Convertida en una de las conspiraciones favoritas de los analistas de sillón, la apatía internacional ante las crisis humanitarias que en los últimos lustros han azotado países como Somalia se vincula, a menudo, a la inexistencia de recursos naturales en ciertas regiones del África subsahariana (al menos, petrolíferos) y, por tanto, a su falta de interés geoestratégico. Pese a ello, la hipótesis no puede resultar más errónea.
Como señala Rolake Akinkugbe, analista del Ecobank Capital, con un crecimiento estimado del 4% para la próxima década (por año), el panorama petrolífero del sur del continente nunca ha sido más atractivo para los inversores extranjeros.
Para este analista, varios son los centros regionales a tener en cuenta en este nuevo 'El Dorado' del petróleo. Por un lado, Ghana quien recientemente se ha incorporado a la 'Generación X' del 'oro negro', con una producción diaria de 70.000 barriles por día. Por el otro, África del Este, donde los descubrimientos de gas por parte de las compañías petroleras internacionales en Tanzania, Mozambique y Uganda han reavivado el interés de los inversores en esta zona.
Sin embargo, Akinkugbe recuerda otro elemento clave -impopular, eso sí- que será determinante para el desarrollo de la industria local en los próximos años: la eliminación de los subsidios.
Y no es una predicción de futuro, más bien de presente. A mediados del pasado mes de enero y durante ocho días, el Gobierno nigeriano se enfrentó a su particular 'primavera árabe' después de que el presidente, Goodluck Jonathan, aprobara un incremento del precio del carburante. El coste del litro pasó así de los 65 naira (31 céntimos de euro) a los 140 naira (68 céntimos), sumergiendo al país en una cruenta huelga general.
Finalmente, y ante lo paradójico de la situación -pese a producir cerca de 2,4 millones de barriles de crudo al día, la mayor cantidad de la región, el país africano importa casi todo el combustible que consume, sobre todo de EE UU), el precio final de la gasolina quedó estimado en 97 naira por litro (cerca de 47 céntimos de euro). Medida, eso sí, ciertamente irracional en un país con una tasa de paro del 41% para un total de 160 millones de habitantes, y donde la mayor parte de la población sobrevive con apenas dos dólares diarios.
«Los subsidios a los combustibles se están eliminando en muchos países de África, en gran parte debido a la presión fiscal que recae sobre los Gobiernos y la falta de incentivos que esto crea en los futuros inversores. Sin embargo, si el continente mejora su capacidad para refinar el crudo, también reducirá su dependencia», destaca Anselm Okolo, analista local.
No es para menos. Según cifras del Banco Mundial, pese a que en 2013 África representará el 12% de los suministros mundiales de petróleo -con un volumen de producción de casi 12 millones de barriles por día-, en la actualidad el continente tan solo consume el 5% de estas reservas.
«Si África logra exportar su excedente de producción ya refinado, la economía global dará un vuelco», reconoce Okolo, quien enfatiza el caso de Ghana, país que podría tener un excedente de 148.000 barriles de crudo (refinados) diarios para el año 2016.
Los claroscuros
Sin embargo, no todo son perspectivas favorables en los cimientos de este nuevo 'El Dorado'. Para muestra, un botón (mineral): a finales de enero, Sudán del Sur ordenó a las compañías petroleras suspender la producción de crudo, en respuesta al presunto robo de su petróleo por parte de la fronteriza Sudán del norte. La medida fue tomada en represalia al «expolio gratuito» por parte de su vecino geográfico del 'oro negro' que llega a Port Sudán (principal centro de distribución regional hacia el Mar Rojo) y desencadenó, incluso, la expulsión del representante chino del consorcio chino-malasio Petrodar.
Lo cierto es que no es el primer quebradero de cabeza de la nación más joven del mundo. Según denuncia William Garjang, ministro de Medio Ambiente de la región de Unity State (Sudán del Sur), la producción de petróleo en el país africano se ha reducido en una cuarta parte desde su independencia el 9 de julio de 2011.
Para Garjang, la ausencia de trabajadores calificados (generalmente, originarios del norte), así como los continuos conflictos fronterizos, están minando las posibilidades económicas del Estado africano.
Y la miseria es contagiosa. Ya en noviembre pasado, su vecino norteño también reconoció que la producción de crudo se había reducido a los 117.900 barriles diarios (cuando la conjunta entre ambos territorios ascendía a 459.900).
Hasta su independencia hace casi un año, el 98% del presupuesto de Sudán del Sur se basaba en la extracción de petróleo. No obstante, y pese a encontrarse casi el 75% de las reservas en territorio sur sudanés, los acuerdos de paz de 2005 estipulan que ambas regiones se dividieran los ingresos del petróleo a partes iguales. Aunque en esta partida las cartas nacieron marcadas. El ministro de Cooperación Regional (Exteriores), Deng Alor Kuol, ha advertido de forma insistente que el Gobierno del norte «mintió» sobre la capacidad real de sus reservas, por lo que ahora tocaba «renegociar el acuerdo».
Conflicto y petróleo. ¿Quién dijo que no había interés geoestratégico en el África subsahariana?