El funcionamiento natural de la vida ha estado siempre acompañado de un flujo regular de extinciones. Además, las especies extinguidas son mucho más numerosas que sus homólogas vivas…
Si bien la época actual se caracteriza por un grado de extinción especialmente alarmante, también es cierto que es el destino natural de una especie. Al igual que los seres vivos, las especies nacen, se desarrollan, y después desaparecen y son reemplazadas por otras. La duración de la vida media de una especie es de entre 1 y 4 millones de años. Nuestra especie —que se puede calificar de joven ya que no sobrepasa los 200,000 años de existencia— también está destinada a desaparecer.
El 99 % de las especies han desaparecido
Los científicos estiman que, a lo largo de su historia, en la Tierra han vivido unos 30 mil millones de seres vivos. Aunque esta cifra es aproximada y tampoco se conoce el número de especies que viven actualmente en nuestro planeta, es razonable pensar que más del 99 % de las que un día existieron ya han desaparecido. Como señala con humor el paleontólogo Richard Leakey, se puede incluso decir que, de entrada, todas las especies están extinguidas…
Las extinciones son indisociables de la evolución, es decir, de la vida, que se caracteriza por estar en cambio permanente. Cuando se produce una modificación importante del medio ambiente (temperatura, nivel del mar, composición de la atmósfera…) ésta conlleva siempre una alteración en las comunidades de seres vivos. Algunas especies desaparecen, otras proliferan y se forman otras nuevas por adaptación.
La constante modificación de las condiciones de vida
Incluso en ausencia de modificaciones globales del medio ambiente, las condiciones de vida habituales de una especie cambian lo suficiente como para dar lugar a una renovación constante. Es lo que se denomina «el fenómeno de la Reina Roja»*. Existe, por , una verdadera carrera armamentística entre los depredadores y las presas. Los primeros mejoran sin cesar su equipo sensorial, su velocidad, sus estrategias, etc., mientras que por su parte, los segundos se adaptan a estos progresos perfeccionando su camuflaje o sus técnicas de huida.
La aparición de una nueva especie de depredador en un ecosistema también puede cambiar radicalmente las condiciones de vida de toda la comunidad. Si el nuevo depredador es más fuerte que sus predecesores, puede forzar a éstos, por ejemplo, a alimentarse de presas herbívoras que antes eran poco apreciadas por ser demasiado pequeñas. Asimismo, la disminución de estos herbívoros puede favorecer a algunas especies vegetales, asociadas, a su vez, a determinados insectos, etc. Los efectos de este recién llegado acaban por afectar a todos los miembros de la comunidad provocando de esta forma la desaparición de las especies. En consecuencia, las extinciones no tienen nada de anormal. Al contrario, una especie que desaparece libera un nicho ecológico susceptible de ser colonizado por otras nuevas. Las grandes extinciones del pasado siempre vinieron seguidas de activas fases de especiación. Un ejemplo de ello es el extraordinario desarrollo de los mamíferos que siguió, en la era terciaria, a la desaparición de los grandes reptiles de la era secundaria.
LÉXICO
*[EI fenómeno de la Reina Roja] En la obra “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis, la reina debía correr para mantenerse en el mismo sitio. La analogía muestra la necesidad de los organismos de innovar genéticamente para «mantenerse en la vida».