Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Que quede claro: hay una feroz guerra económica, es la guerra del capitalismo contra la sociedad, esa es la única guerra, y no se puede resolver dentro del capitalismo. Recordemos que el capitalismo, necesariamente, es creador de miseria material y espiritual, atenta contra la existencia de la humanidad, contra la naturaleza.
El gobierno nos plantea una guerra sin enemigos; es peor, estimula al verdadero enemigo, al capitalista, se le llama una y mil veces, se le dan dólares, se le da participación en la Faja, se hacen exposiciones de negocios “exitosas”. Nunca como ahora el sector capitalista estuvo tan robusto. Rara guerra ésta cuando la víctima alimenta al verdugo, extraña manera de ir al Socialismo.
En esta situación, de pelear una guerra sin tocar al capitalismo, es natural que tengan que inventarse enemigos, y cuál más inmediato que el pobre que busca el sustento en las grietas que dejan los errores del gobierno socialdemócrata, en el “bachaqueo”. El Presidente nos dice en el desfile del 5 de julio:
“ La tarea principal de este momento de la historia es la independencia económica, la independencia tecnológica, liberar a nuestro país de las mafias de bachaqueros, de parásitos y de burgueses, que han secuestrado la economía del país para hacer sufrir al pueblo y arrodillar a nuestra patria”.
No tratemos, por ahora, la independencia económica, tecnológica; adelantemos que con las zonas especiales, el “Shandong de Aragua”, avanzamos en contramano de la independencia económica, y si además se estimula al capitalismo nacional, siempre atado al capitalismo internacional, estamos afirmando el país burgués y entregando soberanía. La independencia tecnológica sin independencia científica es un disparate, se la come la obsolescencia. Aquí no hay centros de investigación científica, los anuló la ignorancia de aquellos audaces que dirigieron el sector científico sin “conocer las hierbas” y sin tener la humildad de asesorarse, aquellos que emprendieron contra la “ciencia de batas blancas”. Pero dejemos estos temas y volvamos al “bachaqueo”.
Es suficiente ir a las colas para entender que el “bachaqueo” es un fenómeno esencialmente de los desposeídos, de los pobres, aquellos con los que decía Martí “quiero yo mi suerte echar”. Podríamos preguntarnos ¿son los “bachaqueros” pueblo? Si no lo son, entonces quién es el pueblo. Sabemos que el concepto cuando se lleva al extremo hace agua, no sirve. Usemos el concepto humilde, desposeído, y nos aproximaremos más a la realidad. Los “bachaqueros” son humildes, desposeídos, son los pobres de la tierra. Siendo así, la declaración del Presidente, la política económica del gobierno vuelve a fallar, ya lo hicieron al pensar en el “bachaqueo” como un asunto de indocumentados, de mafias, como algo que se resolvería con más cajeras, recordemos los operativos con pase de televisión y todo. Ahora, la falla demuestra evidentemente que el problema reside en un vacío en la teoría, en un menjurje teórico que hace que el gobierno yerre a cada paso. La política del gobierno mezcla en la guerra económica a “las mafias de ‘bachaqueros’” (los llama parásitos) con los burgueses, los mismos que a cada rato llama para conversar y les entrega la Faja. El pueblo humilde vuelve a ser despreciado tal como en el pasado lo hicieron los gobiernos de la cuarta, casi se usan los mismos calificativos. Y surge una pregunta que deja al descubierto muchos espejismos teóricos: ¿cuál es la diferencia entre el que saqueó el 27 de Febrero y las supuestas “mafias de “bachaqueros” de hoy? Difícil se le pone el asunto al gobierno. ¿Cómo explicar que quien se alzó con unos kilos de carne el 27 era un luchador contra el neoliberalismo, y quien ahora revende papel higiénico, o pañales, es mafioso parásito?
No hay duda: algo está fallando en la teoría que guía al gobierno: no funciona, no da los resultados esperados, es necesario que sea revisada urgente. Sin esta revisión no habrá Socialismo, pero tampoco será viable el gobierno, a pesar de las ilusiones momentáneas. Lo primero que tiene que precisar es que el enemigo de la verdadera guerra económica es el capitalismo, todo, no hay capitalismo bueno. Desde allí es que puede construir una estrategia. Mientras guabinée con el capitalismo está condenado al fracaso.
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