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1 ene 2013

Galileo Galilei, Tucídides y la revolución cubana

8 DE ENERO DE 1642 Muere Galileo Galilei, matemático, físico, astrónomo e inventor italiano.


Germán Castro, Cuba Press

LA HABANA, diciembre - Ya Tucídides, pensador político de la antigua Grecia, había comprendido hace unos 2400 años que "la fuerza sólo cambia de dueño, pero no cambian sus manifestaciones políticas, sus métodos y sus efectos". (1) Para darnos cuenta basta observar cómo hasta los discursos de los dirigentes de la revolución cubana se vuelven subversivos en su relación fáctica con el propio poder. Pero me referiré mejor a "Galileo Galilei", obra de teatro del dramaturgo alemán, marxista por más señas, Bertold Brecht. (2)
En el siglo XVII, Galilei, maestro de Matemáticas en Padua, demostró que el sistema universal de Copérnico era válido y, como se sabe, esto lo enfrentó a la concepción de la Iglesia y, por lo tanto, a la Inquisición. No importa que más tarde haya abjurado de su teoría para salvarse de la hoguera y continuar las investigaciones. Lo importante es que, antes de retractarse, Galilei expresa ideas que nos remiten al viejo historiador griego, como sucede cuando dialoga con EL PEQUEÑO MONJE, personaje que renuncia a sus trabajos de astronomía, alegando que le habían revelado los peligros que éstos traerían a la humanidad. Galilei, entre otras cosas, le contesta: "Si yo aceptara callarme sería, sin duda alguna, por motivos bien bajos; la vida holgada, sin persecuciones, etc." Y: "La victoria de la razón sólo puede ser la victoria de los que razonan". (3)
Y a MUCIUS, alumno suyo, otro personaje que dice haber reprobado en un libro la teoría de Copérnico, lo expulsa de su casa, no sin antes gritarle: "Y le digo: quien no sabe la verdad sólo es un estúpido, pero quien la sabe y la llama mentira, es un criminal". (4)

En otra parte, reflexiona del siguiente modo: "La lucha por la mensurabilidad del cielo se ha ganado por medio de la duda; mientras que las madres romanas, por la fe, pierden todos los días la disputa por la leche". (5)

Ese es el tono y el mensaje de la obra brechtiana, un marxista. Lo que, en 1963, fecha en que fue publicada en Cuba, tal vez podía ser útil al joven gobierno revolucionario, porque aún no estaba en contradicción con el ejercicio de su fuerza, de modo que se acoplaba como parte integrante de su contenido. Pero más tarde, una vez que esa fuerza ya había cambiado totalmente de dueño, los nuevos Galileos del pensamiento político y social de la Isla se vieron también enfrentados a la misma Inquisición que, simplemente, ha cambiado de manos y de máscara. Otra vez los que pensamos de un modo distinto al oficialmente aceptado, somos una amenaza para "la tranquilidad espiritual de los desdichados". (6) Otra vez, por ende, somos considerados traidores de la humanidad. Otra vez nos quieren forzar a la fe por medio de la intimidación, la calumnia y el acoso. Otra vez nos muestran por la ventana el resplandor de la hoguera.

En fin, la Inquisición, una vez más, asoma su rostro tenebroso, inconfundible pese a sus ingeniosos disfraces, y el axioma de Tucídides, según el cual la Historia (o el destino) de hombres y pueblos se repite, también aquí queda confirmado.

"Desgraciada es la tierra que necesita héroes" (7), dijo además el personaje de Brecht. Y Cuba los necesita.

(1) WERNWE JAEGER, "Paideia", T. Uno, p. 357, Editorial Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1991.
(2 al 7) BERTOLD BRECHT, "Teatro", Editorial Nacional de Cuba, Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1963.