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26 sept 2015

La Humanidad Futura: Inmortal, Atea y Arrogante por Chucho Nery

La Humanidad Futura: Inmortal, Atea y Arrogante  por Chucho Nery

Las élites hedonistas que nos han hecho creer que son las más fieles creyentes en las religiones inventadas por ellas mismas para controlarnos física y mentalmente y en el fondo (y por sus acciones) son los más fervientes ateos, han dedicado todos sus esfuerzos mentales y materiales para acumular toda la riqueza necesaria y a su vez acumular todo el conocimiento necesario para lograr su inmortalidad física y espiritual y así seguir disfrutando de los placeres que ofrecería la vida eterna dentro y fuera del planeta Tierra y más allá del Sistema Solar.

Por supuesto que dicha acumulación de Capital y Razón (en el fondo han sido la misma cosa) siempre ha sido a costa de las vidas de sus herramientas parlantes, sus vasallos, sus esclavos (asalariados o no), económicamente explotados, políticamente dominados, socialmente discriminados, militarmente exterminados y humanamente alienados, forjando un mundo ideal para su propio beneficio, aunque algunos esclavos tontos hayan creído, a lo largo de la historia “humana”, que todo su esfuerzo ha sido también para su propio bienestar y el de los suyos, precisamente por creerse parte de esa “humanidad”, de esa sociedad, de ese mundo, aun cuando las élites, los amos, les han hecho saber de una y mil maneras que ellos, y sólo ellos, son, existen y trascienden como “humanidad”, sociedad, como parte del mundo, en otras palabras, que ellos son el mundo.

La alienación humana de sus esclavos por parte de la élite mundial, a través de sus religiones, hizo un muy buen trabajo haciéndoles creer que ellos también, algún día, alcanzarían la inmortalidad, sólo que no en esta Tierra, no en el tiempo-espacio que llamamos “presente”, en el Aquí y Ahora, sino en el “futuro”, o más específicamente en el llamado “Más Allá”, después de la muerte física, claro está, después de haber vaciado todas sus energías físicas y mentales en hacer cada día más ricas a las clases dominantes; una especie de inmortalidad a posteriori,  previo pago de cuotas mensuales a lo largo de su vida útil, mientras los amos se reservaban y disfrutaban una inmortalidad un poco más mundana, práctica, a priori, pre-pagada, sin el mayor esfuerzo.

La “humanidad” (es decir las élites gobernantes) ha llegado a un punto de conocimiento tal que pronto les permitirá eternizar su conciencia hedonista a través de múltiples tecnologías interconectadas e interdependientes mediante la creación de programas y soportes artificiales que permitirían “transferir” el “Yo” consciente a una máquina, lo cual le permitiría superar las facultades, habilidades y potencialidades alcanzadas por el ser humano a lo largo de millones de años de evoluciones y revoluciones.

A juzgar por todas las informaciones que nos hacen llegar eso es lo que las élites entienden por “inmortalidad”, suponiendo que sea verídica la noción que ellas también tienen del “ser”, la “conciencia”, la “memoria”, el “Yo”, la “Vida” y la “Muerte”, la “eternidad”, lo cual nos lleva al punto inicial de este comentario que no es otro que el demostrar cuán falsos e hipócritas han sido quienes nos han dominado a través de sus fantasías religiosas, y la causa principal de nuestra esclavitud.  Si tienen éxito o no en su aventura por alcanzar una eternidad artificial usando medios artificiales no es algo que nos interese particularmente, aun cuando dudemos que eso sea la eternidad verdadera surgida naturalmente como casualidad-necesidad de las leyes cósmicas creativas, creadoras y fluyentes-confluyentes-influyentes.

Sirvámonos de los elementos surgidos de estos temas, aparentemente sin conexión, y que nos llevan a conclusiones contundentes.

