Así como Estados Unidos (EU) durante todo el siglo 20 y el inicio del 21 –ya no se diga Gran Bretaña durante los siglos 18 y 19– se ha implantado en la periferia inmediata de China (con mayor predilección en Taiwán), los estrategas de Pekín se han insinuado subrepticiamente en el Caribe, donde practican las bondades del poder blando (soft-power), según advierte un articulo de Randal C. Archibold en The New York Times (7/4/12).
Archibold indaga las inversiones inocuas de China en el Caribe, que van desde el regalo de un estadio de 35 millones de dólares a Bahamas (a 240 kilómetros al sudeste de Florida), pasando por varios donativos –una escuela de gramática (sic), un hospital reacondicionado y otro estadio– a la isla Dominica (miembro de la Alba), hasta una nueva escuela en Antigua y Barbuda (miembro de la Alba).
Archibold se asombra de cómo el poderío económico de China ha irrumpido a las puertas de EU en el Caribe con una ráfaga de préstamos de bancos estatales, inversiones de empresas y obsequios del gobierno en forma de nuevos estadios (¡supersic!), carreteras, puertos y centros vacacionales en una región donde EU ha sido su amplio benefactor (¡supersic!) primario.
Advierte que “haber colocado una bandera tan cerca de EU ha generado una investigación (sic) intensa –y hasta algunos levantamientos de cejas– entre diplomáticos, economistas (sic) e inversionistas”. No especifica su identidad, pero se infiere que se trata de instrumentos de EU, como Kevin P. Gallagher, autor del reciente reporte ultra-sesgado y sinófobo del Diálogo (sic) Inter-Americano (uno de cuyos directivos genuflexos es el presunto etnocida Zedillo) sobre el financiamiento chino en Latinoamérica (17/2/12).
Archibold refiere que la mayoría de los analistas no vislumbran una amenaza (sic) a la seguridad de EU y notan que los chinos no construyen bases o forjan vínculos militares que pudieran invocar temores de otra crisis de misiles como sucedió en Cuba.
A mi juicio, no hay necesidad de bases militares: hoy los misiles letales son financieros cuando EU se encuentra en bancarrota con una impagable deuda de 840 por ciento (¡así, con tres dígitos!) de su PIB (Smithsonian.com; abril 2012).
En el incipiente nuevo orden multipolar solamente los países emasculados siguen soñando con el espejismo de una ayuda de EU y Europa, ambos en caída libre.
China anunció a finales del año pasado que prestaría 6,300 millones de dólares a los gobiernos del Caribe (compuesto por 13 países isleños, sin contar a los países continentales ribereños), lo cual se suma a las centenas de millones de dólares en préstamos, subvenciones y otras formas de ayuda económica en la pasada década.
Archibold juzga que a diferencia de África y Sudamérica, donde China busca materias primas, su presencia en el Caribe deriva principalmente de asociaciones económicas de largo plazo, como el turismo y los préstamos, así como la captación de nuevos aliados potenciales relativamente baratos (sic).
¿Empezó la guerra financiera con máscara turística en el Caribe entre China y EU por el lucrativo control de casinos, playas, cruceros del amor, su voluptuoso sexo-turismo y el blanqueo en sus paraísos fiscales? ¡Esa sí que va a ser competencia!
No hay que perder de vista que la anglósfera mueve un colosal volumen de capitales virtuales (derivados financieros) desde las islas Caimán hasta Antigua y Barbuda (otrora centro operativo del estafador sir Allen Stanford y el cártel del Golfo, en asociación gerencial con el ex canciller foxiano Castañeda Gutman). ¿Le devuelven a la anglósfera sopa de su propio chocolate con la apertura de nuevos Hong Kong y Macao ahora controlados por China en el Caribe?
Archibold excava algunos Wikileaks que citan a diplomáticos de EU cada vez más preocupados sobre la presencia china a menos de 305 kilómetros de EU, y quienes manejan la teoría de que China posiciona aliados como un movimiento estratégico (sic) para el fin de la era Castro en Cuba con quien mantienen fuertes relaciones.
¿Empezó la lucha geopolítica entre EU y China por el control de las islas del Caribe?
Archibold expone la paranoia que se ha apoderado de algunos hacedores de la política en el Congreso sobre la irrupción china en el Caribe.
En Bahamas, China ha estado muy activa: agradece su ruptura de relaciones con Taiwán en 1997 con el regalo de un estadio. La mayor parte de los 8 mil trabajadores foráneos son de origen chino para desarrollar el megacentro turístico Baha Mar que financia en partes el banco chino de Exportación-Importación. Como cereza del pastel, un banco estatal chino (sin especificar) acordó colocar 41 millones de dólares para un nuevo puerto y un puente. ¿Son Bahamas la contraparte de Taiwán frente a las costas de EU?
China ha regalado insólitamente varios estadios y arenas deportivas a países del Caribe y Sudamérica en gratitud por su reconocimiento a la sola China, en detrimento de Taiwán –como es el caso de Grenada (invadida por Ronald Reagan)–, que todavía no se queda atrás, ya que ha solidificado sus relaciones existentes con Belice, Santa Lucia y St. Kitts y Nevis.
De los 193 países miembros de la Organización de Naciones Unidas, Taiwán (con una base militar de EU a cuestas) es reconocida magramente por 23 países.
A mi juicio, es probable que pronto la misma Taiwán sea absorbida políticamente (ya lo es geoeconómicamente) por su madre patria continental, pese al obstruccionismo militar y cacofónico de EU y Japón.
China tampoco descuida las inversiones en materias primas, como es el caso de la empresa Complant, que se ha posicionado en los campos de caña de azúcar de Jamaica, que ya esta exportando a Pekín su famoso café Montaña Azul (a mi juicio, el mejor del mundo). El café y azúcar de Jamaica bien valen que China haya invertido 400 millones de dólares para reconstruir carreteras y obras de infraestructura.
Archibold cita a varios analistas anónimos (el viejo truco) del Caribe, quienes creen que China eventualmente (sic) emergerá como una fuerza política en la región, con tantos (sic) países endeudados con ella cuando EU es percibido más preocupado en Medio-Oriente y dando poca atención a la región. Pues sí, pero los vacíos suelen ser llenados.
EU rodea militar cuan obscenamente a China con una larga hilera de islas desde el mar de Japón, pasando por el mar Amarillo/mar de China Oriental, hasta el mar del Sur de China, mientras Pekín, a mi juicio, ha iniciado el acorralamiento sutil de Washington con otra fila de islas a lo largo el Caribe: desde Bahamas pasando por Dominica hasta Trinidad y Tobago.
Sir Ronald Sanders, anterior diplomático de Antigua y Barbuda, comenta que si China continúa invirtiendo en la forma en como lo hace en el Caribe, EU se está volviendo irrelevante en la región, además que deja su flanco expuesto.
Le asiste la razón a Sanders, ya que el Caribe es el “bajo vientre (soft-belly)” de EU y, a mi juicio, constituye la fractura tectónica con los BRICS (Ver Radar Geopolítico, Contralínea, 21/2/10).
El potencial del Caribe (del tamaño de Argentina) es colosal –desde el turismo pasando por enormes reservas de hidrocarburos hasta las finanzas–, por lo que es natural que constituya uno de los principales teatros de colisión entre EU y China.
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