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10 may 2016

Venezuela: El discurso de Maduro, lejos de la realidad agobiante del pueblo trabajador

Este 1° de Mayo Maduro volvió a dar muestras de cuán lejos está de la realidad que vive el pueblo trabajador. Se vanaglorió de un aumento del salario mínimo del 30% cuando el país arrastra una inflación galopante que golpea el ingreso de los trabajadores, y hasta llegó a hablar en pura pose de “planta parada, planta tomada”, palabras al viento en medio de grandes acuerdos con sectores empresariales y transnacionales , en momentos en que el pueblo vive una situación angustiante.

Un aumento del salario mínimo que no cubre lo mínimo

Con el aumento salarial del 30% al salario mínimo, éste pasará de 13.275 a 15.051 bolívares. También el Presidente sostuvo que este aumento del salario mínimo afectará las tablas salariales de la Administración Pública, fue exactamente lo que dijo cuando lo aumentó el primero de marzo, pero se aplicó solo a los trabajadores fijos, excluyendo a los contratados, quienes constituyen un porcentaje importante de los empleados.

Pero ahora desde el gobierno se habla del “ingreso integral” del trabajador, incorporando a tal concepto el bono alimentación, pero aquí tenemos también la vieja historia del “perro que se muerde la cola”. En el país existe para los empleados fijos o contratados, una ayuda mensual de alimentación conocida popularmente como “cestaticket”. Siempre constituyó un complemento como “bono de alimentación” al que están obligados aquellos “empleadores del sector público y del sector privado que tengan a su cargo veinte o más trabajadores”, que “otorgarán el beneficio de una comida balanceada durante la jornada de trabajo…”.

Maduro anunció entonces que para el cestaticket se eleva la base de cálculo de 2.5 hasta el 3.5% de la Unidad Tributaria, lo que implica que pasará a Bs. 18.585. Pero tenemos la “novedad” que con respecto al nuevo salario mínimo que pasará a ubicarse en Bs. 15.051, se abre una fuerte brecha de más de 3.000 bolívares entre el salario mínimo y el bono por alimentación. Es decir, tenemos el parangón que ¡Es más el “complemento” que el propio salario!

Lo fuerte en el ingreso laboral pasa a ser entonces el montante por “ayuda alimentación” y no el propio salario, cuando debería ser al revés. Claro que con la suma de ambos, el ingreso integral del trabajador se ubicará en Bs. 33.636, pero hay que hacer notar que el 56% de este ingreso no se toma en cuenta al momento de calcular las liquidaciones, las utilidades (aguinaldos), las vacaciones, sobre el salario normal, el salario promedio, el salario integral y la incidencia sobre los días domingos y feriados trabajados.

Pero de conjunto se trata de un aumento completamente insuficiente para los enormes niveles de inflación real que se come los ingresos obreros y populares, pues por ejemplo, para este año se calcula que será un 720%. El gobierno dice poner el piso del salario mínimo según la inflación, sin embargo, en lo que va del año vemos que esto no es así y el poder de compra del trabajador continúa en picada y a un ritmo galopante, o sea que en términos reales no hay aumento, peor aún el salario se sigue contrayendo. Por ejemplo, este aumento en el salario mínimo equivale exactamente a un kilo de carne al mes, o si se quiere, un aumento diario equivalente al precio de un huevo de gallina. Y Maduro llama a esto “una estrategia integral de la defensa del empleo y la estabilidad”.

Pero para colmo de males, el gobierno realiza estos anuncios intentando mostrar que toda la fuerza laboral del país será beneficiada con tal medida, pero son muchísimos trabajadores y trabajadoras en trabajos precarios, informales y sin contrato a los que este aumento no les llegará.

Otras perlas de un discurso sin fundamento

Pero como a Maduro retórica (o demagogia si se quiere) no le falta, en el marco de lo que llama “guerra económica”, salió ahora con que "aquel que pare una planta, o una industria, será castigado y será tomado por la clase obrera" y que “planta parada, planta tomada por la clase obrera”. Aquí emulando al fallecido Presidente Chávez. Pero se trata de palabras y más palabras, más bluf que otra cosa. Cuánto tiempo no ha pasado que empresarios despiden masivamente trabajadores, e incluso, hasta relocalizan empresas cuando no las cierran, y todo esto con el aval del Ministerio del Trabajo vía las Inspectorias existentes en todo el país, y muchas hasta con el aval del ministro mismo. No se sabe si reír o llorar, como diría el filósofo Spinoza.

Llegó incluso hasta de convocar a “una huelga general” si hubiese un golpe de Estado. Pero cualquier trabajador se puede preguntar, ¿por qué no ha convocado tal “huelga general” contra los que le hacen “la guerra económica” como sostiene?, ¿por qué, teniendo todo el poder del Estado, ha permitido entonces que sea el pueblo el que viene sufriendo tal descalabro económico? Pero preguntamos también, ¿acaso toda esta situación que vive el pueblo no es un golpe al estado de sus condiciones de vida? Sin embargo el gobierno avanza en acuerdos con sectores empresariales como hemos explicado en otras notas señaladas al principio de este artículo.

Maduro expresó que pronto anunciará las firmas de certificación del Arco Minero en Venezuela, en un marco donde las concesiones a las transnacionales de la explotación aurífera en verdad son de una apertura sin nombre, basta observar el acuerdo con la Gold Reserve y otros acuerdos que vienen en camino con empresas alemanas que llegarán a ser peores. Maduro lanza al mundo que el gran famoso “Dorado” de los conquistadores del siglo XVI no era un mito, que este existe y se “lo certificamos”, “vengan a explotarlo”, que se pueden llevar el oro con tal que nos dejen un porcentaje, y que no hay problema con la depredación ambiental y la alteración de la vida de los pueblos originarios de la zona. Que el “Dorado” existe, y es el 12% del territorio nacional, o mejor dicho, más de 113 mil kilómetros cuadrados.

Luchar por un salario igual al nivel de las necesidades del pueblo

En el país se especula con los precios, y el gobierno cede a la presión patronal para aumentarlos. En tiempos de alza fuerte y constante del costo de la vida, la exigencia de un salario igual al costo de la canasta básica familiar y la escala móvil de salarios, para que sean ajustados periódicamente de acuerdo al aumento de la inflación, son demandas básicas para que la clase trabajadora defienda sus ingresos y no ver caer constantemente el nivel de vida. De igual manera, contra la especulación y el aumento de precios es muy importante que los propios trabajadores y consumidores impongan un verdadero control de precios, estableciendo al mismo tiempo comités de abastecimiento obrero-populares.

Mientras se ejerce una pelea por estos derechos elementales, el pueblo trabajador además de enfrentar los ajustes del gobierno, no debe creerle ni un ápice a la demagogia de la derecha del país, que busca pescar en río revuelto para aprovechar la crisis del chavismo. Es necesario que la clase trabajadora se forje una salida propia, confiando en sus propias fuerzas, y que sean los propios trabajadores que decidan sus destinos.


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