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28 mar 2015

La traición de la Triple Alianza (Congreso Nacional Africano/Partido Comunista de Sudáfrica/Congreso de Sindicatos de Sudáfrica) a la revolución sudafricana (Por qué expulsaron al Sindicato de Metalúrgicos del Congreso de Sindicatos)



La traición de la Triple Alianza (Congreso Nacional Africano/Partido Comunista de Sudáfrica/Confederación de Sindicatos de Sudáfrica) a la revolución sudafricana
(Por qué expulsaron al Sindicato de Metalúrgicos del Congreso de Sindicatos)

Por Hamid Alizadeh y Jorge Martin (Corriente Marxista Internacional)



Traducido por Chucho Nery
 
La expulsión del Sindicato Nacional de Obreros Metalúrgicos de Sudáfrica (SINOMSA, con más de 380.000 miembros, el más grande de Sudáfrica) del Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (CSSA, la mayor y más poderosa del país) es uno de los eventos más significativos en la lucha de clases sudafricana en los últimos tiempos.  Ella expone claramente el carácter reaccionario del actual liderazgo del CSSA, quienes están deseosos de desintegrar la unión en vez de permitir la permanencia de un sindicato militante en sus bases, aun si eso significa paralizar el movimiento obrero con el fin de conservar sus propias posiciones de privilegio.

Desafortunadamente el liderazgo del Partido Comunista de Sudáfrica (PCSA) ha estado apoyando activamente a la derecha del CSSA y ha defendido sus tácticas divisionistas.  ¿Pero cuáles son las razones detrás de estos últimos acontecimientos?

La expulsión del SINOMSA, el sindicato más poderoso y radical, del CSSA, divide la federación en una época en que la unidad de la clase trabajadora es de máxima importancia.  No hace falta decir que no hay nada de comunista, marxista o socialista en este tipo de apoyo.

Sin embargo, en un artículo del camarada Castro Ngobese, vocero nacional del SINOMSA, él escribe: “La lógica de la política del partido comunista desde los años 20 es pellizcar un caballo y apostar por él; llueva o esté soleado.”  No estamos de acuerdo en que la razón principal del papel jugado por los líderes del PCSA se deba a que hayan “pellizcado un caballo”, sino más bien a que han basado las políticas del partido en una estrategia errónea para la revolución en Sudáfrica, la así llamada teoría de las dos etapas, que se basa en un análisis incorrecto de la sociedad.  Esta teoría, que Stalin impuso a la Internacional Comunista y a la  Sección del Partido Comunista en Sudáfrica, como se llamaba para aquel entonces, no tiene nada que ver con el leninismo.  De hecho fue prestada de los mencheviques.

Lo mismo decimos de los actuales ataques del líder del PCSA, Blade Nzimande, contra el SINOMSA.  Nzimande no ataca al SINOMSA porque este no apoya al CNA per se, sino porque el SINOMSA plantea el asunto de liberar a la clase trabajadora de los líderes liberales burgueses y pequeño-burgueses de la Alianza.  Al echar adelante el tema de la Revolución, el Socialismo, la Nacionalización, etc., y al organizar luchas militantes a nivel nacional, el SINOMSA está preparando un movimiento que al final pueda llevar al desafío de todo el sistema capitalista en Sudáfrica.  El único “crimen” del SINOMSA ha sido darle voz a la rabia de los trabajadores y echar adelante una alternativa revolucionaria radical.  Los líderes del PCSA, por otro lado, permanecen firmemente atados a la idea que con el fin de llegar al socialismo (en un futuro distante) se debe apoyar a la burguesía “nacional democrática” (lo que significa apoyar a los líderes capitalistas del CNA ahora, en vez de ponerlos al descubierto).  Ese es el principal punto de contención del PCSA y también apunta al centro del asunto históricamente.

El principal error teórico del liderazgo del PCSA siempre ha estado centrado alrededor de este tema de la “Teoría estalinista de la Dos Etapas”, es decir, una teoría que pospone el socialismo a un futuro distante, una segunda etapa, luego que todas las exigencias de la “Revolución Nacional Democrática” (RND), la primera etapa, hayan sido logradas, y además, que la “RND” debe llevarse a cabo bajo el liderazgo de una mítica ala “progresista y democrática” de la burguesía.  Esto es lo que está en el centro del error de la política del PCSA.

