China ha estado tirando de crédito durante los últimos años para consolidar su crecimiento, pero pasado el tiempo, se ha encontrado con un grave problema: un desmesurado incremento de la deuda.
La deuda del país ha aumentado tan rápidamente en los últimos dos años como en los dos años posteriores a la crisis de 2008, asegura The Economist. Su ratio de deuda con respecto al Producto Interior Bruto (PIB) se ha disparado de 150% a casi el 260% en apenas una década.
En China, los préstamos con problemas se han duplicado en dos años y, oficialmente, son ya un 5,5% del total de préstamos de los bancos. Junto a esto, aproximadamente dos quintas partes de la nueva deuda va al pago de los intereses de los préstamos existentes. En 2014, el 16% de las 1.000 mayores empresas chinas debía más en intereses de lo que ganaban antes de impuestos.
China necesita cada vez más y más crédito para generar cada vez menos crecimiento. Son necesario casi cuatro yuanes de nuevos préstamos para generar un yuan del PIB adicional, frente a poco más de un yuan de crédito antes de la crisis financiera.
Los riesgos globales
La economía china podría entrar en shock con el consiguiente efecto para el resto de países. China es la segunda economía más importante del mundo; su sector bancario es el más grande, con unos activos equivalentes al 40% del PIB mundial. Sus mercados de valores, incluso después de la caída del año pasado, son en conjunto de 6 billones de dólares, en segundo lugar tras Estados Unidos. Su mercado de bonos, (7,5 billones de dólares) es el tercero más grande y de más rápido crecimiento del mundo.
Si una leve desaceleración económica causó problemas para los exportadores de productos básicos en todo el mundo; una caída más profunda sería especialmente dolorosa para todos aquellos que se benefician de la demanda china.
Según The Economist, algunos analistas, los más optimistas, creen que existen intrumentos que frenan el peor de los escenarios. En primer lugar, durante más de tres décadas de reformas, los funcionarios de China han demostrado que una vez que se identifican los problemas, han tenido la voluntad y habilidad para solucionarlos. En segundo lugar, el control del sistema financiero. El Estado posee los principales bancos y la mayoría de sus mayores deudores les-dio tiempo para arreglar las cosas.
Pero la realidad es diferente, en los últimos tiempos, para apuntalar el crecimiento, ante situaciones adversas, las autoridades chinas han inflado la burbuja inmobiliaria. La deuda se sigue expandiendo doble de rápido que la economía.
Ávidos de ganancias en una economía en desaceleración, un buen número de bancos chinos tienen la clasificación incorrecta de préstamos de alto riesgo. Estos préstamos sombra valían aproximadamente el 16% de los préstamos estándar a mediados de 2015, frente a sólo el 4% en 2012. El segundo riesgo es la liquidez. Los bancos se han vuelto cada vez más dependientes de los "productos de gestión de patrimonio", mediante el cual se pagan las tasas más altas de lo que son. Durante años, china restringió los préstamos bancarios a menos del 75% de su base de depósitos, asegurando un montón de dinero en efectivo en reserva. Ahora el nivel real se acerca a 100%, el umbral en que una escasez repentina de la financiación, el precursor clásico de las crisis bancarias.
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