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AUTOBIOGRAFIA DEL DR. FRANZ LEE

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15 sept 2012

Conozca la "Fundición Príncipe de Astucias"


LA FUNDICIÓN

Fundidos estamos por tanto peso muerto, por tanto banquero trincador, por tanto gobernante mediocre, mentiroso o ambas cosas a la vez. Fundidos bajo la presión de esta horda de imbéciles, caterva de bobos con coche oficial –o de coches con bobo oficial, que también vale– va haciendo falta aligerar nuestras pobres espaldas. Aligerar a fondo y con humor, fundiendo en blanco o en negro los planos diversos de esta película de serie B que damos en llamar vida (con uve), fundiéndonos de risa ante tantas memeces, ante tantas frases pretenciosas, ante tantos babayos con corona o sin ella que solo sirven para fundir nuestro dinero, nuestro presente y nuestro futuro (si es que aún queda algo).

Y aquí en este Principado tan principal, lleno de principio a fin de museos dedicados a lo que fuimos y ya no seremos, lleno de parados principalmente de larga duración, no hay más rey que el de copas para matar la mustia sensación de que nos han fundido para hacer calderilla. La base toma vasos para olvidar que ya no se acuerda de la última vez en que tuvo medio llena la bolsa y la vida, ambas amenazadas hoy por atracadores de cuello duro y cara idem.

Hay que fundir este bloque de realidad estreñida, duro pestiño berroqueño, y disponerse a fundar un sitio en el Estado para salir del estado de sitio que marcan los banqueros, cardenales, borbones, los rajoys y las cospedales. Hay que refundar el arte del pataleo, de la fina ironía, de la porca miseria tomada a pitorreo. Nuestro sentido del honor sólo se sostiene con sentido del humor. Y, como gente de honor, le haremos los humores a nuestras pesadillas para hacernos la vida menos imposible; y, como gente de humor, le haremos los honores a quienes nos quieran acompañar en esta noble empresa de ponernos cachondos en medio de este erial sin sex-appeal.

Y, al irnos calentando, todo este calor de honor bien humorado lo echaremos a un horno donde se fundirán todas las vanidades, todas las tontunas y todas las mentiras. El infierno de la estupidez abrirá sus puertas para que, en texto y dibujos, en fotos, en versos y prosas, sinalefas, metáforas y cartas, disolvamos tanto torpe zurullo, tanto anacoluto, tanta imbecilidad. Será esta la hoguera de las necedades, el infierno de Dante –de dante por el saco si te pasas de serio– donde se cocinarán finas reposterías con las manos y los cerebros que nos preste el azar, refinados postres que se fundirán en los paladares más selectos.

Así que allá va eso: con modales palaciegos y principios republicanos, mansos como corderos y ladinos como zorros, prendemos ya la mecha de la Fundición Príncipe de Astucias.