La única forma en que las exigencias democráticas y nacionalistas fueron logradas en el pasado, y sólo de una forma muy limitada, fue como consecuencia de la lucha revolucionaria de la clase trabajadora militante sudafricana, que no sólo amenazó acabar con el apartheid sino con el sistema capitalista como un todo.  En aquellas condiciones un sector decisivo de la clase capitalista blanca decidió hacer un pacto con los líderes burgueses y pequeño-burgueses del CNA bajo la condición que las relaciones de propiedad (es decir, el capitalismo) serían respetadas.  Y eso es precisamente lo que el SINOMSA está cuestionando hoy en día.

La teoría de las dos etapas fue siempre una idea errónea, en el sentido que no puede haber ninguna etapa separada puramente “nacional democrática”, ya que las tareas nacionales democráticas en Sudáfrica no pueden lograrse dentro de los límites del capitalismo.  Lo que ha ocurrido actualmente es que se le ha permitido a una pequeña minoría de negros acceder a la clase capitalista (incluido Cyril Ramaphosa, presidente del CNA), mientras las condiciones de vida de las masas negras han permanecido básicamente iguales.  Lo que sigue ahora no es permanecer obstinadamente anclados a la idea de la “profundización” de una mítica “RND” -como afirman los líderes del PCSA desde sus oficinas ministeriales y carros oficiales- sino más bien desafiar al capitalismo como sistema y luchar por el socialismo ahora.  Esto significa oponerse a las políticas capitalistas del gobierno y los líderes del CNA y ofrecer una alternativa socialista a las masas trabajadoras y a los pobres, y no el ocupar posiciones ministeriales en un gobierno que lleva a cabo las políticas de la clase dominante y brindarle a los capitalistas del CNA una fachada de izquierda.
Hoy en día la teoría de las dos etapas juega un papel aun más pernicioso, si es que ello es posible.  Ella es usada por los líderes del PCSA de forma cínica para encadenar a los trabajadores sudafricanos y sus organizaciones al liderazgo capitalista del CNA, precisamente en una época en que el gobierno del CNA lleva a cabo todas las políticas exigidas por la clase dominante.

La masacre de Marikana fue la confirmación más chocante de esto.  Allí vimos a docenas de trabajadores en huelga ser masacrados por una alianza del estado, el gobierno del CNA, la policía y las compañías mineras (incluyendo al propietario de minas líder del CNA Cyril Ramaphosa) contra la clase trabajadora.  ¿De qué lado se pondrán los líderes del PCSA (y los líderes del Sindicato Nacional de Mineros)?  Desafortunadamente escogieron el lado de la clase dominante.

Veintidós años después de la caída del régimen del Apartheid ninguno de los problemas fundamentales enfrentados por los trabajadores sudafricanos ha sido resuelto.  Desigualdad, pobreza, falta de tierras e incluso racismo, siguen creciendo con fuerza, a pesar de 20 años de democracia burguesa durante un período de importante auge económico.  A este respecto nuestra principal tarea debe ser exponer el reformismo y la teoría de las Dos Etapas como teorías erróneas y construir un partido basado en un programa socialista revolucionario como la única solución a los problemas de las masas en la Sudáfrica de hoy.

El principal obstáculo a cualquier reforma real en Sudáfrica son las grandes empresas apoyadas por los líderes del CNA, el PCSA e inclusive algunos líderes del CSSA.  Fue la crítica del SINOMSA a los grandes empresarios y al capitalismo lo que llevó a los ataques histéricos de Nzimande, ya que expone la falsa naturaleza de su “comunismo”.

Lo que presenciamos hoy en día con el comportamiento del liderazgo del PCSA probablemente marca el inicio del fin para ellos, pero no debemos olvidar que probablemente haya miles de trabajadores y delegados sindicales comunistas honestos en sus filas.  Por esta razón la batalla contra los líderes del PCSA debe llevarse de tal modo que mientras se revela su bancarrota política, al mismo tiempo tenga un eco dentro de las bases del partido que deben y tienen que ganarse para una etapa genuinamente revolucionaria.