Por
Toby Valderrama y Antonio Aponte
El
revocatorio es un instrumento para medir de forma dramática el respaldo de un
gobierno y de acuerdo a esta realidad desencadena un procedimiento. Queda claro
que es un reflejo, una medida de la realidad, no la realidad.
Confundir
el referéndum con la realidad es como confundir la palabra lluvia con la
lluvia. Si un ingeniero de la Electricidad del Caroní (EDELCA) propusiera que
escribiendo la palabra lluvia bien grandote en el Guri seguro llueve, y se
acaba la sequía, tendríamos que reírnos y luego lamentarnos de las manos en que
caímos. Habría que decirle que está
confundiendo el "reflejo de la realidad" con la realidad.
El
gobierno está cometiendo el mismo error que nuestro ingeniero, confunde el
referéndum con la realidad, y lucha en el reflejo desatendiendo la realidad.
Veamos.
El
gobierno pierde apoyo por la política clientelar que aplicó, conseguir amor
pagado no le dio resultado, la insaciedad material es infinita: siempre el clientelismo
exige más y más, nunca está satisfecha; después de una casa pide la línea
marrón, después un televisor última generación, luego un Vergatario que tenga whatssap, después un carro, administrar dólares… es así, el
camino del amor pagado siempre es insatisfecho.
La oposición, ganadora en las parlamentarias con una ventaja de millones, demanda que esa realidad se refleje en un revocatorio; el gobierno, en lugar de cambiar la realidad, estudiar qué pasó allí, embiste con fuerza contra el referéndum, le pone obstáculos, grita fraude, y a la realidad le aplica el mismo clientelismo que lo llevó a perder la mayoría. De esta manera no puede ganar.Supongamos que consigan detener el revocatorio (el reflejo), en la realidad seguirá teniendo minoría y la oposición podrá ensayar otras maneras de acorralarlo. El gobierno seguirá sin capacidad de maniobra, con un poder de convocatoria en disminución, perdiendo apoyo cada día. Mató el reflejo, pero la realidad lo mata a él.Lo revolucionario era (es) rectificar, usar el revocatorio como palanca para reconquistar el amor de la masa, de verdad, verdad, de corazón. Aceptar errores, producir un huracán en el gobierno, cambiar el discurso, cambiar el gabinete, que salgan los empresarios, que regresen los históricos, formar un organismo asesor de la Presidencia con figuras que le transmitan confianza al gobierno y a la masa, no adulantes. Producir un manifiesto central que dirija una gran discusión en el país, ese documento debe explicar la verdad de la guerra económica, que es una guerra del Socialismo contra el capitalismo, los errores cometidos en ella. En definitiva, dar pasos concretos que indiquen la voluntad de volver a Chávez.Si no hay rectificación, si el gobierno insiste en su conducta de pelear con espejos, entregado a la soberbia, engañándose y engañando, entonces su derrota será segura. El sentimiento chavista que reside en el corazón de la masa, que es un sentimiento religioso, seguirá vigente, encontrará las vías para expresarse y regresará, tal como el sentimiento bolivariano regresó con Chávez.