que pasar la lucha de la clase trabajadora contra la burguesía
ellos siempre y en todo lugar representan los intereses del movimiento como un
todo.”
Estas palabras expresan adecuadamente la visión marxista hacia el
resto del movimiento obrero. Mantenemos
una posición política absolutamente independiente, sin hacer concesiones en
cuestiones de principios, pero aplicamos la máxima flexibilidad en cómo llevar
estas mismas posiciones de principios a la masa de trabajadores y jóvenes que
puedan albergar ilusiones sobre los actuales líderes de las organizaciones a
las que pertenecen. ¡Nuestro enfoque es
igual al de Marx y Lenin: suaves modales pero audaces en el contenido!
Conclusión
Las condiciones objetivas para movilizar a las masas hacia el
socialismo nunca han sido más favorables.
Existe una gran sed de ideas marxistas y un deseo genuino por un cambio
revolucionario. Bajo el capitalismo no
hay futuro para la clase trabajadora y los jóvenes. Al tener una clara perspectiva del socialismo,
al tomar los puntos neurálgicos de la economía bajo el control y administración
obrera, la enorme riqueza de la sociedad sudafricana puede ser usada en
beneficio de todos y no de la parásita clase capitalista. Bajo estas condiciones la calidad de vida mejorará
a niveles nunca vistos. Será una
revolución por una verdadera liberación, es decir, liberación de este sistema
capitalista explotador y no sólo de una forma de dominio burgués por otro.
El líder de los LLE, Julius Malema, se ha levantado audazmente
contra la situación actual y ha demostrado la voluntad de hacer caso omiso a
las reglas no escritas de la democracia parlamentaria burguesa y exponer la
podredumbre de la burguesía. Por eso las
masas lo respetan. Sin embargo, existe
otro lado de él. Su relación con dudosos
elementos y personajes indignos y también su propensión a la buena vida le
otorgan una imagen dudosa a la vista de los trabajadores, y también le facilita
a la clase dominante su ofensiva contra el movimiento como un todo. Ciertamente esto no es un asunto menor y
puede volverse un serio problema para el movimiento en el futuro.
Ha habido una masiva radicalización de la juventud en los últimos
tiempos. Los Luchadores por la Libertad
Económica son un claro reflejo de esto.
Los trabajadores han demostrado su voluntad de luchar una y otra
vez. Las principales capas de la clase
trabajadora se están movilizando. Es
verdad que Sudáfrica tiene una de las clases trabajadoras más fuertes del mundo
con una tradición revolucionaria inigualable muy bien estructurada en
organizaciones masivas.
Lo que hace falta es una masiva organización marxista de cuadros
educados en las ideas, métodos y tradiciones genuinas del marxismo. Tal liderazgo marxista no se puede decretar
así como así. Debe construirse
pacientemente, comenzando con la búsqueda, reclutamiento y educación de unos y
otros.
La tarea de un partido así estaría en su orientación hacia las
masas de trabajadores dondequiera que estén y explicarles pacientemente la
alternativa a la situación actual. Por
lo tanto es nuestro deber desarrollar un claro programa revolucionario que
vincule las luchas diarias de las masas con la meta de ganarlas para el
socialismo.
Título original en inglés: The EFF and the South African Revolution
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