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2 sept 2014

¿Mahoma y Buda también fueron Socialistas? Por Chucho Nery

¿Mahoma y Buda también fueron Socialistas?

Por: Chucho Nery

Para poner mi granito de arena (o para echarle más leña al fuego) en el ya bastante confuso debate político-religioso (con inclinaciones a volverse fundamentalista) en cuanto a los supuestos “próceres” del socialismo, sus “aportes” pasados y actuales, aun cuando se trate de personajes muertos (reales o ficticios), pero que influyen en las poco preparadas mentes de “la masa”, “el pueblo”, “el rebaño”, invoco a los inquietos espíritus de la polémica fluyente para hacer unas cuantas preguntas que a lo mejor algunos encontrarán muy inconvenientes:

Primera: ¿Será que de una vez por todas los líderes de este naciente sínodo ideológico-religioso establecerán como norma constitucional irrebatible al anti-marxismo en la Carta Magna, echando así las bases para la ilegalización y consiguiente persecución de los contados marxistas verdaderos que hoy en día aun quedan en Venezuela?

Pregunto esto ante los reiterados ataques a los que se ve sometida esta corriente de pensamiento que siempre ha sido minoritaria en nuestro país, condimentada por esporádicas menciones a algunos de sus más connotados pensadores y sus principales ideas, a conveniencia y sin profundizar mucho en el tema, ya que pareciera darnos la razón a quienes todavía nos molestamos en leer y discutir abierta y constructivamente el marxismo, o lo que es lo mismo, el socialismo, cuando siendo tan pocos y tan imperceptible nuestra influencia se nos quiera aniquilar de la manera más brutal y definitiva, cuando apenas la planta empieza a mostrar sus primeros brotes.

Ya estamos acostumbrados los marxistas a nivel mundial a la persecución y el aniquilamiento, previa campaña de burla, descrédito y tergiversación por parte de supuestos seguidores y, claro está, nuestros eternos enemigos de clase: la burguesía.

Ante semejante mezcla de temor, odio y las inmensas fortunas gastadas (o “invertidas”) con el fin de acabar toda iniciativa marxista desde antes de su nacimiento, ¿no será que esta corriente tiene algo realmente importante que decirnos, enseñarnos, aportarnos? Y si no es así, ¿por qué no nos dejan en paz y nos ignoran, como lo han hecho con tantos “enemigos del proceso”?

Uno de los principales argumentos esgrimidos y repetidos hasta el cansancio es que se trata de “una ideología planteada hace siglos” y “en Europa”, es una frase: que es viejo y extranjero.

Si ese es el caso, recordemos que las ideas bolivarianas, traídas inicialmente a Venezuela por Francisco de Miranda luego de luchar en Europa y en Estados Unidos e inculcadas al Libertador por su maestro Simón Rodríguez, tienen su origen en el movimiento conocido como la “Ilustración”, el cual dio origen a la Revolución Francesa de 1789 impulsada en Francia por la burguesía (con el apoyo material y humano del proletariado) para tumbar al Clero (Iglesia Cristiana Católica) y a la Nobleza (Aristocracia monárquica) y su Modo de Producción Feudalista e implantar el Modo de Producción Capitalista que actualmente impera en todo el mundo, con sus ideales de Libertad (Liberalismo económico); Igualdad (el imperio de la Ley burguesa y no de un soberano caprichoso); y Fraternidad (la solidaridad de clase burguesa).

Pero lo resaltante de ese movimiento es que sus ideólogos (Hobbes, Rousseau, Montesquieu, etc.) lo que hicieron fue retomar las ideas desarrolladas por los filósofos de la Grecia Antigua (Platón, Aristóteles, etc.) sobre la República, la Democracia, el Estado, ¡¡las cuales, como ya lo habrán notado, fueron desarrolladas en Europa y datan de hace 2.500 años!!; pero hasta ahora a nadie se le ha ocurrido desecharlas como “desactualizadas” o “inapropiadas para la realidad venezolana actual”.

Si aplicamos ese rasero para desestimar el marxismo dentro del debate actual sobre el socialismo “a la venezolana”, bien podríamos también aplicarlo a la religión actualmente vigente en Venezuela: el Cristianismo Católico europeo, el cual fue concebido y desarrollado fuera de Venezuela hace muchísimos siglos atrás, pero que sin embargo a nadie se le ha ocurrido plantear que se deseche de nuestras vidas por viejo y ajeno a nuestra realidad.

Segunda: Y ya que hablamos de religiones y su peligrosa mezcla con el tema político (algo que hoy en día sólo se asocia a las “crisis” vividas por los pueblos de Oriente Medio), sería oportuno preguntarnos, si nos consideramos tolerantes y abiertos a todas las corrientes, como muestra de respeto a la amplia “colonia” árabe musulmana y no-musulmana en Venezuela y a los pocos budistas que puedan estar conviviendo con nosotros, ya que nos empeñamos en buscar los fundamentos ideológicos y éticos de nuestro muy particular “socialismo cristiano robinsoniano indo americano” en los líderes religiosos fundadores de las principales religiones del mundo, y en virtud de nuestra actual relación de “hermandad” con los gobiernos y pueblos de Palestina y de Irán, será que Mahoma (profeta y fundador del Islam) y Buda Siddhartha Gautama (fundador del budismo) también fueron socialistas y tienen algo que aportar a “nuestro” socialismo? ¿O tenemos nuestras gríngolas cristianas católicas tan bien puestas que ni siquiera podemos imaginarnos ver hacia el otro lado de la alienación religiosa?

