A medida que la abundancia de alimentos genéticamente modificados (GM) continúa creciendo, también lo hace la demanda por monitorearlos y etiquetarlos. Las plantas modificadas genéticamente y utilizadas para la comida se "ajustan" para que sean más saludables o resistentes a las plagas, pero algunos consumidores se resisten a tales cambios. Para ayudar a informar a los compradores y hacer cumplir los reglamentos, un grupo de científicos presentó en la revista Analytical Chemistry (ACS) el primer método integral para detectar modificaciones genéticas en una precisa y conveniente prueba.
Li-Tao Yang, Sheng-Ce Tao y sus colegas señalan que a finales de 2012 los agricultores estaban sembrando cultivos transgénicos en más de 420 millones de hectáreas de tierra en 28 países, 100 veces más que cuando la comercialización se inició en 1996. Pero persisten las dudas acerca de los posibles efectos sobre el medio ambiente y la salud humana de estos cultivos transgénicos, cuyos genes modificados buscan que las plantas sean más saludables o capaces de resistir a las plagas.
En respuesta a esto los políticos, especialmente en Europa, han establecido regulaciones para controlar los productos modificados genéticamente. Aunque los investigadores han encontrado muchas maneras de detectar la modificación genética de los cultivos, no existía una prueba única para hacer un análisis exhaustivo, que es lo que hicieron Yang y Tao.
El equipo desarrolló una prueba que llamaron "MACRO", que significa: multiplex amplification on a chip with readout on an oligo microarray. El sistema combina dos métodos genéticos conocidos para detectar cerca del 97% de las modificaciones comercializadas conocidas, casi el doble que otras pruebas. El test, además, se puede ampliar fácilmente para incluir futuros cultivos modificados genéticamente.
El estudio completo está en Analytical Chemistry.