Este bello futuro de la “humanidad” (como la entienden las élites, es decir, en la que sólo ellos son humanos y sujetos de derecho con todos los derechos), estos robots o cyborgs, mitad humanos, mitad máquinas (a diferencia de lo que se vio en los albores de la humanidad, cuando éramos-existíamos-trascendíamos como mitad hombres, mitad monos), ¿seguirán creyendo en “dios”, seguirán siendo religiosos?  Tomando en cuenta que en realidad nunca lo han sido y sólo han usado a las religiones para controlarnos mental y físicamente, es lógico pensar que no, y por lo tanto el futuro de la “raza” humana es un futuro ateo, libre de las cadenas invisibles de la ignorancia religiosa, solo gobernados por la lógica, la razón, la verdad comprobada científicamente.  Hasta ahí suena bien, ¿no?

A quienes más concierne esta pregunta es a quienes ilusamente han venido creyendo todos estos años que todos los descubrimientos científicos que gentilmente nos hacen saber nuestros amados medios de comunicación de forma “veraz”, y sobre todo oportuna, inexorablemente redundarán en beneficio de todos ellos, es decir, de todos nosotros, los condenados de la Tierra, los pobres, los humildes trabajadores, o si quieren verlo desde el punto de vista capitalista, nosotros los consumidores, los clientes, quienes supuestamente contamos con el suficiente poder adquisitivo para beneficiarnos de todos esos logros de la “humanidad”, como lo hemos hecho con tantas cosas como las vacunas, la televisión, la penicilina, los fertilizantes, las vitaminas, los satélites, el automóvil, y pare Usted de contar.

¿Nosotros, los pobres trabajadores, los esclavos (asalariados o no), también tendremos acceso a la “inmortalidad”?  Y si por justicia humana o “divina” eso fuese así, también seguiremos creyendo en “dios”, seguiremos siendo fieles y humildes ovejas temerosas de” su” ira?

¿Los cyborgs o robots “inmortales” seguirán creyendo en “dios”?

Sólo si así son programados.

Un robot sólo hace lo que le programan que haga, por eso es un robot.  Por lo tanto, si al contrario le programan para que no crea en “dioses” ni en los demás disparates religiosos, tampoco creerá en eso.  Todo depende de la voluntad del programador, quien puede decidir si la “humanidad” será atea o seguirá siendo creyente. No será una decisión del robot, lo cual haría del programador su creador, es decir, su “dios” mortal de carne y hueso.  Parafraseando a Karl Marx: “No es el programa el que programa al programador, es el programador el que programa el programa”.

¿Somos monos con conciencia, existimos como programa y trascenderemos como Cyborgs o robots?

Con los cyborgs (mitad humanos, mitad máquinas) la cosa podría ser un poco diferente.

Si el cerebro sigue siendo “humano”, es decir, “natural”, el producto de millones de años de evoluciones, revoluciones y transvoluciones, y por lo tanto siga heredando los genes de millones de generaciones forjadas en un ambiente alienado (religioso),programado para orar y trabajar (en la Edad Media se decía “Ora Et Labora”), será un buen cyborg que va los viernes a la mezquita, los sábados a la sinagoga y los domingos a misa.

¿Pero para qué querrían las élites mundiales acumular a lo largo de millones de años semejante cantidad y calidad de Capital/Razón para crear un robot o un cyborg que guíe sus actos y pensamientos por la superstición y la ignorancia en vez de por la lógica y la razón, tomando en cuenta que todo su poder ha sido logrado gracias a los descubrimientos científicos?  ¿Qué esperarían ellos lograr con eso?  ¿Para qué un robot o cyborg religioso si con programarlo basta para que obedezca, como lo hacen las máquinas que ensamblan carros en una fábrica automotriz, por ejemplo?  Un robot no se sindicaliza, no pide aumentos de sueldo, no se alza, no hace revoluciones ni exige el control de la fábrica ni compartir os beneficios, no cuestiona la autoridad política ni religiosa y tampoco quiere tomar el control de sistema.  ¿Cual sería la motivación de nuestros queridos amos para favorecer a alguno de nosotros en especial con el invaluable don de la inmortalidad, tomando en cuenta la forma en que siempre nos han tratado: carne de cañón, esclavos, entretenimiento?  ¿Creemos que con el sólo hecho de tener con qué pagar tenemos el derecho a ser inmortales y compartir codo a codo nuestro destino con nuestros justos patrones?  ¿Nos imaginamos juntos en el mismo cielo tocándole el arpa a san pedro, regocijándonos en nuestro gozo celestial, día tras día, o en la misma nave espacial explorando el cosmos en busca de nuevos mundos y conocimientos?  ¿Nos creemos tan especiales como ellos?  Por supuesto que sí, al menos eso es lo que nos han hecho creer nuestras religiones, que somos “especiales”, pues somos “hijos de dios”, merecedores de nuestra eternidad bien sea por la vía “tradicional”: “por la gracia de dios” en virtud de nuestras buenas acciones en esta vida; o por la vía “artificial”: “por la gracia de los dioses-hombres u hombres-dioses elitescos-corporativos, en virtud de nuestros arduo trabajo como esclavos asalariados.

