¿Por qué la evolución es verdad y por qué a la gente no le gusta? ¿Cómo puedes educar a tus hijos, prescindiendo de las enseñanzas religiosas? ¿Al buscar la hegemonía de una doctrina de fe, sobre el resto de las ideas, se puede transitar de la disonancia cognitiva a la franca “hijoputez”?
Éstas son algunas de las preguntas que divulgadores científicos, expertos en bioética, física, evolución, educación, así como defensores de la separación Iglesia-Estado, buscarán responder el próximo fin de semana, en el Distrito Federal, en cuyo Centro Histórico (de hecho a un costado de Catedral) se realizará el II Coloquio Mexicano de Ateísmo, los próximos 2 y 3 de noviembre… con un costo de mil 200 varos por piocha.
“La idea es promover el pensamiento crítico, y generar una discusión entre ciudadanos y algunos de los principales activistas e investigadores de México y el mundo que están dedicados a temas vinculados al ateísmo o al pensamiento científico, justo en un momento en que comienza a darse en el país una nueva andanada contra la laicidad y nuevas expresiones de intolerancia desde, y entre, sectores religiosos”, afirma el ingeniero Gerardo Romero, integrante de la Asociación de Ateos y Librepensadores Mexicanos, que organiza el acto.
“Para usar un concepto de la cultura pop –promete–, ésta va a ser como una convención de Star Wars en la que los asistentes podrán hablar con los equivalentes a Darth Vader o Chewbacca: el Coloquio abrirá con un taller para padres impartido por el profesor Dale McGowan, reconocido como Humanista de Harvard del año 2008 y experto en educación infantil sin adoctrinamiento religioso; seguido del profesor de la UNAM y divulgador científico Martín Bonfil, quien impartirá una cátedra sobre ateísmo y escepticismo; también estará el investigador de La Salle Felipe Gaytán, cuya participación versará sobre laicidad y secularización; y el primer día de conferencias cerrará con una plática sobre el origen del universo, dirigida por la investigadora Julieta Fierro, también de la Universidad Nacional.”
Luego, el sábado, retomarán el debate Michael Shermer, editor de la revista estadunidenseSkeptic, con una ponencia titulada “El cerebro creyente”; el investigador Jerry Coyne, experto en biología evolutiva de la Universidad de Chicago; y el fisiólogo, biosífico y neurocientista Marcelino Cereijido, del Cinvestav, “científico de gran renombre que, además, se ha convertido en férreo defensor de los derechos de los no creyentes, y quien viene a presentar una conferencia sobre por qué se vuelven tan abusivas las religiones, cómo legislar desde un pensamiento teológico ha convertido algunas naciones en estados teocráticos, como, por ejemplo, en algunos puntos de Medio Oriente; para concluir con Annie Gaylor, copresidenta de la Freedom From Religion Foundation, de Estados Unidos, una importante agrupación dedicada a defender la separación Iglesia-Estado, desde el constitucionalismo y el Derecho”.
–¿Y escogieron iniciar su coloquio en el Día de Muertos por alguna razón (hereje) en particular?
–No –ríe Romero–, fue una curiosa coincidencia.
Ateos de México uníos
Con este coloquio, la Asociación de Ateos y Librepensadores Mexicanos celebra su segundo año de existencia, tiempo durante el cual, señala Gerardo Romero, integrante de su mesa directiva, el objetivo ha sido reivindicar los derechos de los no creyentes en un país profundamente religioso, y es que, aunque suene paradójico, afirma, “aquí ser ateo puede llegar a convertirse en un estigma: tanto en la familia como en la comunidad, a los que no creen en un dios se les llega a ridiculizar, hostigar e, incluso segregar… en México hay aún quien cree que los ateos, agnósticos o librepensadores, somos gente que camina con cuernos y cola, sin moral, nociva”.
Integrada por 25 afiliados, esta agrupación promueve debates científicos y sociales como primer objetivo, pero también, destaca Romero, otorga asesoría jurídica en casos de discriminación contra no creyentes.
“Contamos con un modesto grupo de abogados, que asisten a nuestros afiliados en casos relacionados con discriminación y censura –señala Romero–. En estos dos años, hemos apoyado en dos casos, pero esto no quiere decir que no exista, o que sean pocos los casos de discriminación contra personas que no creen en dios: en Chapala, Jalisco, dimos asesoría a un afiliado que vive cerca de una iglesia católica, cuyo sacerdote hace escuchar misa a todos los que viven a varias cuadras a la redonda, a través de un sistema de bocinas que pone a funcionar a las siete de la mañana, y hay gente que se siente afectada en sus derechos por esa práctica, así que se les dio asistencia para que pudieran presentar una queja por contaminación ambiental.”
El segundo caso, explica, fue el de una niña de 9 años que “de la nada empezó a sentirse mal y a decir que no quería ir a la escuela, y era por que estaba sufriendo bullying, originado porque ella no cree en dioses, es una niñita a la que no se le ha inculcado ningún adoctrinamiento religioso, y sus compañeritos le decían cosas muy crueles, como que sus papás se iban a ir al infierno, que ella se iba a morir, que ella era un diablo, y la niña empezó a tener problemas de aprovechamiento y sicológicos, así que asistimos a los papás sobre cuáles eran sus derechos y recomendamos hablar con la dirección escolar, la cual implementó pláticas con los alumnos y resolvió favorablemente el problema”.
Es ante este tipo de situaciones que, afirma, “consideramos importante la promoción del pensamiento crítico, la ciencia y el escepticismo, lo que no quiere decir que vayamos por ahí diciéndole a la gente que tiene que ser atea. No, lo que promovemos es la toma de decisiones con base en evidencia, y el uso de procedimientos científicos para buscar dicha evidencia”.