Venezuela: El pacto Maduro-EE.UU. que
provocará el contra-pacto Diosdado-China+Rusia
Por Chucho Nery
Para aquellos que todavía creen que lo que
ocurre en Venezuela, Hispanoamérica y el mundo es el reflejo de la polarización
horizontal entre chavistas y opositores, pacíficos y terroristas,
'izquierdistas' y 'derechistas', demócratas y tiranos, el imperio contra los
países soberanos, y no de la polarización vertical entre enriquecidos y
empobrecidos, capitalistas y burgueses, amos contra esclavos (asalariados o
no), el capital vs el trabajo de adentro y de afuera, valga la siguiente
aclaratoria.
EE.UU. nunca tuvo problemas con Chávez o
Venezuela pues el petróleo seguía fluyendo, el problema vino con su transición
del reformismo socialdemócrata al estado comunal (que trascendía el socialismo
productivista destructor de la naturaleza planteando una sociedad que la
respetara), una idea revolucionaria que amenazaba con destruir el estado
burgués pro-capitalista rentista importador (economía de puertos), que lo mismo
sirve a EE.UU. que a sus competidores China y Rusia. Ese vaivén geoestratégico
manejado magistralmente con el fin de sentar las bases de ese estado comunal,
que contemplaba la posibilidad de inclinar el mercado venezolano hacia sus
competidores, fue lo que decretó la sentencia de muerte de Chávez.
El estado comunal tampoco convenía a la
naciente boliburguesía nacionalista patriotera multipolar (inicialmente
pro-China y Rusia) en su pugna con la tradicional lumpenburguesía pro-gringa
apátrida unipolar, menos aun en esta primera etapa de la lucha en que se
hallaba débil, en estado de formación (nutriéndose del chorro petrolero a
través de la corrupción, la misma práctica usada por la lumpenburguesía
tradicional para formarse y mantenerse, un proceso que le tomó siglos).
La visión de Chávez estuvo en tratar de
desanclar la economía venezolana de la moribunda economía gringa y así evitar
sufrir las nefastas consecuencias de su colapso, tendiendo cada vez mas hacia
las economías emergentes (grupo BRICS), un poco menos afectadas por la crisis
mundial iniciada en 2008, con el fin de potenciar el nuevo estado comunal. Lo malo es que los efectos de esa crisis ya
las están afectando un poco más, sobre todo a China y Rusia, aunado a las
consecuencias de la puja geopolítica que se va tensionando más entre el eje
anglosajón y el eje sino-ruso, haciendo pesar cada vez más el enfoque
corporativo neoliberal dentro de sus propios países y sus respectivos patios
traseros para paliar los efectos de la crisis sistémica terminal del
capitalismo. Mientras más se agrave el
enfrentamiento entre el imperio decadente y los candidatos a sustituirlo más se
agravarán los choques entre los modelos (reformistas/neoliberales), más
frecuentes se harán los pactos y contrapactos, avances y retrocesos, alianzas y
contra-alianzas y más graves serán sus consecuencias para los pueblos.
EE.UU. aprovechó esta pugna interna en
Venezuela para captar elementos a su favor, lo mismo que hizo China, que con
Chávez había avanzado un largo trecho con las zonas económicas especiales, pero
que tras su muerte y la inestabilidad que esto generó a todos los niveles ha
ido inclinando la balanza hacia EE.UU. y de ahí el pacto Obama-Maduro (logrado
producto de la presión política de las guarimbas -protestas callejeras
dirigidas por paramilitares colombianos- y la presión económica de la campaña
de desabastecimiento, acaparamiento, contrabando y especulación de productos
básicos), faltando por saber qué nuevo operador político buscará China para
preservar los intereses de sus corporaciones capitalistas en plena etapa
expansiva (pre-imperialista).
El pacto de EE.UU. con Cuba y Venezuela (sin
olvidar las conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC)
forma parte del proceso de reordenamiento del patio trasero (muy alborotado
desde la llegada de Chávez) para así asegurar su retaguardia antes del
enfrentamiento definitivo contra Rusia (y a la larga China), sus verdaderos
rivales estratégicos por la hegemonía mundial (los gringos no olvidan los apuros
que pasaron durante la crisis de los misiles soviéticos en Cuba en el clímax de
la Guerra Fría). Un reordenamiento que
también se está dando en todos los niveles en el mundo árabe teniendo como eje
central a Irán, aliado estratégico de Venezuela, importante productor de
petróleo y centro de una revolución islámica que amenazaba con expandirse a sus
vecinos, al igual que la revolución bolivariana. Ese pacto geoestratégico tendrá consecuencias
en la política interna venezolana.
