Por: Martín Guédez | Lunes, 18/11/2013
El fragor de la batalla poco deja para la reflexión. El presidente Nicolás Maduro con resolución heroica pasa de la advertencia a la acción –algo tarde según él mismo lo admite- pero con menguados resultados en cuanto a la esencia de esta guerra sistémica. Por cierto camarada Presidente ¿Dónde estaban CADIVI, el SITME, Indepabis, Sundecop, gobernadores, alcaldes y líderes durante ese año largo y duro en el cual la burguesía hizo lo que hizo con los precios saqueando a los trabajadores y la Patria?
La burguesía ha dominado y sigue dominando el escenario, en presencia de miles de funcionarios han hecho lo que les ha venido en ganas. Lo que saben hacer y siempre hacen: robar. Veamos el momento: En el mejor de los casos se han “bajado” algunos precios pero el capital sigue imponiendo su filosofía y cosmovisión con fuerza. Asistimos a un espectáculo muy parecido a las “ferias de rebajas” que en ciertas épocas hace el mismo capital y por su cuenta, pero seguimos atrapados en la atracción fundamental del capitalismo: consumir, consumir y consumir aunque en ello nos vaya la vida.
La estructura social continúa en poder de grupos que no poseen la cultura y valores socialistas. Comprar con descuento no tiene nada que ver con “amaos los unos a los otros” esencia del socialismo primitivo. La élite económica y la mayoría de la vanguardia política actúan conforme a los viejos valores que debemos trascender. La Revolución se apoya y depende del peligroso éxito en los torneos electorales, otra trampa de la filosofía burguesa. El pueblo, término muy manoseado, polisémico y difuso, aparece más o menos organizado para el torneo electoral pero apenas dotado de su instinto y como el del tiempo de Jesús o el de Bolívar vulnerable y crédulo. A menos que se emprenda una intensa campaña de concientización y formación política, filosófica e histórica desde la teoría y el ejemplo podría ser un “gigante ciego causante de su propia destrucción”
Se impone la idea de eficacia necesaria que debe acompañar todo esfuerzo para no convertirnos así en una pieza más del decorado sobre el cual discurre el drama de la humanidad. Una suerte de opera prima en la cual, en un océano de formulismos, normativas y preceptos de inflamados apelativos naufraga el mandamiento profundo de una sociedad basada en los más profundos valores humanos: el socialismo.
Lo propio de la modernidad consistió en haber entendido el progreso como un movimiento necesario hacia lo mejor en virtud del dominio del hombre sobre su propia vida y sus interrelaciones. Lo primero es comprender que este movimiento es imposible en capitalismo. Es imposible con unos hombres explotando a otros como sistema. Que la idea de progreso no fue más que una radicalización de las concepciones profundamente humanistas, lo vio muy bien Nietzsche quien con su idea del eterno retorno pretendió derribar la linealidad histórica sobre la que se apoyaba la ideología burguesa del progreso y volver a la unidad del hombre y la naturaleza. Descubrió que una crítica en profundidad del mundo moderno debía comenzar desmontando los supuestos de la idea moderna de realización personal, progreso y libertad. De lo contrario, nuestros “revolucionarios” apenas serían –acaso sin ellos saberlo o sabiéndolo- un sector emergente presto a sustituir al decadente pero dotado de sus mismos vicios y apetitos. Es dolorosamente común ver entre los “revolucionarios” gente conduciendo lujosos vehículos, vistiendo indumentarias exquisitas, libando el mejor güisqui en los mejores restaurantes, dando satisfacción a hambres viejas sin conflicto de conciencia. Revolucionarios con corazoncito burgués. “revolucionarios” en minúsculas y con comillas.
El socialismo sólo se construye trascendiendo al capitalismo, eliminándolo, sustituyéndolo. El capitalismo extravía toda noción de progreso que no esté basado en la acumulación de ganancias. La fragmentación del mundo moderno en esferas autónomas gobernadas por su propia lógica se convierte en fuente de conflictos: los científicos discuten con los moralistas, los ingenieros con los ecologistas pero el eje es siempre el mismo: el gravísimo extravío de la humanidad desde que apareció la explotación del hombre por el hombre. Ante el dilema de nuestros días tenemos que asumir con radicalidad absoluta que en tanto exista opresión debe hacerse todo aquello que puede ser hecho por encima de las limitaciones que nos convierten en muñecos estériles a tantos planes, proyectos, acuerdos y misiones cuyos resultados habrán pasado por la elipse de nuestras vidas sin fecundar, convertir o cambiar nada.
El sistema ha sembrado una razón confundida en el enredo de normas y preceptos que calcula y ordena, que cierra las puertas al descubrimiento de novedades significativas, que se ve obligada a silenciar cuanto es motivo de sorpresa y admiración, precisamente aquello que podría hacer progresar la revolución socialista.
La seguridad subjetiva, entendida como anulación total de incertidumbre y neutralización de la capacidad de asombro, conduce a la inmovilidad. Muy en el fondo no nos atrevemos a parir el mundo nuevo. Tenemos miedo al cambio. Como lo imprevisto termina siempre por presentarse, la subjetividad normativa reacciona con agresividad o intolerancia, en lugar de acoger la idea, la propuesta, la pasión y la emoción como un verdadero descubrimiento terminamos edulcorando la píldora y restaurando maquillado lo viejo.
Estas poca ideas de un domingo cualquiera, no tiene más pretensión que la de servir de asterisco en la plana lisa y horizontal en la cual discurre el hacer de los revolucionarios. Quiere ser propuesta, atrevimiento, y desde luego disponibilidad voluntaria para agregar un granito de arena en la formación del socialismo en un país y un mundo a los que radicalmente amamos.
Presidente y camarada Nicolás Maduro, usted tiene la responsabilidad de conducir la nave a buen puerto, al único puerto posible para la humanidad y Venezuela. Usted cuente con todas y todos para hacerlo. Cambie todo lo que tenga que ser cambiado y salve a la Patria que le entregó Chávez.
¡CONCIENCIA DE CLASE Y LEALTAD ABSOLUTA!
¡SOCIALISMO O BARBARIE!
¡¡¡VENCEREMOS!!!