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2 feb 2013

LUCHA DE CLASES EN EL BEISBOL VENEZOLANO


El emergente: La amistad entre Dionisio y Domingo Carrasquel

La lucha por los peloteros de antaño para lograr una vida mejor

BARQUISIMETO

Domingo Carrasquel atendió el teléfono y escuchó con preocupación la voz que llegaba por el auricular.

Era la esposa de Dionisio Acosta, su amigo de tantos años y compañero de aventuras en el beisbol profesional: “Domingo, Dionisio quiere hablar contigo”.

Carrasquel tuvo un mal presentimiento. El antiguo receptor de 83 años de edad había batallado con su salud por largo tiempo.

“Domingo, estoy muy mal”, le dijo Acosta. Y se despidió de él. “Esa noche me llamaron para decirme que había muerto”.

La congoja le tiembla en los ojos al ex infielder, nacido en Caracas hace 75 años, mientras rememora los últimos momentos de la persona a quien ayudó a construir la Asociación de Peloteros, el proyecto que fue, hasta los años 80, un sólido sindicato que luchó por las condiciones de los jugadores. Y aunque el presente de la asociación sugiera lo contrario, aquel esfuerzo que comenzó en los años 60 fructificó.

“Por entonces, un pelotero podía ganar, máximo, 2.000 bolívares mensuales”, recordó Carrasquel. “Lo normal era 400, 600. No había viático. Cuando jugué con el Caracas (entre 1960 y 1965) el ‘Loro’ Jacinto Betancourt llegaba con una caja de cartón y varios panes de locha, con una lonjita de jamón y una lonjita de queso. A los regulares les daba un pan y un cuartico de leche Silsa. A los suplentes no les daba nada”.

Eran tiempos muy diferentes. “Hoy los equipos viajan en dos autobuses muy grandes. Nosotros no. Manuel Mendible tenía carro y el negro (Oscar) Prieto le pasaba algo. Allí nos montábamos cinco peloteros: Vitico (Davalillo), César Tovar, yo, y así nos íbamos a Maracay o Valencia”.

Asopeloteros estaba dirigida por Juan Antonio Yanes, otrora propietario de los Patriotas del Venezuela, una de las franquicias fundadoras de la LVBP.

“Cuando Yanesito vendió el equipo, formó la asociación. Pero había necesidades. Muchos buenos jugadores preferían el beisbol doble A, porque les daban un buen empleo en el MOP o el INOS para todo el año. Cuando decidimos entrar a la asociación, para darle un nuevo impulso, teníamos todo listo y nos dijeron que legalmente no podríamos. Así que le agregamos la palabra ‘Única’ y sacamos un nuevo sindicato: Asociación ‘Única’ de Peloteros Profesionales de Venezuela”. Carrasquel ríe, como si contara una travesura.
Pelayo Chacón fue el primer presidente de la AUPPV. “Por eso lo dejaron sin contrato, no jugó más”, lamentó Carrasquel. “Los dueños eran así. Luego nombramos a su hermano Elio. Dionisio sería presidente después. Cuando pedimos que nos dieran viáticos, nos dijeron que no. Amenazamos con no jugar y el Negro Prieto dijo algo que me dolió: ‘Si no juegan, se mueren de hambre’. Nos unimos para ir a la huelga y finalmente nos ofrecieron 10 bolívares diarios, en vez de los 20 que exigíamos. ‘Dionisio, vamos a aceptar’, le dije. ‘Ya logramos que nos pagaran algo. El año próximo les pedimos 40’. Con el tiempo, logramos que también le dieran viático a los cuidacuartos y los otros empleados”.

Asopeloteros se consolidó a partir de allí y creció hasta dar seguridad social a sus agremiados, antes de languidecer con el retiro de sus fundadores.

“Los peloteros hoy ganan muy bien. Los sueldos son otros. A nosotros nos dan una pensión de 300 bolívares cada tres meses y a veces se retrasan en pagarla”, lamentó Carrasquel. Pero tiene la tranquilidad de haber puesto de su parte junto a su amigo Dionisio y tantos otros, para cambiar aquella realidad. “Mi mamá siempre me dijo: ‘enamórese de 20 mujeres, pero nunca se enamore del dinero. Si se enamora del dinero, va a vender hasta a su propia madre’. Mi mamá era una santa. Una mujer especial”.

Publicado en El Nacional, el domingo 27 de enero de 2013.