Chávez pidió de corazón al pueblo venezolano que, en caso de ocurrirle
algo, votara por Maduro y preservara la unidad y el carácter socialista-comunal
de la revolución bolivariana. Pero no
dijo nada de reelegir a Maduro eternamente, como él pretendió hacer con su
persona para garantizar el éxito de la revolución, especialmente su último giro
hacia el estado comunal. Este vacío
dejado por Chávez abre la por ahora silenciosa y disimulada pugna interna
dentro del partido por saber quién sera el elegido cuando Maduro acabe su
mandato en el 2019, donde al parecer el actual presidente cree contar con todo
a su favor para seguir en el cargo (y cumplir su obsesión de pasar a la
historia como “el presidente de la paz”), mientras tras de sí hay toda una
miríada de aspirantes, que a su vez representan a varios sectores económicos
nacionales y extranjeros, expresión de las más variopintas alianzas forjadas al
calor de la inmensa riqueza petrolera, en donde se interconectan viejos y
nuevos intereses de las nuevas y viejas clases dominantes. De ese abanico el más obvio de los sucesores
parece ser Diosdado Cabello (que por ahora controla el poder legislativo y el
aparato del partido de gobierno), y de ahí viene la importancia del pacto
Obama-Maduro: ¿eso incluye perpetuarse en el poder excluyendo para siempre a
los demás aspirantes? ¿Con ese acuerdo
reaparecerán por arte de magia los productos acaparados, contrabandeados y se
detendrá la inflación y la especulación, poniendo a Maduro como el héroe y
único salvador de la patria? ¿Se
acabarán las protestas callejeras planificadas y financiadas por EE.UU. usando
como carne de cañón a los estudiantes, ungiendo a Maduro como el “presidente y
único garante de la paz”? ¿Cómo queda
ahí Diosdado y demás aspirantes?
Si Diosdado hasta ahora apoyaba a Maduro
creyendo que eso le garantizaba a él y las demás corrientes del PSUV una nueva
alternabilidad (al estilo del pacto de punto fijo donde AD y Copei se
repartieron el poder en sucesivas elecciones por 40 años) ahora tendrá sólo dos
opciones: o se cala a Maduro hasta que algo le pase (como a Chávez, a menos que
algo o alguien acelere ese proceso, como le hicieron a Chávez), o pacta con los
archienemigos de EE.UU., Rusia y China (que no se quedarán de brazos cruzados),
convirtiéndose en archienemigo de Maduro, iniciando una guerra civil por los
recursos de Venezuela entre las potencias emergentes y sumergentes en nombre de
intereses patrioteros. ¿Como preludio a
esta guerra civil resurgirán las guarimbas pero esta vez planificadas y
financiadas por Rusia y China usando a un sector de jóvenes 'chavistas'
dirigidos por Diosdado (o el operador político que hayan logrado captar)? ¿Resurgirá la guerra económica (acaparamiento
y especulación) esta vez empujada por Rusia y China, cuyos ciudadanos casi
dominan por completo el comercio minorista en Venezuela? De hecho ya estuvieron participando, y por
cierto que ni un solo comerciante chino fue puesto preso por acaparar o
especular. En todo caso el objetivo de
Maduro o Diosdado, cualesquiera sean sus aliados y/o padrinos, es desmontar
paulatinamente el estado comunal que comenzó a construir Chavez junto a los
desposeídos de Venezuela, que tanto perjudica los intereses de la burguesía
local (la vieja pro-gringa y la nueva que comenzó siendo pro-china y ahora
vuelve al redil estadounidense) e internacional (gringa, rusa, china, etc.) en
su agonía por sobrevivir como clase dominante aunque sea unas décadas más, al
menos hasta que se agoten el gas y el petróleo.
De esta manera, al despojar a la revolución
bolivariana de su alma socialista (el estado comunal) ya se le puede permitir
seguir con su vacía verborrea integracionista 'latinoamericana' sobre una base
reformista (o neoliberal, dependiendo de cual modelo se imponga o haga falta)
que no apunte al derrocamiento del capitalismo sino más bien hacia su
renovación (que tanta falta le hace).
Así ya no hay problema con Petrocaribe, el ALBA, Unasur, etc., pues no
representan un peligro para el capitalismo, sino que más bien sirven para
bloquear toda iniciativa hacia el socialismo y el estado comunal humanista y
naturalista, para anular toda influencia que pueda quedar del verdadero legado
de Chávez. La espada de Bolívar seguirá
no ya cortando cabezas capitalistas imperialistas (como quería Chavez) sino
haciendo incisiones específicas aquí y allá (pañitos calientes), sacando
tumores comunales (como quieren Maduro y demás presidentes y presidentas
'latinoamericanos', capataces de la hacienda que se disputan gringos, rusos y
chinos).
Chávez y su predica del mundo multipolar
(casualmente la misma de Rusia y China en el marco del grupo BRICS: Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica) buscaba irle haciendo un hueco a Rusia y China
en Hispanoamérica, tradicional patio trasero de EE.UU., hallando eco en países
del ALBA (Ecuador, Bolivia, Nicaragua) y algunos de Unasur (Argentina), haciéndole perder terreno a los gringos, pero
tras la muerte de Chávez cambió esa correlación y orientación de fuerzas. Sin embargo, no hay que perder de vista que
Rusia y China (y más ampliamente el BRICS) son multipolares sólo por ahora, en
que se encuentran en una etapa expansiva, en plena puja contra el decadente
pero aun fuerte eje anglosajón, pero que al ir logrando y consolidando su poder
se harán cada vez más unipolares y hegemónicos, como lo fue EE.UU. después de
tomar los espacios geopolíticos y geoeconómicos que antes pertenecieron al
imperio británico, y llegado el momento se harán menos
reformistas/socialdemócratas y cada vez más neoliberales privatizadores
corporativistas, sobre todo si entran en crisis, como ya nos tiene
acostumbrados este sistema capitalista cíclico y repetitivo, suponiendo que la
actual sea una más y no la última y terminal.
