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16 abr 2015

Venezuela: El pacto Maduro-EE.UU. que provocará el contra-pacto Diosdado-China+Rusia por Chucho Nery



Venezuela: El pacto Maduro-EE.UU. que provocará el contra-pacto Diosdado-China+Rusia

Por Chucho Nery

Para aquellos que todavía creen que lo que ocurre en Venezuela, Hispanoamérica y el mundo es el reflejo de la polarización horizontal entre chavistas y opositores, pacíficos y terroristas, 'izquierdistas' y 'derechistas', demócratas y tiranos, el imperio contra los países soberanos, y no de la polarización vertical entre enriquecidos y empobrecidos, capitalistas y burgueses, amos contra esclavos (asalariados o no), el capital vs el trabajo de adentro y de afuera, valga la siguiente aclaratoria.

EE.UU. nunca tuvo problemas con Chávez o Venezuela pues el petróleo seguía fluyendo, el problema vino con su transición del reformismo socialdemócrata al estado comunal (que trascendía el socialismo productivista destructor de la naturaleza planteando una sociedad que la respetara), una idea revolucionaria que amenazaba con destruir el estado burgués pro-capitalista rentista importador (economía de puertos), que lo mismo sirve a EE.UU. que a sus competidores China y Rusia. Ese vaivén geoestratégico manejado magistralmente con el fin de sentar las bases de ese estado comunal, que contemplaba la posibilidad de inclinar el mercado venezolano hacia sus competidores, fue lo que decretó la sentencia de muerte de Chávez. 

El estado comunal tampoco convenía a la naciente boliburguesía nacionalista patriotera multipolar (inicialmente pro-China y Rusia) en su pugna con la tradicional lumpenburguesía pro-gringa apátrida unipolar, menos aun en esta primera etapa de la lucha en que se hallaba débil, en estado de formación (nutriéndose del chorro petrolero a través de la corrupción, la misma práctica usada por la lumpenburguesía tradicional para formarse y mantenerse, un proceso que le tomó siglos).

La visión de Chávez estuvo en tratar de desanclar la economía venezolana de la moribunda economía gringa y así evitar sufrir las nefastas consecuencias de su colapso, tendiendo cada vez mas hacia las economías emergentes (grupo BRICS), un poco menos afectadas por la crisis mundial iniciada en 2008, con el fin de potenciar el nuevo estado comunal.  Lo malo es que los efectos de esa crisis ya las están afectando un poco más, sobre todo a China y Rusia, aunado a las consecuencias de la puja geopolítica que se va tensionando más entre el eje anglosajón y el eje sino-ruso, haciendo pesar cada vez más el enfoque corporativo neoliberal dentro de sus propios países y sus respectivos patios traseros para paliar los efectos de la crisis sistémica terminal del capitalismo.  Mientras más se agrave el enfrentamiento entre el imperio decadente y los candidatos a sustituirlo más se agravarán los choques entre los modelos (reformistas/neoliberales), más frecuentes se harán los pactos y contrapactos, avances y retrocesos, alianzas y contra-alianzas y más graves serán sus consecuencias para los pueblos.

EE.UU. aprovechó esta pugna interna en Venezuela para captar elementos a su favor, lo mismo que hizo China, que con Chávez había avanzado un largo trecho con las zonas económicas especiales, pero que tras su muerte y la inestabilidad que esto generó a todos los niveles ha ido inclinando la balanza hacia EE.UU. y de ahí el pacto Obama-Maduro (logrado producto de la presión política de las guarimbas -protestas callejeras dirigidas por paramilitares colombianos- y la presión económica de la campaña de desabastecimiento, acaparamiento, contrabando y especulación de productos básicos), faltando por saber qué nuevo operador político buscará China para preservar los intereses de sus corporaciones capitalistas en plena etapa expansiva (pre-imperialista).

