Repensar el país

ALEJANDRO J. SUCRE |  EL UNIVERSAL

A pesar del repunte del precio del barril de petróleo de USD 39 en el primer trimestre de 2008 a casi USD 100 para el primer trimestre del año 2013, la producción industrial nacional ha venido cayendo. 

Es un hecho contundente que el multiplicador económico de los ingresos petroleros viene reduciéndose en Venezuela. En 1998 el PIB del país llegaba a USD 100 mil millones con exportaciones petroleras de USD 17 mil millones. Esto es el ingreso petrolero que al ser invertido en el país se multiplicaba por casi 6 veces en producción nacional. Ahora el PIB venezolano es de USD 150 mil millones con exportaciones de casi USD 80 mil millones. Esto significa que cada dólar por ingresos petroleros genera producción interna de 2 veces en lugar de 6. Esta es suficiente razón para determinar la necesidad de aumentar la productividad nacional. 

En Venezuela se ha distribuido mejor el ingreso nacional, pero el ingreso per cápita ha caído en términos reales durante los últimos 14 años. 

Si tuviésemos mejores estadísticas, veríamos que en Venezuela todo es más costoso de lo que debería ser: el metro de carretera, la educación por niño, el costo médico por paciente, el tiempo de solucionar trámites burocráticos, etc. También observamos un paisaje lleno de tierras sin sembrar, áreas turísticas subdesarrolladas, minería subexplotada y fábricas cerradas. 

El presidente Chávez debe repensar las políticas que afectan al sector productivo. Y así como el presidente formó una comisión presidencial para el seguimiento de las decisiones del Ejecutivo, el mismo presidente de la República debiese formar una comisión de compensación para cambiar la estructura remunerativa del funcionario público y orientarla hacia los mejores ingresos por fechas, porcentajes de cumplimientos de los objetivos y los costos asociados versus los presupuestos. De esta manera la liquidez proveniente del gasto fiscal sería menos inflacionaria y generaría más bienestar social. 

Igualmente, los dirigentes del sector privado tampoco pueden culpar a los dirigentes gubernamentales por los retrocesos del aparato productivo, ni clamar por seguridad jurídica, cuando muchas veces realizan prácticas oligopólicas en sus industrias o cuando no se preocupan suficientemente por desarrollar un mercado de valores que verdaderamente democratice el capital de sus empresas. En los países desarrollados el pueblo no guarda rencor a los empresarios y más bien los admiran debido a que muchas empresas son propiedad directa del pueblo cuando invierten en ellas a través de las cajas de ahorro y de fondos de pensiones de maestros, bomberos, funcionarios públicos, entre otros. Esta democratización del capital de las empresas en los países desarrollados a través del mercado de valores explica porqué hay armonía social y productividad en esas sociedades. Todos los sectores buscan fórmulas para unificar sus intereses a través de los mercados de valores, sin caer en reproches, estatizaciones, empresas de producción social o en el cooperativismo como Tótem. Al final todos los sectores deben halar la carreta en la misma dirección para ser más productivos. Así que quedan tareas pendientes de parte del gobierno y del sector privado venezolano para mejorar la productividad. 

alexsucre@hotmail.com