Por Toby Valderrama y
Antonio Aponte
La afirmación de expulsar a los altos
cargos del gobierno que firmaron el pedido de revocatorio ha causado polvareda
en la oposición y en el gobierno; un ministro se desmarca y contesta que el
gobierno no persigue a nadie, pocos apoyan la medida, en la oposición se
soltaron las guacharacas y el escándalo cunde, hasta almagro opinó.
El asunto es una importante manifestación de
la lucha ideológica dentro de la Revolución. Veamos.
Debemos hacer una consideración
preliminar, si postulamos que esto es (debería ser) la lucha de dos sistemas,
el Socialismo enfrentado al capitalismo; que es (debería ser) una Revolución y
no un circo socialdemócrata como en la IV; entonces las diferentes posiciones
reflejan la visión que se tiene sobre el proceso:
1) Los que adentro proponen la bobería
de que todos somos iguales, que las reglas de la hipócrita democracia burguesa
se deben cumplir, dejaron el campo revolucionario y se inscribieron en el campo
socialdemócrata.
2) Los revolucionarios, en contraste,
consideran un deber que la Revolución se defienda, y lo hacen con argumentos,
con los dientes, con las uñas, guiados por profundos sentimientos de amor al
Comandante, a la esencia de su legado, al Socialismo, con horror a las
oligarquías, al capitalismo.
Se
entiende que un gerente firmante del revocatorio no está ejerciendo un derecho
democrático, pensar eso sería ingenuo para un revolucionario; al contrario, la
firma es una acción hostil a la Revolución y debe ser combatida. Las dos
posturas frente a los firmantes ubican en los diferentes campos. Ahora bien,
los revolucionarios no pueden quedarse en esta simple manifestación, deben
profundizar la batalla. Veamos
Un gerente firmante es un enemigo
del Socialismo por eso debe ser expulsado del gobierno. Pero el gerente
expulsado, que debe tener derecho a la defensa, puede argüir que los
empresarios en el gabinete tampoco son socialistas, que son también enemigos
del Socialismo, aunque no han firmado han hecho más daño a la Revolución que
una firmita; y tendría razón, pero hay más, podría argumentar que los
empresarios que contratan con el gobierno tampoco son socialistas, son enemigos
de clase del Socialismo, debían de expulsarlos también, no sólo a los que
firmaron, eso son más honestos, más transparentes, no se mantienen ocultos. Y
el gerente en su defensa podría decir que los ministros que abogan por el
capitalismo, que les dan dólares o participación en lo que debía ser propiedad
social, aunque no hayan firmado también son enemigos del Socialismo… y así
seguiría con el arco minero, con los motores, el empresarial que es un descaro.
De esta manera el pedido de
expulsión a los firmantes si no se profundiza quedará como una acción
desesperada que no ayuda a la causa, a lo más tranquiliza las angustias de los
que ven perderse el legado del Comandante. Al final, será una acción de buenas
intenciones y de efecto contrario al que se persigue. Lo correcto es luchar
contra el capitalismo en sus manifestaciones más importantes, las que generan
conciencia capitalista, las que educan a la masa en la lucha de todos contra
todos, las que hacen de la propiedad nosocial una virtud.