El pacto de EE.UU. con Cuba y Venezuela (sin olvidar las conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC) forma parte del proceso de reordenamiento del patio trasero (muy alborotado desde la llegada de Chávez) para así asegurar su retaguardia antes del enfrentamiento definitivo contra Rusia (y a la larga China), sus verdaderos rivales estratégicos por la hegemonía mundial (los gringos no olvidan los apuros que pasaron durante la crisis de los misiles soviéticos en Cuba en el clímax de la Guerra Fría).  Un reordenamiento que también se está dando en todos los niveles en el mundo árabe teniendo como eje central a Irán, aliado estratégico de Venezuela, importante productor de petróleo y centro de una revolución islámica que amenazaba con expandirse a sus vecinos, al igual que la revolución bolivariana.  Ese pacto geoestratégico tendrá consecuencias en la política interna venezolana.  Chávez pidió de corazón al pueblo venezolano que, en caso de ocurrirle algo, votara por Maduro y preservara la unidad y el carácter socialista-comunal de la revolución bolivariana.  Pero no dijo nada de reelegir a Maduro eternamente, como él pretendió hacer con su persona para garantizar el éxito de la revolución, especialmente su último giro hacia el estado comunal.  Este vacío dejado por Chávez abre la por ahora silenciosa y disimulada pugna interna dentro del partido por saber quién sera el elegido cuando Maduro acabe su mandato en el 2019, donde al parecer el actual presidente cree contar con todo a su favor para seguir en el cargo (y cumplir su obsesión de pasar a la historia como “el presidente de la paz”), mientras tras de sí hay toda una miríada de aspirantes, que a su vez representan a varios sectores económicos nacionales y extranjeros, expresión de las más variopintas alianzas forjadas al calor de la inmensa riqueza petrolera, en donde se interconectan viejos y nuevos intereses de las nuevas y viejas clases dominantes.  De ese abanico el más obvio de los sucesores parece ser Diosdado Cabello (que por ahora controla el poder legislativo y el aparato del partido de gobierno), y de ahí viene la importancia del pacto Obama-Maduro: ¿eso incluye perpetuarse en el poder excluyendo para siempre a los demás aspirantes?  ¿Con ese acuerdo reaparecerán por arte de magia los productos acaparados, contrabandeados y se detendrá la inflación y la especulación, poniendo a Maduro como el héroe y único salvador de la patria?  ¿Se acabarán las protestas callejeras planificadas y financiadas por EE.UU. usando como carne de cañón a los estudiantes, ungiendo a Maduro como el “presidente y único garante de la paz”?  ¿Cómo queda ahí Diosdado y demás aspirantes? 

Si Diosdado hasta ahora apoyaba a Maduro creyendo que eso le garantizaba a él y las demás corrientes del PSUV una nueva alternabilidad (al estilo del pacto de punto fijo donde AD y Copei se repartieron el poder en sucesivas elecciones por 40 años) ahora tendrá sólo dos opciones: o se cala a Maduro hasta que algo le pase (como a Chávez, a menos que algo o alguien acelere ese proceso, como le hicieron a Chávez), o pacta con los archienemigos de EE.UU., Rusia y China (que no se quedarán de brazos cruzados), convirtiéndose en archienemigo de Maduro, iniciando una guerra civil por los recursos de Venezuela entre las potencias emergentes y sumergentes en nombre de intereses patrioteros.  ¿Como preludio a esta guerra civil resurgirán las guarimbas pero esta vez planificadas y financiadas por Rusia y China usando a un sector de jóvenes 'chavistas' dirigidos por Diosdado (o el operador político que hayan logrado captar)?  ¿Resurgirá la guerra económica (acaparamiento y especulación) esta vez empujada por Rusia y China, cuyos ciudadanos casi dominan por completo el comercio minorista en Venezuela?  De hecho ya estuvieron participando, y por cierto que ni un solo comerciante chino fue puesto preso por acaparar o especular.  En todo caso el objetivo de Maduro o Diosdado, cualesquiera sean sus aliados y/o padrinos, es desmontar paulatinamente el estado comunal que comenzó a construir Chavez junto a los desposeídos de Venezuela, que tanto perjudica los intereses de la burguesía local (la vieja pro-gringa y la nueva que comenzó siendo pro-china y ahora vuelve al redil estadounidense) e internacional (gringa, rusa, china, etc.) en su agonía por sobrevivir como clase dominante aunque sea unas décadas más, al menos hasta que se agoten el gas y el petróleo. 

De esta manera, al despojar a la revolución bolivariana de su alma socialista (el estado comunal) ya se le puede permitir seguir con su vacía verborrea integracionista 'latinoamericana' sobre una base reformista (o neoliberal, dependiendo de cual modelo se imponga o haga falta) que no apunte al derrocamiento del capitalismo sino más bien hacia su renovación (que tanta falta le hace).  Así ya no hay problema con Petrocaribe, el ALBA, Unasur, etc., pues no representan un peligro para el capitalismo, sino que más bien sirven para bloquear toda iniciativa hacia el socialismo y el estado comunal humanista y naturalista, para anular toda influencia que pueda quedar del verdadero legado de Chávez.  La espada de Bolívar seguirá no ya cortando cabezas capitalistas imperialistas (como quería Chavez) sino haciendo incisiones específicas aquí y allá (pañitos calientes), sacando tumores comunales (como quieren Maduro y demás presidentes y presidentas 'latinoamericanos', capataces de la hacienda que se disputan gringos, rusos y chinos).

Chávez y su predica del mundo multipolar (casualmente la misma de Rusia y China en el marco del grupo BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) buscaba irle haciendo un hueco a Rusia y China en Hispanoamérica, tradicional patio trasero de EE.UU., hallando eco en países del ALBA (Ecuador, Bolivia, Nicaragua) y algunos de Unasur (Argentina),  haciéndole perder terreno a los gringos, pero tras la muerte de Chávez cambió esa correlación y orientación de fuerzas.  Sin embargo, no hay que perder de vista que Rusia y China (y más ampliamente el BRICS) son multipolares sólo por ahora, en que se encuentran en una etapa expansiva, en plena puja contra el decadente pero aun fuerte eje anglosajón, pero que al ir logrando y consolidando su poder se harán cada vez más unipolares y hegemónicos, como lo fue EE.UU. después de tomar los espacios geopolíticos y geoeconómicos que antes pertenecieron al imperio británico, y llegado el momento se harán menos reformistas/socialdemócratas y cada vez más neoliberales privatizadores corporativistas, sobre todo si entran en crisis, como ya nos tiene acostumbrados este sistema capitalista cíclico y repetitivo, suponiendo que la actual sea una más y no la última y terminal.

