Jesús Silva R.
No son los grandes alumnos de Marx ni de Lenin, tampoco son los adoctrinados de Hitler o Franco, ni muy a la izquierda ni muy a la derecha, están en el mero centro y hasta hace muy poco fueron chavistas inconmovibles pero hoy la guerra económica los ha sumergido en un mar de dudas que no se parece al mar de felicidad. En ellos permanece la esperanza de que el Presidente Nicolás Maduro logre pronto remediar la crisis económica actual, pero a medida que acumulan horas haciendo colas por leche, carne, pollo, pañales o acetaminofén (digo la pastilla contra la fiebre y no la matica asesina que nos mandaron a beber) los light vuelven a dudar.
El chavismo radical los menciona con desprecio, casi como si fueran leprosos, indignos o hermafroditas, sin embargo de sus votos se han lucrado muchos para ganar elecciones, tanto así que son un factor decisivo en los procesos electorales y en 2015 lo volverán a ser, son los chavistas light. Yo, sin pertenecer a ellos, porque me tocó una vida distinta de estudio del comunismo y apostolado militante, me intereso por comunicarme con ese sector de la sociedad y tenderles mi mano amiga para interpretar sus angustias en vez de insultarlos. ¿Quién no conoce a un chavista light en Venezuela?
Ellos no se orientan por doctrinas complejas, ni fatigantes campañas de propaganda ideológica, sólo trabajan por mantener una buena calidad de vida familiar e individual. Ojalá que se les deje de tratar como prostitutas, que una vez que son utilizados para el placer electoral de los “candidatos”, esos mismos que acabaron siendo electos los desechan como portadores de enfermedades venéreas sin alma humana. Aunque usted no lo crea, ese chavismo light es la población políticamente moderada que existe como mayoría electoral en este país y merece trato digno. Que nadie olvide que hay una oposición oportunista que tratará de seducirlos para también saciar su sed.
En la cuarta y en la quinta, en vísperas electorales, les han ofrecido créditos inmobiliarios, vehículos a precio solidario y hasta cupos de dólares subsidiados. En pocas palabras el chavismo light es la clase media venezolana en vías de extinción, un sector cuya formación ideológica es de nivel medio, cuyo agrado por el fanatismo ideológico nunca es ni será intenso y que sólo espera del gobierno un sistema económico amable para cumplir sus metas vitales: Vivienda, empleo, salud y recreación. Si tales aspiraciones son tan superficiales o repulsivas de acuerdo a “los nuevos intérpretes del socialismo” en Venezuela, entonces no les pidan sus votos y déjenlos en paz en este año electoral.
El chavismo light es en definitiva una clase media que anda brava en 2015 por muchas razones, hoy sólo me alcanza el tiempo para referirme a una: La eliminación casi total (que sólo inocentes llaman “recorte”) del cupo electrónico y cupo viajero en dólares otorgados por Cencoex, antiguamente conocido como Cadivi.
Ese acontecimiento estremeció al chavismo light. A decir verdad, Venezuela es un país con aspiración socialista en un mundo mayoritariamente capitalista. En Caracas se sabe más sobre Paris Hilton y Kim Kardashian que de quién fue Argelia Laya o Eumelia Hernández. Negarlo sería hipócrita. Incluso en altas esferas oficiales se incurre en fashionismo y farándula pitiyanqui, de lo contrario ¿por qué se trajeron al actor afroestadounidense Danny Glover como invitado de gala a la incorporación de Negro Primero en el Panteón Nacional? ¿No era más coherente darle participación a mi amigo, el socialista y actor afrodescendiente Antonio Machuca para que recitara su espectacular monólogo en tributo a Pedro Camejo? Yo no sé si salió caro traer a Glover, pero sí sé que Machuca no cobraba ni una locha, su único afán era servir a la Revolución.
Volviendo al cupo arrebatado a la clase media, burlescamente llamada chavismo light, advierto que muchos viajaban cada año como orgullosos pequeños burgueses con esos dólares a precio de gallina flaca, otros más humildes como la muchacha que limpia la casa de mi vecina, vendía su cupito a la señora patrona extranjera o musiúa y así se ganaba unos churupitos para estrenar ropa en diciembre sin salir de Maiquetía.
Aquello ya era un deporte nacional. El obrero humilde tramitaba su cupo electrónico para vendérselo al miembro de la clase media. El de la clase media usaba el cupo viajero para irse al Caribe o a Ecuador y venirse al siguiente día con los bolsillos llenos de verdes en efectivo para venderlos clandestinamente, además usaba su cupo de internet para comprar ropa y otras cosas por Amazon o EBay y luego lo trae por Liberty Express. Obvio que nada de esto ocurriría en un país con bonanza económica. En fin, sólo pregunto: ¿Por qué siempre castigar a los pendejos y permitir la gozadera a los enchufados? Más bien vamos a sacrificarnos todos por levantar la economía nacional.