En Venezuela todo esto puede desembocar en una
guerra civil como en Sudán, Ucrania o Siria, con secesiones o control de
algunos estados petroleros (Zulia, Bolívar) por fuerzas irregulares, al estilo
del Estado Islámico que controla porciones del territorio de Irak y Siria;
guerra con países vecinos como Colombia que va en camino de pacificar a su añeja
guerrilla y cuenta con 7 bases militares de EE.UU., o Guyana, con quien
mantiene un largo litigio por el territorio en el Esequibo (donde aprovecha la
Exxon-Mobil para sacar petróleo sin permiso), en donde sectores hasta ahora
unidos por una vaga idea de 'patria' (en todo caso un concepto burgués) se vean
separados por intereses estratégicos extranjeros. Al pacto de EE.UU. con Raúl Castro en Cuba y con Maduro en Venezuela puede
surgirle otro pacto de China y Rusia con nuevos operadores políticos locales,
como Diosdado Cabello u otros que permanecen agazapados a la espera de negociar
su posible inclusión o exclusión de estos movimientos.
EE.UU. no invadirá Venezuela primero porque
este es un país demasiado pitiyanki y los imperios no son tan tontos como para
perder los pocos aliados que tiene en su pugna con China y Rusia (prueba de
ello es que el petróleo venezolano sigue fluyendo y nutriendo la maquinaria
bélica gringa a pesar de la verborrea patriotera de Chávez y sus discípulos), y
segundo porque tiene sus tropas demasiado comprometidas en todo el mundo en esa
misma lucha con sus verdaderos rivales por conservar su hegemonía aunque sea
unas décadas más.
Después de todo el capitalismo no tiene
preferencia por país hegemónico alguno, el capital siempre desplaza su centro
de acumulación y poder hacia donde las condiciones le sean favorables: en el
pasado fue Europa, luego EE.UU. y ahora los vientos soplan hacia el Oriente
(eterno enemigo de Occidente). A esa
tendencia histórica quiere oponerse EE.UU., quiere seguir siendo el cancerbero
del capitalismo en el mundo, pero tozudamente el capital se desprende de su
control pues las economías anglosajonas ya muestran agotamiento y necesita
echar raíces donde la tierra sea fértil, donde aun le queda mucho por 'desarrollar',
industrializar, capitalizar, precisamente la zona donde hay más pobreza (China
e India) y donde hay mas población, es decir, más mano de obra barata
(semiesclava), garantizada por gobiernos totalitarios, una condición que a
EE.UU. se le hace muy difícil adquirir abiertamente, a menos que esté dispuesto
a volverse una franca tiranía que desmonte los beneficios socioeconómicos
alcanzados por la clase obrera y la lleve a los niveles de semiesclavitud de
China o la India, lo que podría traerle caos e inestabilidad interna, algo que
lo debilitaría geopolíticamente y beneficiaría a Rusia y China.
Contrario a lo pregonado por la actual
propaganda patriotera son los acontecimientos mundiales los que están
influyendo en la economía y la política venezolana y no al revés, no es el ALBA
y la UNASUR o “la espada de Bolívar la que camina e influye en América Latina”
y el mundo sino el capital y sus operadores político-financieros los que
salpican con su sangre y su mierda a todo el mundo en su eterna lucha por
sobrevivir a costa del sudor y las lágrimas del trabajo diario de todos y cada
uno de los esclavos (asalariados o no) que sobreviven en este planeta Tierra.
¡Quién sabe!
A lo mejor en un futuro lejano, luego que el capitalismo agote su actual
ciclo ruso-chino, este desplace su centro de acumulación y poder hacia
Hispanoamérica, la región de las desigualdades, y nos hallemos en medio de una
batalla con nuestros hoy aliados por la hegemonía mundial, y tal vez hasta la
Madre África tenga su oportunidad y su turno, en el IV Milenio, cuando ya no
quede más nada por explotar y esta Tierra sea una roca estéril flotando en el
espacio, e hispanoamericanos y africanos nos matemos unos a otros, como
hermanos, en la batalla final por la sobrevivencia del capitalismo, y ya no
quede continente alguno por 'desarrollar', industrializar, capitalizar, y no le
quede más remedio al pobrecito capital que emigrar de este planeta, salir de
este mundo, en un éxodo macroeconómico/macrogaláctico hasta más allá de la Vía
Láctea, cabalgando sobre la más alta tecnología creada en este planeta a costa
de la sangre y el sudor de millones de cadáveres humanos, o desvanecerse en el
olvido galáctico junto a nuestras bajezas, debilidades y mezquindades.
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