En Venezuela todo esto puede desembocar en una guerra civil como en Sudán, Ucrania o Siria, con secesiones o control de algunos estados petroleros (Zulia, Bolívar) por fuerzas irregulares, al estilo del Estado Islámico que controla porciones del territorio de Irak y Siria; guerra con países vecinos como Colombia que va en camino de pacificar a su añeja guerrilla y cuenta con 7 bases militares de EE.UU., o Guyana, con quien mantiene un largo litigio por el territorio en el Esequibo (donde aprovecha la Exxon-Mobil para sacar petróleo sin permiso), en donde sectores hasta ahora unidos por una vaga idea de 'patria' (en todo caso un concepto burgués) se vean separados por intereses estratégicos extranjeros.  Al pacto de EE.UU. con Raúl Castro  en Cuba y con Maduro en Venezuela puede surgirle otro pacto de China y Rusia con nuevos operadores políticos locales, como Diosdado Cabello u otros que permanecen agazapados a la espera de negociar su posible inclusión o exclusión de estos movimientos.

EE.UU. no invadirá Venezuela primero porque este es un país demasiado pitiyanki y los imperios no son tan tontos como para perder los pocos aliados que tiene en su pugna con China y Rusia (prueba de ello es que el petróleo venezolano sigue fluyendo y nutriendo la maquinaria bélica gringa a pesar de la verborrea patriotera de Chávez y sus discípulos), y segundo porque tiene sus tropas demasiado comprometidas en todo el mundo en esa misma lucha con sus verdaderos rivales por conservar su hegemonía aunque sea unas décadas más. 

Después de todo el capitalismo no tiene preferencia por país hegemónico alguno, el capital siempre desplaza su centro de acumulación y poder hacia donde las condiciones le sean favorables: en el pasado fue Europa, luego EE.UU. y ahora los vientos soplan hacia el Oriente (eterno enemigo de Occidente).  A esa tendencia histórica quiere oponerse EE.UU., quiere seguir siendo el cancerbero del capitalismo en el mundo, pero tozudamente el capital se desprende de su control pues las economías anglosajonas ya muestran agotamiento y necesita echar raíces donde la tierra sea fértil, donde aun le queda mucho por 'desarrollar', industrializar, capitalizar, precisamente la zona donde hay más pobreza (China e India) y donde hay mas población, es decir, más mano de obra barata (semiesclava), garantizada por gobiernos totalitarios, una condición que a EE.UU. se le hace muy difícil adquirir abiertamente, a menos que esté dispuesto a volverse una franca tiranía que desmonte los beneficios socioeconómicos alcanzados por la clase obrera y la lleve a los niveles de semiesclavitud de China o la India, lo que podría traerle caos e inestabilidad interna, algo que lo debilitaría geopolíticamente y beneficiaría a Rusia y China.

Contrario a lo pregonado por la actual propaganda patriotera son los acontecimientos mundiales los que están influyendo en la economía y la política venezolana y no al revés, no es el ALBA y la UNASUR o “la espada de Bolívar la que camina e influye en América Latina” y el mundo sino el capital y sus operadores político-financieros los que salpican con su sangre y su mierda a todo el mundo en su eterna lucha por sobrevivir a costa del sudor y las lágrimas del trabajo diario de todos y cada uno de los esclavos (asalariados o no) que sobreviven en este planeta Tierra.

¡Quién sabe!  A lo mejor en un futuro lejano, luego que el capitalismo agote su actual ciclo ruso-chino, este desplace su centro de acumulación y poder hacia Hispanoamérica, la región de las desigualdades, y nos hallemos en medio de una batalla con nuestros hoy aliados por la hegemonía mundial, y tal vez hasta la Madre África tenga su oportunidad y su turno, en el IV Milenio, cuando ya no quede más nada por explotar y esta Tierra sea una roca estéril flotando en el espacio, e hispanoamericanos y africanos nos matemos unos a otros, como hermanos, en la batalla final por la sobrevivencia del capitalismo, y ya no quede continente alguno por 'desarrollar', industrializar, capitalizar, y no le quede más remedio al pobrecito capital que emigrar de este planeta, salir de este mundo, en un éxodo macroeconómico/macrogaláctico hasta más allá de la Vía Láctea, cabalgando sobre la más alta tecnología creada en este planeta a costa de la sangre y el sudor de millones de cadáveres humanos, o desvanecerse en el olvido galáctico junto a nuestras bajezas, debilidades y mezquindades.

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