¿Pero qué pasa si hemos sido “malos” trabajadores y creyentes?  ¿Qué pasa si hemos pecado, violado las leyes divinas y terrenales?  ¿Qué pasa si no creemos en “dios” y nunca nos hemos dejado explotar, dominar, discriminar, exterminar y alienar?  Tenemos derecho a guardar silencio, a desvanecernos en el olvido, a disfrutar nuestra eterna mortalidad.

A menos que nos quieran como juguete para matarles el aburrimiento en medio de su recién adquirida “inmortalidad”, algo que seguramente les ocurrirá con mucha frecuencia, a menos que dediquen su novedosa eternidad en explorar el cosmos en busca de más y mejores conocimientos, con lo cual desaparecería automáticamente todo vestigio de apatía y, por lo tanto, toda necesidad de tener aburridos juguetes de pilas arrodillados todo el día adorando un “dios” inexistente o postrándose ante ellos (para lo cual haría falta programarlos para hacerles creer que sus amos robóticos/cyborgizados son las verdaderas divinidades.

Por la misma razón que un robot no produce plusvalía (y por ello estamos presenciando el masivo exterminio de mano de obra humana obsoleta a través de guerras, crisis de “refugiados”, enfermedades y hambrunas), haciendo que el capitalismo sea inútil e innecesario, un robot tampoco necesita un programa de control mental para explotarlo económicamente, dominarlo políticamente, discriminarlo socialmente, exterminarlo militarmente y alienarlo humanamente, logrando con esto que la religión sea inútil e innecesaria (el sueño de todo ateo militante).  Basta con excluir ese componente ideológico de su programación original y ya no harán falta fábricas, estados, racismo, ejércitos, templos, medios de comunicación ni redes sociales.

Simplemente los robots harán todo lo que se les pida, inclusive autodestruirse.

En cierta forma, sea como robots o como cyborgs, las relaciones amo-esclavo seguirán eternizándose en el planeta Tierra, el Sistema Solar, y quién sabe si más allá de la Vía Láctea si, como es previsible, las élites reserven toda su ciencia y tecnología para ellos solos y “transfieran” sus ateas y arrogantes conciencias a soportes físicos incorruptibles (o al menos hechos con materiales de muy larga duración y de cada vez más fácil renovación), hasta que se entremezclen o sean absorbidos por una o varias inteligencias (¿conciencias?)artificiales, que quién sabe (hasta ahí no puedo darme el lujo de especular) si conserve alguno de los antiguos rasgos de la “humanidad” terrícola o desarrolle nuevas conciencias, memorias o inteligencias cósmicas un poco menos absurdas e irracionales.  Tal vez ese sea el salto cuántico casual y/o necesario para hacerles entender que no debe jugarse con fuego en cuanto a las leyes cósmicas se refiere y en cambio debería dedicarse todo ese esfuerzo físico y mental en comprender científica y filosóficamente la naturaleza de la conciencia material y la materia consciente increada e indestructible, creadora y creativa, eterna y efímera de la cual proviene todo, incluyendo nuestra eterna estupidez en creer que podemos superarla con medios artificiales.