¿O me van a decir que los cinco “mandamientos” básicos del Corán, según la doctrina islámica escrito por Mahoma, que a su vez no sabía leer ni escribir (con lo cual demostró que “Sí pudo”), no le darían un toque de la tan necesitada disciplina, esa que Chávez ha estado extrañando en sus seguidores y ministros a lo largo de 8 años?

Esos principios básicos son, para los que todavía los ignoran: creer que sólo hay un Dios; orar cinco veces diarias; ayunar durante el mes del Ramadán; dar limosna; y peregrinar a La Meca al menos una vez en la vida.

Si bien los pobres de Venezuela, sin ser musulmanes, llevaban más de 500 años “ayunando” a la fuerza hasta que pusieron a Chávez como su presidente y recibiendo las migajas que los adecos, copeyanos y sus derivados les tiraban como limosna, pienso que aun así esas enseñanzas podrían aplicarse si se lleva adelante una verdadera revolución cultural.

Hoy en día los venezolanos creemos en una sola Constitución discutida y aprobada por nosotros mismos de manera libre y mayoritaria, comemos cinco veces al día y peregrinamos a dar nuestro apoyo irrestricto y alegre al líder que nosotros elegimos por medio de marchas multitudinarias.

Asimismo, los budistas de todo el mundo, salvando algunas diferencias en virtud de diferentes costumbres y tradiciones en distintos países, se guían por cinco preceptos básicos que, tal vez inadvertidamente, se asemejan mucho a los valores que impulsan y sostienen a la Revolución Bolivariana, a saber:

no dañar criaturas vivas intencionadamente (No matarás)
no tomar lo que no me es dado (No robarás)
no mantener una conducta sexual incorrecta (dañina con otros o conmigo mismo) (No fornicarás)
no hablar de manera dañina (mentir, rudeza, ostentación, cotilleo, charla vana) (No mentirás)
no tomar intoxicantes (que alteren la mente y me pongan en riesgo de romper los otros preceptos).

Si bien es muy difícil revertir la dañina tendencia de los venezolanos (sobre todo los jóvenes) a regar de hijos el mundo, llenarlo de madres solteras y propagar enfermedades, así como cambiar la nada sana tradición de beber todos los fines de semana, puentes, fiestas, ferias y todo tipo de celebraciones políticas o religiosas que el calendario tan generosamente le ofrece, no hace falta convertirse al budismo, prender incienso, raparse la cabellera o volverse vegetariano para incorporar los valores de otras religiones para apuntalar lo que aquí se quiere construir, si es que de valores y ética religiosa se trata en un debate de ideas políticas, como la reforma constitucional, la creación de un nuevo tipo de partido político o el sistema económico o de gobierno que queremos para convivir en sociedad preservando la salud del planeta que nos da la vida.

¿O es que también vamos a desechar de manera soberbia estos aportes por ser “ajenos a nosotros” y “desactualizados”?

Si de sentimientos religiosos se trata estaría de acuerdo con que se enseñen todas las religiones que existen (o existieron en el mundo, como las originarias de América) en las escuelas, liceos y universidades para que cada individuo escoja libremente, en algún momento de su vida, a cuál quiere pertenecer, y respetar su decisión si esta es no pertenecer a ninguna, al contrario de lo que sucede hoy en día en que se impone una determinada religión en virtud que los padres pertenecen a ella o por “tradición”, de la misma manera que a los niños y adolescentes no se les está imponiendo la adhesión a un partido político determinado desde las escuelas, liceos y universidades, aunque nos consta que desde sus hogares y familias sí está ocurriendo, como ha venido ocurriendo en Venezuela desde que existen partidos políticos.

La religión puede ser un buen consuelo para mentes no preparadas teórica y políticamente, sobre todo en tiempos de crisis económicas, tensiones políticas y caos social, pero a la hora que empiecen a reventar los tiros, a escasear la comida y a desmoronarse la confianza en el prójimo sólo una excelente cosmovisión de uno mismo, su sociedad y su entorno natural y cósmico le darán la oportunidad de comprender la fluyente realidad individual, social y total y trascender sus problemas a corto y mediano plazo, cuyas soluciones incluyen aprender a diferenciar entre el ámbito religioso (ideológico) y el campo político (teórico), entre esperar pasivamente que se materialice el “destino prescrito por Dios” o actuar contundente y científicamente para “escribir” y hacer nuestro propio destino, construir nuestro propio camino.

Si vamos a desechar algunas ideas políticas por “viejas” y “ajenas” echemos de una buena vez a TODAS las que sean viejas y extrañas a “nosotros”.

Si vamos a incorporar creencias religiosas ajenas a nosotros incorporemos a todas las que existan y no una sola.

O mejor, aun, tomemos lo mejor de cada una, ubicándolas muy bien en sus contextos históricos, y desechemos todo lo demás, para empezar a crear nuestra propia cosmovisión real y científicamente, que supere a todo lo anteriormente creado y existido, y no para repetir sus errores, dogmas y perjuicios.

Que así sea.